Manuel Sánchez manifiestó a temprana edad sus aptitudes para el boxeo. Ya en 1910 ganó el campeonato liviano que en esos años estaba cerca de los 55 kilos, es un decir calificar los pesos, porque las categorías estuvieron en una nebulosa al menos hasta 1930. Sánchez era lo que la época se decía un Sportman en sus ratos libres asistía al velódromo del actual parque Cousiño y era un participante activo de las carreras de bicicleta. Era conocido por su gran energía en los deportes de fondo, aunque nunca llegó a destacarse en esta disciplina.
En 1913 llegó su oportunidad, pactó un combate con el incombustible Carlos Polite, un púgil famoso por sus demostraciones en Santiago, llegando a combatir incluso tres veces por semana. El combate entre Sánchez y Polite fue un violento encuentro en el que por 15 asaltos pelearon a la americana como se decía en la época, esto es en in figthing o fajador como se conoce en la nomenclatura actual, con golpes cercanos y repetidos embates de fuerza. Lo curioso del combate es que había sido anunciado como un encuentro “científico”, como eran denominados los eventos de exhibición o académicos y se debía al fenómeno racionalizador de la violencia que significa el boxeo del siglo XX.El final de Sánchez es como el de los héroes griegos que alcanzan el máximo esplendor, pero caen devorados por su orgullo. Sánchez falleció en un accidente de tránsito en 1927 a las afueras del matadero en barrio Franklin en donde, por ayuda de conocidos, había conseguido un trabajo precario.
Después de este combate impresionante, la popularidad de Sánchez fue en alza y Jack Martínez, el verdadero forjador del boxeo comercial chileno, lo llevó a una gira por Buenos Aires y Montevideo de la que Sánchez volvió como campeón sudamericano, el primero para Chile. En 1914 Sánchez alcanzó la fama, pero ésta a su vez lo atrapó. El ambiente cosmomopolita de Montevideo y Buenos Aires hicieron que Sánchez gastara gran parte de sus ingresos en amigos, entrenamientos y más amigos. En 1914 incluso realizó una gira a París junto con Heriberto Rojas, pero la mala fortuna y los vientos de guerra acabaron con sus planes. En agosto de ese año estalló la Primera Guerra Mundial y los combates ya no tendrían reglas.
Los Sports, la gran revista deportiva de la época, clasificó la carrera pugilística de Sánchez, en un artículo de su número del 13 de marzo de 1925 en tres etapas. La primera en la que era un verdadero sportman, ya siendo campeón nacional de boxeo y también era un asiduo participante de deportes como el ciclismo y el atletismo, un segundo momento en su carrera despega con de un empate con Polite en donde se catapulta como un púgil aguerrido y criollo que alcanza la fama internacional. En esta etapa se hace conocido por sus salidas nocturnas en Buenos Aires y dueño de una enorme popularidad. Los principales recintos boxeriles de la época como el Teatro la Comedia o la Federación de Boxeo se repletan para ver cualquiera de sus combates. En esta segunda etapa de su carrera, Sánchez ejerce la docencia del boxeo en importantes organizaciones como el Ejército de Chile y junto al famoso luchador Amadeo Pellegrini toda una personalidad de la cultura física en la época y el principal strongman de la escena nacional. Desde 1914 a 1917 Sánchez tiene un buen pasar, se muestra pomposo en sus fotos públicas y hace valer su estatus de estrella, desechando combates porque contrincante carecía de “credenciales” para enfrentarlo.
Sin embargo, llega la tercera etapa la de “la decadencia”. Su primer revés vino cuando enfrentó al púgil peruano Kid Moró, en donde perdió estrepitosamente. Seguido de este combate se dirige al norte, a la meca del boxeo nacional, Iquique en donde las duras condiciones de vida forjaban verdaderos colosos de bronce como el duro púgil Santiago Mosca, quien también sostendría grandes batallas con otro ídolo nacional Luis Vicentini. En Iquique a Sánchez no le va bien, cae derrotado por puntos y en una promocionada revancha en Santiago de la mano de Jack Martínez, tampoco logra convencer y sale derrotado por abandono. Sánchez intenta un repunte a su carrera con una gira a Panamá, por esos años un protectorado de los Estados Unidos, lo que significaba un paso para entrar al mercado norteamericano. Sin embargo, Sánchez no tiene una actuación convincente y en 1922, pierde su título sudamericano ante una nueva promesa del boxeo nacional un joven cantero de Chillán, Luis Vicentini. Luego Sánchez, si bien conserva una presencia en los medios y mantiene sus trabajos con el Ejército y con Pellegrini, pierde irremediablemente espacio en la escena pública.
El final de Sánchez es como el de los héroes griegos que alcanzan el máximo esplendor, pero caen devorados por su orgullo. Sánchez falleció en un accidente de tránsito en 1927 a las afueras del matadero en barrio Franklin en donde, por ayuda de conocidos, había conseguido un trabajo precario. Parece un accidente ridículo para quien fue una estrella deportiva en su tiempo llenando recintos deportivos y dándose el lujo de elegir rivales que le igualaran en prestigio.
El final de Sánchez nos demuestra de la conformación laboral de la vida en el Chile de 1910. Era un mundo del todo o nada, la oportunidad de surgir entre las sombras estaba ahí, solo había que tomarla y mientras durara la fama había que vivirla y a concho. Sánchez, tuvo un papel muy importante en el boxeo nacional, no solo por sus logros deportivos, sino que también por el papel que desempeñó en la enseñanza del boxeo en las Fuerzas Armadas y participando, junto al poderoso Amadeo Pellegrini, en la elaboración de los primeros manuales de boxeo, lucha y jujuitsu elaborados en Chile.
Comentarios