65 años han pasado de la publicación del poema Miseria en editorial Alfa, siendo parte del libro La piedra del pueblo y que fuera presentado por Pablo Neruda. Ha fallecido el poeta Efraín Barquero, el de la Divina Comedia dicen. El poeta de lo social, hoy te lloran las calles vacías, por que tan vacías no están.
Miseria
Come el polvo de las calles, bebe el sudor de tu frente,
respira el estertor de tu mujer agonizante,
tiéndete entre las piedras y tápate con la lluvia,
levántate con noche y comienza de nuevo;
es lo que ordena el régimen y prescribe la ley.
Profetizando el siglo XXI podríamos decir con penar, levántate con cuarentena, es lo que dice la ley. Recorre tu ciudad enquistada por este virus que mata, pero más mata la miseria diaria. Crudo escrito de un hombre que ha partido, quizás olvidado, esperemos que no tanto.
Trabajo, mucho trabajo, para que no despierten
tus groseros instintos de la rebeldía
y para que seas más puro y más respetuoso.
Agacha, pues, la cabeza, besa el polvo de la tierra,
y acostúmbrate a filosofar que sólo polvo serás;
pero polvo en vida mientras amas y luchas,
miserable polvo rechazado y sacudido
como un saco de desgracias y de tuberculosis.
Polvillo de carbón acumulado en tus pulmones.
Residuo de trigo para tu estómago vacío.
Emanación de ácidos para tu boca ulcerada.
Como hablando de los y las personas más vulneradas, de los grupos y colectivos violentados y discriminados por pensar distinto. Besa el polvo de la Plaza Italia, porque no puedes llamarla Plaza de la Dignidad, eso es de miserables nos dicen. ¿Cuál es la mayor piedra de nuestro pueblo, de los pueblos que habitan este territorio? Cuál es, para merecer ese polvillo diminuto del Covid o, peor aún, de esa bomba lacrimógena en tu rostro.
Cepilla la madera, y confórmate con las virutas.
Fabrica pan, y recibe la sollamadura del horno.
Amontona los frutos, y cómete las cáscaras.
Ponte silicoso de puro entusiasmo laborioso,
y encamínate al Seguro de mañana en mañana,
y muérete esperando,
que si no pueden descontarte a ti los días que has faltado al trabajo,
porque, sin avisar, te has muerto de repente,
¡se los descontarán a tus demás compañeros!
Árboles nativos caen por miles y luego compramos muebles importados y hechos de su ancestral madera, herencia de sabiduría. Para qué, para que crezcan rápido los pinos matabosques pero que enverdecen prontamente el olvido. Quién diría que la precariedad laboral descrita por Barquero, fuese de nuestro tiempo, relojes marcan el teletrabajo incluso, mientras otros y otras mueren esperando…al son de un encuentro social de madrugada y en cobijadas salas de espera bien preparadas.
Polvo, polvo serás de cualquier modo,
pero polvo antes de tiempo y con crueldad,
pero polvo ultrajado, inmundo polvo que asciende
cuando cae un hombre traicionado por otro.
Polvo son los niños, niñas y adolescentes de un sistema que da miseria, miseria en el sename y miseria en las calles. Polvo ultrajado son las mujeres que no fueron representadas por aquellas mujeres con autoridad, pero sin una mínima empatía durante años y durante las cuarentenas también y todavía. Qué polvo hemos pisado sin, incluso, darnos cuenta. Caminamos a tientas, hasta que suenan las ollas.
Ceniza serás, pero ceniza sin haber jamás
ardido ni amado, brillado ni vivido.
Ceniza opaca y miserable y fría es tu destino,
ceniza sin haber conocido ni el amor ni el fuego,
ceniza sin recuerdos, sin nombre en el viento,
más sola que la bruma,
más triste que la nieve,
más amarga que el trigo azumagado,
más dolorosa que el hierro enmohecido,
más pobre que la cal de los míseros huesos,
más fría que la muerte si dejara un residuo.
¿Qué residuo deja tu muerte Efraín? La nieve fría y triste de nuestra Cordillera, luego de una lluvia que todavía inunda. La miseria existe, pero se esconde, total sólo son cifras, a veces con rut u otras veces con pasaporte.
Lo que más duele es tu vigencia, también tu ausencia, más el polvo de nuestro olvido. La memoria no es currículum, hoy las redes sociales tienen esa cal. Escuchemos más a los y las poetas, a los y las filósofas, que sus escritos no duren eternamente, que pierdan la vigencia.
Todavía podemos ser cenizas que ardimos, amamos, brillamos…vivimos.
Juan Alejandro Henríquez Peñailillo
Profesor de Filosofía y Máster en entornos de enseñanza y aprendizaje mediados por tecnologías digitales
Autor de www.filopoiesis.cl
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