Siempre el pase de un jugador de fútbol a su archirrival genera distinto tipo de reacciones por parte de los hinchas. El concepto de traición y la imagen de Judas vuelve aparecer. En este cumulo de sensaciones la ética y la moral salen a colación. A continuación, analizaremos el pase de Matías Zaldivia de Colo Colo a Universidad de Chile desde la ética profesional.
La ética es una disciplina eminentemente práctica, que reflexiona sobre las mejores formas de vivir la vida, y, como decía Aristóteles, ningún ser humano puede vivir sin la sociedad. En este sentido el trabajo es algo que se desarrolla con los demás. Alguien puede trabajar solo, pero necesariamente tiene que relacionarse con sus clientes y/o proveedores. Esto es mucho más patente en el fútbol, que es lo que abordaremos, que se lleva a cabo mediante equipos. Hace unas décadas atrás, cuando los planteles futbolísticos duraban décadas y era común que un jugador solamente estuviera en un solo club, cualquier cambio de equipo se podía ver como una traición. Esto repetía un patrón que se daba en toda la sociedad, donde era habitual que un trabajador este toda la vida en una empresa o institución, por lo que el sentido de pertenencia era más grande y, probablemente, cambiarse de empresa sería muy mal visto. Ahora el contexto ha cambiado: quedarse en un solo trabajo es lo anómalo.El caso de Zaldivia nos deja una gran lección a todos los que nos desempeñamos de forma dependiente, que aunque es válido cambiarse de trabajo, no es recomendable criticar o burlarse de la competencia, porque nadie sabe dónde ni con quién terminará trabajando.
Por ende, se ha ido asumiendo que los jugadores de fútbol, como profesionales de este deporte, tienen derecho a cambiarse de equipo cuando lo estimen conveniente, siempre que se respeten los contratos y la legalidad.
La cuestión es que el fútbol no es como cualquier trabajo, por lo que éticamente la decisión de cambiarse de equipo se complejiza. A diferencia de una empresa un equipo de fútbol tiene hinchas. Por supuesto, hay gente que le gustan los productos Colun o Soprole, a otros los autos Peugeot o Ford, u Adidas o Nike, pero es simpatía, algo que está varios niveles más abajo del sentido de pertenencia e identificación que tienen los hinchas con sus equipos. Lo que trae aparejados sentimientos muy profundos. En la misma línea, a los seguidores de Samsung o Columbia no les interesa si sus ejecutivos se cambian de empresa; es más ni saben quiénes son. Mientras en el fútbol la pasión por los clubes se cimenta en los jugadores, quienes lo representan en el campo de juego.
Dado el fuerte contexto emocional que tiene el fútbol es impensado que los futbolistas declaren que solamente están haciendo su trabajo, como pasa con muchos trabajadores que los dicen sin reparos. Además, con el apoyo popular que se recibe diariamente por ser parte de un equipo es difícil que los jugadores no sientan una identificación con sus clubes, pese a que varios surgieron en otros lados e incluso vienen de otros países. Por eso, muchos jugadores rehúsan besarse el escudo de los equipos apenas llegan al club. Algo de ese estilo trató de sugerir Matias Zaldivia al señalar en su presentación que él solamente era hincha de Chacaritas Junior, su equipo en Argentina.
La cuestión es que muchas veces en el fútbol la identificación con el club se entiende como la animadversión hacia el rival. Por ende, si Zaldivia hubiese ido a cualquier otro equipo del mundo no hubiese generado el reproche de los hinchas de Colo Colo.
Acá radica el error ético que se le puede adosar al jugador. Por supuesto, como trabajador no se le puede cuestionar su decisión de irse a otro equipo, más cuando la institución alba no le quiso renovar su contrato. Lo que si se le puede criticar a Zaldivia es que su identificación con Colo Colo pasó por menospreciar al rival. Ahora están saliendo a la luz sus declaraciones por su gusto por canticos que hacían alusión a los 25 años de sequía que tuvo la Universidad de Chile y la no obtención de la Copa Libertadores. El problema es que aquí no solamente que hay que darle explicaciones a los nuevos compañeros, que lo pueden entender porque ellos también son profesionales del fútbol y pueden pasar por una situación similar, sino a los hinchas que ven el asunto como una falta de respeto al club.
No podemos dejar de señalar la diferencia con Jean Beasejour, que hizo el mismo tránsito, pero nunca tuvo declaraciones ofensivas contra ninguno de los dos clubes. Lo mismo se puede decir de Ricardo Gareca, quien confesó que le gustaría trabajar en Chile, y nunca ha tenido una declaración ofensiva contra a nuestra selección o equipos del país, pese a ser técnico de uno de los principales rivales de La Roja.
Seguramente con el objetivo de mejorar su imagen hacia su nuevo equipo Zaldivia borró de sus redes sociales todas sus fotos alusivas a Colo Colo, lo que, como era de esperarse, enardeció a la hinchada alba, y no sabemos si generará el efecto deseado; de hecho, hace unos días hubo rayados en las instalaciones de la Universidad de Chile contra su persona.
En conclusión, el caso de Zaldivia nos deja una gran lección a todos los que nos desempeñamos de forma dependiente (que somos la mayoría de la fuerza laboral), que aunque es válido cambiarse de trabajo, no es recomendable criticar o burlarse de la competencia, porque nadie sabe dónde ni con quién terminará trabajando.
Comentarios
25 de diciembre
Etica y moral.. ¿existe en el futbol?
0