El estudio del sol es humanista como la antigua tradición de cosas nunca simplemente humanas. Sino casi cerca del sol. Voluntad de verlo de frente y ceguera de confusiones.
Este sol no acontece desde alguna ciencia humana, en tanto estas ciencias resultan demasiado humanas. El poema no osa ponerse a sí mismo la corona.
Un poema absolutamente moderno del sol.
Pura humanidad sin tierra pero de sol. Estas líneas iniciales son solo comienzos y disfrutan.
Y gracias a unas imágenes decididas y dobles, letras moldeadas y luces impresas, palabras y fotografías, podemos movernos un rato en una órbita más próxima.
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Disponemos del mundo a la mano. Con los proyectos de inteligencia artificial ya parece que a la mano tendremos también la cabeza, entera y por dentro. Tengo amigos que proyectan apagar el mismo sol, no en quimeras sino mediante procedimientos. No me dicen que sueñan, realizan. Sin embargo, les pregunto qué sueñan por las noches en lo profundo del sueño. Se quedan silenciosos.
Los seres humanos cuando despiertos viven en un mundo común. Cuando comienzan a dormir van hacia un mundo particular, dijo Heráclito de Efeso. Los proyectos del día, bajo el sol, parecen colectivos. A la noche, si hay noche, si hay dormir y no insomnio, las cosas más singulares le suceden a cada cual y a su manera. Una nave enviada de día al mismísimo sol se transforma, a veces, a la noche, en extrañas llamas que de la nada te rodean. Y están a punto, a cada instante, de llagarnos alucinando la sensible piel.
Se espera a veces instalar un inicio. Como si hubieran comenzado los poemas una mañana, o en un mediodía.
(La imagen es una acuarela de William Turner)
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