Los últimos eventos deportivos -Panamericanos y Copa América- ponen de manifiesto un problema estructural: La neoliberalización de la vida cotidiana es despojo, desposesión y alejamiento sistemático de los excluidos de siempre a la vida digna.
Más allá de la polémica sobre la cobertura y financiamiento de una u otra, aquí quiero referirme a lo que pasa en las entrañas de nuestras comunas, como diría Jorge González: «la falta de acceso al deporte». No hablo de derecho al deporte competitivo bajo las lógicas del mercado, y los grandes festivales con auspiciadores, hablo de la pichanga, el 5×5 de basketbol (me niego a escribir basquetball, como los picao a gringo), y el 7-0 zapatero en pinpón.
Creo, antes que todo, fundamental asegurar el acceso a las condiciones materiales que posibiliten el deporte. Ojo, que esto no significa sólo hacer un cálculo de metros cuadrados de áreas verdes por habitante, para calzar con los estándares OECD, ni mucho menos. Considero, además, que el objetivo no es promover el deporte con una mirada «elige-vivir-sano», ONGista, ni Providencia running, trekking, crosffit, pilates. No. Lo que creo es que se debe asegurar el acceso a la calidad de vida entendida como dignidad, como acceso al uso del ocio, del esparcimiento, del cuerpo y el uso del espacio, la producción y apropiación de nuestras ciudades.
Creo, también, que es fundamental no perder el ojo crítico en la distribución desigual de este acceso. No caigamos en una distribución geográfica desigual de los lugares para jugar a la pelota, con un sector Oriente verde, lleno de parques y ciclovías, y los 3 cuartos restantes de Santiago debatiéndose entre el concreto, la mala iluminación y la privatización y arriendo de todos los espacios acondicionados para moverse.
En esta misma línea, pienso que promover el deporte es más que promover las calugas y el comer manzanas. Promover el deporte es promover una nueva relación con el cuerpo, con el espacio cotidiano, con el bienestar, con el derecho al ocio, a respirar, a sentirte digno de moverte. Sin duda el deporte es parte del derecho a la ciudad. Pero no solo eso, pues el deporte promueve una construcción de subjetividades distintas, cuando está bien dirigido como política pública: no es un deporte individualista, que fomenta la competencia destructiva y que reproduce las desigualdades. Por el contrario, es un deporte que fomenta el moverse en conjunto, el compañerismo, el barrio, la participación e involucramiento de las comunidades locales en sus espacios.
Pensar en una ciudad con deporte incluido es más que llenar Ñuñoa y Provi de ciclovías, es permitirte a la gente disfrutar de sus calles y su barrio, es hacerles saber que viven en un lugar digno, no en los restos indigeribles de una ciudad que los violenta sistemáticamente.
Es el deporte una huella indeleble en nuestras comunas. Yo prefiero una cancha iluminada, con personal calificado para entrenar y arbitrar a los cabros, que un estacionamiento oscuro que se convierte en foco de todo aquello que acompaña la pobreza. Pensar en una ciudad con deporte incluido es más que llenar Ñuñoa y Provi de ciclovías, es permitirte a la gente disfrutar de sus calles y su barrio, es hacerles saber que viven en un lugar digno, no en los restos indigeribles de una ciudad que los violenta sistemáticamente.
Finalmente, esto es un tema de política pública. No estoy ni ahí con la ciudad deportiva del Zamorano, con las bicis buena-onda a 5 lucas con Mastercard del Banco Itaú. Más canchas, menos estacionamientos. No estoy ni ahí, tampoco, con la distribución desigual de pasto en Santiago. Me gustaría que pedir esto fuese algo tan obviamente necesario que no hiciera falta decirlo, pero como señaló Guarello hace no tanto, que te cobren 17 lucas por trotar en la alameda, pero nadie diga nada porque así se hace running, es el colmo. Póngale nombre: No es Zalaquett, Tohá, Jadue, Orrego. Es el capitalismo, y nos quieren privatizar las pichangas.
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Arturo
Derecho al deporte….gratuito y de calidad.
A estas alturas los derechos van a ser pedidos para todo…derecho a vista bonita, a comida sabrosa, a que nos den el trabajo que nos gusta, a que la niña que nos gusta nos pesque, a tener un viajecito de vez en cuando..etc. Todo proporcionado por papi Estado, obviamente.
Uno se pregunta cuando volvió a la sociedad esta logica de que el Estado es responsable de todo, y además que lo hace perfecto. No cabe duda que las ideologías de izquierda han hecho la pega….