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Temístocles Sáenz Soro: el boxeador aristócrata

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“Cuando subieron al cuadrilátero, la barra estudiantil atronó el Caupolicán. El pije Coliñon, bien uniformado, con bata de seda azul y la gran lechuza universitaria en la espalda, saludo aparatosamente. Un grito enorme de sílabas entrecortadas dio la bienvenida al campeón: Chi-chi-chi-le-le-le-U-ni-ver-si-dad-de-Chi-le”.  (El púgil y San Pancracio, de  Juan Uribe Echeverria, Santiago: Zig-Zag, 1966)

[texto_destacado] La historia del boxeo nacional está llena de aficionados, que solo por gusto contribuyeron enormemente al desarrollo de este deporte en Chile. Este es el caso de un personaje desconocido, el Sportman nacional Temístocles Sáenz Soro quien fue el principal impulsor del boxeo universitario en Chile contribuyendo a la formación de clubes en la Universidad de Chile, Católica, Valparaíso y la Universidad de Concepción. También fue un organizador de torneos universitarios, en los cuales la aristocracia de la época practicaba el boxeo, primero de manera recreativa y, paulatinamente, avanzando en la creación de campeonatos amateur, que incluso llegaron a las Olimpiadas de París en 1924, como es el caso de Zorobabel Rodríguez.

En una entrevista a la revista Los Sports (“Preparando la olimpiada universitaria”, 5/10/1928), Temístocles Sáenz planteba que su misión difusora del boxeo cumplía con el objetivo de las naciones más avanzadas, que fomentaban el deporte científico y también un deber patriótico, en la formación moral y física de las elites.

En una columna inserta en la misma entrevista mencionaba: “Con justa razón alguien ha dicho que el porvenir de Chile está en las manos de la juventud estudiosa, lo que no debe extrañarnos por palparnos continuamente en las grandes jornadas que tienen por escenario el extranjero. Norte América, Inglaterra, Francia y Alemania, exhiben un porcentaje considerable de estudiantes que en la palestra deportiva se someten al cultivo de su pasta física. Hagamos otro tanto en Chile, y convirtamos en realidad lo que se está gestando con fuerzas de huracán; para lo que necesitamos la cooperación, una ayuda rápida y eficaz de parte de quienes, están encargados de encauzar la educación física en el país, para así contribuir a un brillante porvenir racial”.

Así Sáenz demostraba su ferviente creencia en que el deporte podría renovar el país y, aún más, conformar una mejor elite. Esta necesidad de formar una elite higienista con un estricto código moral,que en sí es un objetivo político ideológico, la llevó a difundir el boxeo en las universidades.

¿Pero era Sáez un simple teórico? Lejos de ser un simple boxeador de papel, se dedicó desde temprana edad durante los inicios del boxeo masivo en Chile, a aprender la “dulce ciencia”. En 1917 aprendió la técnica con el púgil Charles Roberts, un peso ligero de Concepción, que competía frecuentemente en los diversos ring que pululaban por Santiago. Además, en este mismo año tomó clases diarias en la Federación de boxeo de Chile, que se ubicaba en la actual calle Nueva York. En una entrevista comentó que, por esos años, su formación incluía la voraz lectura de diversos manuales de boxeo, lucha y cultura física, en diversos idiomas, la que era sin duda una ventaja ya que el conocimiento del boxeo académico, sigue perteneciendo hasta el día de hoy, al manejo del inglés.

Con estas ventajas Sáenz en 1922 se transformó en entrenador y manager de variados púgiles de renombre en Sudamérica como Salvador Grecco, Constantino Saffie, Abelardo Hevia y Eliecer Ortega entre otros.

En 1925 comenzó a viajar por el mundo para competir en diversos campeonatos amateurs, compitiendo junto a sus púgiles en varias ocasiones, logrando un récord es bastante impresionante: 573 peleas amateur y 467 victorias. Sin duda Sáez no era un aristócrata de club, sino que un personaje activo en la formación de clubes universitarios y la actividad deportiva en los principales centros estudiantiles de Chile.

En 1927 viajó a Talcahuano para formar árbitros y jueces de boxeo, que participarían en los eventos boxeriles de la Universidad de Concepción. En esta misma ciudad participó como inspector de ring y en los entrenamientos de los diversos centros boxeriles; fue delegado regional del Club Aliro González ante la asociación departamental de Santiago; fue miembro de la comisión de campeonatos; vicepresidente de la Comisión Técnica de entrenamientos y director de numerosas corporaciones boxeriles.

Ese mismo año abrió el centro de boxeo de la Universidad Católica en donde fue director y organizador de variadas olimpiadas universitarias. También fue corresponsal de la revista Nueva York Pugilista y formador del Primer Congreso Nacional de boxeo amateur y perfeccionamiento de los pugilistas amateurs de Chile.

La labor de Sáenz fue incansable y se inició como un simple practicante con recursos que terminó, 10 años después, como una de las figuras más relevantes en la organización del boxeo amateur en Chile. Su principal aporte estuvo en la formación de una estructura administrativa del boxeo amateur y, más especialmente, en la organización universitaria de diversos torneos.

Evidentemente Sáenz, contaba con una amplia red de contactos y el ser miembro de la aristocracia favorecía enormemente su labor. Él es un caso clásico del Sportman, un caballero que cultivaba su cuerpo, pero a la vez era capaz de hacer de esto una opción política. Apostó fuertemente por el desarrollo del boxeo amateur como formador de los valores de la clase dirigente y el deporte en general como formador de la masculinidad.

La trayectoria de Temístocles Sáenz es la muestra de como la elite se tomaba el deporte a inicios del siglo XX. Primero parte como amateur y rápidamente escala a las posiciones administrativas de importancia, tanto en las comitivas provinciales como formativas de las reglas del boxeo en Chile. Su aporte al desarrollo del boxeo fue fundamental en áreas poco conocidas, como la gestión del entrenamiento científico, la organización de jueces y árbitros a lo largo del país y la creación de clubes universitarios de boxeo al estilo de las Universidades de Estados Unidos.

Sáenz pasa más bien a la historia como juez y autoridad directiva del boxeo en Chile, pero es elemental entender que incluso desde su acomodada posición fue capaz entrenar, combatir, dirigir y gestionar amplias redes de este deporte por todos los centros de educación de Chile.

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