El “milagro” jamaiquino no es tal (!), pues si éste se entiende como un “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención natural de origen divino” (RAE), lo de Jamaica para nada se ajusta a ello.
Jamaica ocupa el lugar nº 85 según el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas; Chile el nº 40. En Jamaica la esperanza de vida es en promedio de 73,3 años; en Chile de 79,3. En Jamaica el ingreso per cápita es de US$ 6.701; en Chile de US$ 14.987. La población de Jamaica aproximada es de 2.761.000 personas, en Chile…, bueno, en Chile se supone que deberíamos rondar los 17.423.000 personas. Estas profundamente autocomplacientes estadísticas comparativas, sin embargo no expresan un dato sustantivo de los últimos años: Chile prácticamente no aparece en los medalleros de atletismo, mientras Jamaica es protagonista indiscutido de cuánta contienda de atletismo de velocidad se dé en nuestro planeta. ¿Por qué ocurre esto último?
Las razones de ello serían variadas, partiendo por una genética privilegiada para el velocismo: el grueso de los esclavos que llegaron a suelo caribeño proveían desde el oeste de África, y el penosísimo traslado de éstos proveía de una “selección natural” asegurando que sólo las/os más fuertes pudieran sobrevivir a ello (se estima que casi la mitad moría en el trayecto). Por otra parte, los habitantes de esta zona de África se caracterizan por poseer importantes porcentajes de “fibras blancas” –o de contracción rápida– en sus músculos (las responsables de la explosión que requiere el velocismo de elite), así como también una cultura nacional que sostiene e incentiva el hábito del “running”.
Pero no todo es producto de genética y cultura, pues siguiendo el ejemplo cubano, Jamaica también ha desarrollado un sistema de prospección y “descubrimiento” temprano de potenciales prodigios o jóvenes de talentos y habilidades por sobre la media (para el propio Usain Bolt esta es la variable más significativa en todo esto).
Una vez “descubiertos” los jóvenes prodigios, se le otorgan los medios necesarios para entrenarse con los mejores técnicos del país, a la vez que se les comienza a enviar a competencias internacionales para que se vayan paulatinamente “fogueando”. Una vez que los jóvenes atletas ya se acercan a la madurez, son recibidos en la capital, Kingston, en el Centro de Alto Rendimiento y en el Club Maximising Velocity and Power, y debido a que también reciben condiciones salariales y de ítems relacionados, muy superiores a lo que incluso grandes universidades extranjeras pudieran ofrecerles, las/os atletas ni siquiera se ven tentados a emigrar para seguir desarrollando su oficio.
Es decir, el “milagro” jamaiquino no es tal (!), pues si éste se entiende como un “hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención natural de origen divino” (RAE), lo de Jamaica para nada se ajusta a ello, ya que así como los resultados de Bolt y sus escoltas son producto de su concienzudo, disciplinado y sistemático trabajo, de la misma manera, el resultado global de Jamaica en atletismo es el producto de una política pública inteligente e imaginativa, dotada de la perspectiva necesaria para desarrollarla con visión de largo plazo y con total compromiso de sus actores sociales.
¿Podríamos replicar esto en nuestro país? Por supuesto que sí, no le quepa duda. Si Jamaica -con aquellos indicadores de desarrollo humano del primer párrafo— pudo lograrlo, tenga la seguridad que nuestro país también podría. Y para que no comiencen a temblar los cicateros de Hacienda, es posible que a través de la cooperación internacional muchos de los costos relacionados con la implementación de una política pública de este tipo descendieran significativamente, ya que a través de la cooperación técnica y horizontal, se pueden enviar expertos en diversas áreas, mientras se reciben especialistas de otras temáticas, desarrollando y construyendo las “ventajas complementarias” de ambos países. Pero para esto se requiere una política pública seria, con evolución/evaluación a largo plazo.
Históricamente, el deporte ha sido uno de los factores fundamentales para posicionar la “imagen país” de cualquier nación en el imaginario mundial. Bien lo saben desde la guerra fría, Rusia (ex URSS) y Estados Unidos, los únicos países que pudieron superar a Jamaica en el medallero final del Mundial de Atletismo de Rusia 2013.
Como suele ser la tónica, el éxito no es más que la consecuencia de un proceso y el merecido premio al correspondiente esfuerzo, pero no del mero voluntarismo individual de los atletas, sino de la totalidad de los actores involucrados haciendo bien su pega: gobierno, sector privado, técnicos, etcétera. Mientras Jamaica se mide en el presente sin dejar de pensar por un momento en el futuro, Chile lleva a sus atletas a competir sin siquiera el concurso de sus propios técnicos.
Jamaica y Chile: dos países con indicadores de desarrollo distintos, con resultados deportivos también distintos. Un país trabaja por copar el próximo podio, por ser (en su mejor acepción) “ganador”. El otro se contenta, meramente, con parecerlo.
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Fotografía: El Nuevo Heraldo
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