La brillante mentalidad de la dirigencia pelotera, en un afán hasta ahora desconocido, reprogramaron el fútbol nacional según el calendario europeo de competencias. Es decir que se jugará en verano como si se estuviera en invierno y se descansará en invierno como si se estuviera en verano. La curiosidad radica en que la confusión de los hinchas es notoria. No saben si ponerse abrigo y esperar la lluvia con un paraguas a pleno sol de enero o si el frío calará sus huesos cuando los shorts y poleras livianas no sirvan porque el sol es una mera y afiebrada ilusión. Tal vez los dirigentes de la pelota, creen que en los estadios existe un micro clima extremo y que las altas temperaturas solo son percibidas en las afueras de los estadios y no dentro. Quizás los altos personeros del balompié criollo, poseen información –hasta ahora desconocida por todos nosotros- acerca de las propiedades del pasto como aislante de la temperatura ambiental, propiedad exacerbada en el pasto sintético como el de Copiapó o el de Quillota. Creerán los Jadue boys de Quilín que los futbolistas profesionales tienen el poder de enfriarse de manera autónoma cuando los termómetros pasan los 30 grados. En fin, hay tantas formas, como la imaginación nos dé, para explicar la magnitud de la pelotudez de jugar en enero a las cuatro de la tarde.
Sabemos que existen los termocéfalos (fascistas de closet) que gritan por ahí que los millonarios contratos de los futbolistas justifican semejante delito. Pero a esos mismos fachitos de cómoda, habría que contarles que las nueve lucas que pagan por ver el fútbol nacional en hd, se ven mermadas por el magro espectáculo que dan los jugadores cuando, pasado los veinte minutos del primer tiempo, la temperatura hace estragos y las capacidades aeróbicas de los deportistas disminuyen, hasta el límite de la fatiga. Allí el dinamismo del show se lentifica y descordina. Es como si estuviéramos viendo “El lago de los cisnes” interpretado por bailarines del Bolshoi ebrios por el vodka, en un teatro con piso de baldosas.
Al parecer el espectáculo es lo que menos importa en la actual dirigencia de la ANFP. Resulta curioso, pues el negocio tanto del CDF y de la asociación, es vender un show. Tienen un canal completo y un programa por televisión abierta girando alrededor de tipos que no corren porque tienen los pies ampollados por la alta temperatura del pasto sintético. Ni hablar de los hinchas, que pagan su entrada por internet (la venta en boletería, como el sentido común, se extinguió del fútbol), para ir a cocinarse en los estadios, viendo a hombres desvanecerse bajo el sol de enero.
El imperio del sol achicharra la calidad de los partidos, no hay manera de obviar eso. No estamos en los emiratos donde construirán estadios con aire acondicionado para que a pesar de los cincuenta grados de calor del desierto, algo pueda sostenerse, una porción mínima, de fútbol bien jugado. Estamos en la regencia de los rentistas, que por abaratar costos de mantención construyen canchas sintéticas en un país donde hasta las piedras dan árboles si sabes plantarlas. El neoliberalismo rasca de una manada de pelotudos pendientes de la cuenta bancaria, inunda el fútbol de idiotez, en las soporíferas tardes veraniegas. No veo un rasgo de desarrollo de la actividad futbolística con el torneo de verano. No veo un rasgo de desarrollo de industria, programando un partido el día miércoles 4 de febrero a las cuatro de la tarde. En el waterpolo quizás funcione algo así, en el fútbol playa tal vez, pero en la canchita de once contra once, es difícil. En una de esas el empresariado mercantil, pretende algún tipo de subvención por jugar en verano y a esas horas, después de todo el estado construye los estadios y pone a carabineros para impedir los estocazos fuera de los estadios. Para que luego otros vociferen sobre las cualidades de las SAD, cuando –como siempre- el zorronerío medio pelo edifica su pobre industria en base a las subvenciones estatales, pero eso será motivo de otra columna.
Resulta curioso, pues el negocio tanto del CDF y de la asociación, es vender un show. Tienen un canal completo y un programa por televisión abierta girando alrededor de tipos que no corren porque tienen los pies ampollados por la alta temperatura del pasto sintético.
Para terminar, ni siquiera venden cerveza en los estadios para que justifique una programación tan descabellada. En resumen, nadie gana.
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abraham
Toda la razón. Por estos días yo comentaba lo mismo con mi familia. Hasta dónde llega el poder del negocio en el fútbol… y del CDF… los jugadores, como escribió alguien x ahí, son los nuevos esclavos.
Saludos.