Un corazón y dos musas

¿Dónde quedó tu sonrisa pasable? Parece que en esta última fotografía color sepia te marcó como un tatuaje. Te observo a los ojos de papel sin saber si todavía te amo entre los recuerdos del viejo escritorio o del baúl de las antigüedades. Nunca caminamos más felices cuando nos liberamos del uno al otro, nunca fuimos más espléndidos al tener que abrir las alas cortadas para estrellarnos en el pavimento por separado.

---

Una chance más, una chance más, dame una oportunidad para hablarte al oído. Pues en los gritos de la noche no podía vivir ni morir sin ti. Vamos dame la mano y olvidemos todo. La mano dame y todo olvidaremos. Olvidemos todo, vamos, dame la mano.

¿Recuerdas como reías de aquellos malos chistes que te contaba para divertirte en las reuniones de tus aburridos y ciegos amigos? Cómo olvidar esos añorados momentos que me dejaron un amargo sabor, no en la boca, sino en mi intelecto. La ignorancia gobernaba el sitio repleto de máscaras ¡Sí! Mi musa muerta, llena del ocaso de los dones, incluso, en este momento, siento el tiempo perdido como una mala droga que circula por mis nervios, extrañándote con un poquito de asco. Y en medio del desierto, la inspiración saltó por la terraza y la vi caer del decimocuarto piso sin pestañear. Cuanto te amé a mi manera porfiada y el montón de tiempo que te dediqué con cuentos de malos finales, me convirtieron en un extraño personaje de esas virulentas novelas que hacen fantasear a los pobres diablos. Ahora te tengo en una foto pequeña con la alegría de los comunes. Tu brillo ocular me espanta, y me enloquece saber que te timaba diciéndote que el amor tenía que ser eterno. Pero todo se acaba, pues las tormentas del sur tienen la magia de finalizar y heredar el sol teñido de licor y humo de cigarros en los bares donde me desesperaba en pos del olvido morboso. Aunque –me tiembla la voz admitirlo- al quemar los laberintos de nuestras camas, logramos hacer danzar nuestras pestañas al ritmo de la lujuria, y después quedábamos exhaustos de cohabitarnos. Ahí me convertiste en piedra con tu cabello de Medusa de mil vientres.

Te prometo sobre esta foto viciosa que te amo con odio. Con mis dos corazones en tus manos, lograste escapar como un ladrón nocturno y sólo me quedaron los argumentos de engañador de mí mismo, pues me duele más sonreír que llorar. Cómo extraño el dolor de tus uñas y las tonterías que me enloquecían de tu estupidez barata. Pero así, inspirabas mis días color de ágata y blasfemos. Mentir fue nuestra unión, y los momentos de egos falsos nos elevaban sobre los pantanos. No hay súplica sobre tu foto trozada. Tu imagen existe semejante a un filo depurado y brillante que carga tu nombre en el mango. La musa, la inspiración, la agonía, regresará solamente por quererte ver volar a las profundidades del Leteo y envidiaré, triste, a tu piel por no ser ella.

Esperando verte en mis letanías,

Como ames llamarme…

Que cursi puedo ser cuando los sentimientos doblan mi razón. Pero que bien se siente enloquecer por tu amor escarlata. Culpable fui de no ver más allá de tus ojos y no apreciar el color pelirrojo de tus cabellos que enardecían el todo.

Desde la flor de los espejos y junto a la espuma oscura, naces tú, musa embellecida. Tus huellas vienen desde el abismo, quemando los laberintos de los Andes con la fuerza de tu raza gala. Y yo ahí sentado te veo nacer como el crepúsculo con las palabras asfixiantes en mí. No puedo dejar de pensar en la música que brota de tus metálicas trenzas. Hacen danzar a las nebulosas haciéndolas chocar en el universo que nos rodea delirante.

Una chance más, una chance más, dame una oportunidad para hablarte al oído. Pues en los gritos de la noche no podía vivir ni morir sin ti. Vamos dame la mano y olvidemos todo. La mano dame y todo olvidaremos. Olvidemos todo, vamos, dame la mano.

Dancemos al ritmo de esa música que sobrevive en la oscuridad clara de nuestros ojos que juegan a ser grandes y maduros. Todos los días pueden pasar y el mañana siempre será mañana, pues el momento lo podemos cambiar y estar juntos quemando con el fuego el aburrimiento en sonido stereo. Todos los días pueden pasar y el mañana siempre será mañana… Equivoquémonos y sintamos un dulce fracaso.

Tú puedes ser la oportunidad para escapar y saltar el abismo. Por eso tenemos la oportunidad, sin necesidad de la fortuna, para darle vuelta a los años y saber que ganaremos la existencia etérea. Esta noche será el mañana y no el pecado.

Tu cuello blanco sabe a miel y tus labios queman como la leña de la hoguera de los rebeldes. Tus pecas rojas son el signo de la perfección y después de rozarla con los dedos húmedos nada puede ser mejor, ni el dinero, ni la vida, ni las alturas, solo tú, renovada, entre el carmesí del alba.

No creí volver a sentir el negro corazón de nuevo. Pero ahí está tocando la puerta nuevamente sin poderlo detener. Podría volar sobre Armagedón sin prestar atención, ya que el camino lo trazaste con tus huellas de fuego. Para que mirar al cielo, si en ti, las estrellas comandan el nuevo orden. Palabras pensadas con inteligencia y conciencia de la exactitud. Nada quiero más que estar a tu lado, sintiendo tu esperanza y fuego hacedor. No me manifesté capaz de correr bajo la lluvia, sin embargo me hiciste votar por ti en las elecciones del romance.

Rompedme como ese asteroide que parte un mundo y extingue mi oscuridad con tus llamas enardecidas por ese amor extraño. Conducimos extasiados por la carretera en la noche de abril bajo los suburbios de la vieja ciudad que suda sus olores. Yo ya había visto pasar esto a otros y ahora me pasa a mí. Pasó en la mente de otros y me envuelve a mí y no es un chiste. Porque todo ser humano necesita un poco de amor verdadero y extremo, aunque sea una vez en esta aburrida vida. Entró al club y saltamos hiperactivos entre las nubes de colores, no buscamos el llanto y las ganas de morir otra vez. Tu claridad divide los mares grises al forjar la pasión.