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Todo se lo debo a mi padre

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El cielo apuntaba la mitad de la noche cuando recibí la noticia, que sobre mi nombre español con apellido aborigen había caído la nominación de ser Miembro Correspondiente por Osorno en la Academia Chilena de la Lengua.

Un inusual insomnio me hizo recordar cómo había llegado mi nombre hasta allí. Mi memoria dibujó en la oscura noche mi viejo e histórico barrio de Rahue, lugar en cual nací, en una época en que sus calles eran de piedra y barro, y en una de sus difusas calles se levantaba mi vieja casa, donde la reina del hogar era mi madre. Su reinado de cuentos duró muy poco y mi casa se me hizo inmensa para mis cortos años. Y fueron esas tablas las que vieron delinear mis primeros malos poemas, hoy no son mejores, sólo más viejos.

El vaho de un dulce mate que compartíamos con mi padre, debió empezar a encumbrar los versos y relatos que él me narraba a orillas de la negra cocina a leña, los cuales arrastré el día que por motivos del hambre debí abandonar la casa familiar e instalarme “puertas adentro” en una casa de barrio alto de la capital. Y fue allí dónde más me atacaba la nostalgia y mi desahogo era un cuaderno salpicado de aceite y versos.

Salir de la cocina para convertirme en poeta y narradora no ha sido fácil, lentamente debí subir la empinada escalera literaria, y comencé manualmente a plasmar mis primeros versos en folletos de hojas de oficios, los cuales vendía a muy bajo costo, pero me servía para cancelar la micro y además, a promover mi incipiente carrera de “escritora”. Luego vino la primera antología, y me anduve creyendo el cuento de ser poeta. Creo que al ver mis primeros escritos en un libro me dio el impulso de seguir adelante en esta difícil carrera.

Y desde esa época, mis trabajos literarios comenzaron a separarse de mis manos para tomar vida propia, se subieron a todos los medios de comunicación y rompieron las fronteras, muchos son los países y lenguas, a los cuales han sido traducidos; así también, mi lengua madre se ha escuchado en remotos países, los que en mi mente de niña jamás soñé conocer.

Desde mi designación en la Academia algo ha ocurrido en Chile, en especial, en la prensa nacional e internacional lo han destacado como un hecho significativo para mi cultura y también para la chilena. Aunque el tema lo he tratado con prudencia para no generar un ambiente de incertidumbre en ambos lados: mapuche versus “blanqueados” y, no se produzca una pugna lingüística entre el mapudungun y el español chilenizado.

No será fácil para mi pueblo entender, ¿qué hará una mujer mapuche dentro de la Academia Chilena de la Lengua? Y de verdad, recién lo estoy entendiendo. Tras razonar en una noche de insomnio del por qué mi integración. Porque es necesario entregar el verdadero valor de las palabras de mi lengua madre, las que cotidianamente se enredan en las bocas de los chilenos con términos deformados, y no es que la sociedad chilena utilice mal estos conceptos, el problema se originó en los que comenzaron a chilenizar y graficar los sonidos originarios. Pretextos podrán haber muchos: falta de tiempo, descuido, o tal vez por la sencilla razón de seguir violando la cultura de mi pueblo, y por justicia a mi mapudungun esas malformaciones linguales hay que desraizarlas de las bocas de los chilenos.

Y también, sería pretencioso decir que voy a hacer una revolución en el léxico chileno: no. La vida me ha enseñado sus procesos y creo haber aprendido sus enseñanzas con humildad y sapiencia, deseo entregar mis conocimientos básicos con honestidad en su debido tiempo y respetando la paz de todos mis muertos.

Desde mi designación en la Academia algo ha ocurrido en Chile, en especial, en la prensa nacional e internacional lo han destacado como un hecho significativo para mi cultura y también para la chilena. Aunque el tema lo he tratado con prudencia para no generar un ambiente de incertidumbre en ambos lados: mapuche versus “blanqueados” y, no se produzca una pugna lingüística entre el mapudungun y el español chilenizado.

Se abrió un camino: el de las palabras. Vendrán otros… y con fe de mujer mapuche, tengo un anhelo, que esta brecha tan amplia que existe entre invasor e invadido cada día vaya menguando, y que por raciocinio el pueblo chileno vaya entendiendo que es un pueblo mestizo.

Sé que es difícil aceptar valores que han sido tan desprestigiados; y porque soy poeta pongo mis fichas en las futuras generaciones, no quiero seguir viendo una sociedad chilena frustrada. Quiero ver a hombres y mujeres aceptándose como la naturaleza los ha delineado, amando sus rasgos que le ha entregado la tierra: serán más felices. Y visiono, que en la historia de mi pueblo la discriminación sólo sea un mal recuerdo, y que estos dos pueblos dejen de caminar por veredas diferentes.

Nota elquintopoder: Graciela Huinao es la primera mujer indígena en ser nombrada en la Academia Chilena de la Lengua.

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Foto: Wikimedia Commons

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1 Comentario

Cristián Loyola

Graciela, me emocionó «A Filo de Hacha».
En el marco de un trabajo literario con mi amigo Edmundo Moure, espero entrevistarte pronto.
Felicitaciones por tu nombramiento y espero que los deseos que has expresado en esta columna, se vuelvan realidad más temprano que tarde por el bien de todas las naciones que habitan nuestro Chile.

Con admiración.

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Graciela Huinao

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