El desarrollo del partido demostró que era posible. Chile plantó cara de igual a igual, sin arrugarse, remontando un marcador adverso. Brasil, en su propia casa, con todos sus pergaminos, no fue capaz de ganar el partido en 90 ni en 120 minutos. Incluso más, Chile pudo haber ganado y enmudecido al estadio entero
Las ilusiones de hacer historia en el campeonato mundial de fútbol por parte de Chile, se fueron al tarro de la basura. Se tenía una generación de jugadores de clase mundial y un entrenador de lujo que respaldaban la confianza de todo un país por romper la historia. Se partió bien y algo de historia se hizo al destronar a España, actual campeón mundial, que tuvo que regresar tempranamente a casa con la cola entre las piernas.
Pasamos a octavos de final, debiendo enfrentar a Brasil, el país que más veces ha ganado campeonatos mundiales de fútbol, y enfrentarlo en su propio país, ante sus hinchas. No obstante estos antecedentes, la confianza permaneció incólume porque se sentía que con el plantel que se tenía, lo que parecía imposible, era posible. Algunas de nuestras figuras estaban resentidas, no se hallaban en su mejor condición física –Vidal, Medel, Alexis y Valdivia- o como diría Mario Benedetti, “estaban rotos, pero enteros”. Se temía al árbitro, a la FIFA, que Brasil no podía perder en su propia tierra, menos cuando las protestas sociales desnudan una cruel realidad socioeconómica que se oculta bajo el circo futbolero.
El desarrollo del partido demostró que era posible. Chile plantó cara de igual a igual, sin arrugarse, remontando un marcador adverso. Brasil, en su propia casa, con todos sus pergaminos, no fue capaz de ganar el partido en 90 ni en 120 minutos. Incluso más, Chile pudo haber ganado y enmudecido al estadio entero, dejando a todo Brasil mascullando una vez más, la derrota. La sombra del maracanazo en 1950 se reconocía entre los espectadores.
El árbitro estuvo impecable, incluso se dio el lujo de anular un gol a los brasileños que quizá otro árbitro no se hubiese atrevido a hacer. Chile y Brasil terminan empatados, forzando los penales. Chile seguía en carrera. Los muchachos habían cumplido una buena faena. No eran vencedores, pero no estaban derrotados. Quedaba la instancia de los penales. Había que seguir peleando, dando lo mejor de cada uno. Y en los penales fallamos. No fallamos un penal, sino ¡tres penales! ¡Brasil no acertó todos sus penales! ¡Brasil erró dos penales! Brasil falló, sólo que nosotros fallamos más que Brasil. Ese es el tema. El paso a octavos de final lo teníamos al alcance de la mano. Ni la FIFA ni los árbitros incidieron a favor de Brasil. Nos la farreamos.
La semana pasada titulé mi columna “una oportunidad preciosa” y en realidad lo fue, sólo que se transformó en una oportunidad perdida. Una lástima.
Comentarios
04 de julio
Creo que el gran mérito de este plantel fue demostrar que Chile por primera vez (desde el 63) está en condiciones para estar en la final de un mundial peleando el primer lugar.
Ahora bien… otra cosa es llegar a ese lugar.
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