El autor acaba de recibir hace pocas semanas el Premio Nacional de Literatura, y lo celebra con su última y reciente obra que trae como particular rasgo el estar conformada por tres cuentos largos, relatos que a primera vista dejan un par de cosas en común, a saber, todos se desarrollan en la pampa salitrera, en oficinas específicamente y en cada uno de ellos llegan hombres que protagonizarán diversas historias.
Los relatos parecen sencillos, con una estructura común, la llegada de afuerinos a las oficinas salitreras que viven experiencias que cambiarán el rumbo de sus existencias. La gracia de los tres relatos estriba en que Rivera Letelier nuevamente se sumerge en el ambiente de la pampa, esto es el calor constante, el sol, los cielos despejados, la sequedad del ambiente, cuando menciona a los árboles típicos, como el pimiento, lo imaginamos frágil con sus verdes hojas tiznadas del polvo desértico, los perros circulan en medio de la oficina con vida propia, o sea, el universo de la literatura pampina característica del autor se hace presente y se produce la magia, los relatos se tornan absolutamente verosímiles.En los relatos se alude en reiteradas ocasiones a los sobrevivientes y descendentes de la matanza de Santa María, puede parecer un truco del autor para atraer la atención del lector, pero en verdad es un ejercicio de reafirmar la memoria popular pampina y luchar contra el olvido
La primera historia se desarrolla en la oficina Altagracia, un joven violinista llega huyendo de una ruptura amorosa dolorosa, y en medio de la soledad y abandono del lugar conoce al único morador del lugar, el sereno, personaje que nunca se muestra por completo, siempre con secretos, la relación entre ambos permite que el violinista pueda seguir su rumbo vital. Relato que logra plasmar con certeza la sensación de abandono y despojo de una oficina salitrera. Aún así, en medio de la nada, ocurren una serie de sucesos que mantiene cierto suspenso en la historia, con un desenlace inesperado.
El segundo relato, se ambienta en la oficina Tricolor, aquí son dos hombres y una mujer los que llegan a la oficina, ahora se trata de un charlatán, su ayudante y una cantante lírica, con rapidez se ven envueltos en los asuntos y líos del lugar. En este caso reaparece con fuerza la veta social del autor, ya que es una huelga el tema principal, y con su consecuencia habitual los obreros pampinos luchan contra las injusticias patronales. La mujer, es un personaje relevante, que además de su hermosa voz, es abogada y sus servicios serán importantes para los pampinos. El amor aparece, pero con algunas sorpresas. Parece que el desenlace será positivo, pero una muerte cambiará el destino de los visitantes.
Finalmente, un fotógrafo llega a Los Dones, oficina salitrera donde la población reconocerá su parecido con el fallecido cantante mexicano Pedro Infante. El humor aparece predominando este relato y podría decirse que es una historia de amor con final feliz. La joven casi poseída por el recuerdo del mexicano se sorprende al conocer al fotógrafo, lentamente con toda la oficina de testigos se va configurando el romance, no exento de alguna sombra del pasado.
El desaparecido Longino revive en las páginas de estos relatos, la pampa vuelve a ser el leit motiv de Hernán Rivera, si bien exploró con éxito las novelas policiacas, retorna a su amada pampa salitrera, y con la simpleza de su lenguaje logra recrear las oficinas, estos parajes en medio del desierto más seco del mundo, pero donde hay un cine, una plaza, un sindicato, una casa del administrador, una pulpería, y sus personajes, como fantasmas resurgen para que seamos testigos de muchas historias desconocidas de una pampa que parece absorber todo ese pasado, pero que porfiadamente el autor nos sitúa una y otra vez en la memoria de los pampinos.
En los relatos se alude en reiteradas ocasiones a los sobrevivientes y descendentes de la matanza de Santa María, puede parecer un truco del autor para atraer la atención del lector, pero en verdad es un ejercicio de reafirmar la memoria popular pampina y luchar contra el olvido, tan propio de las oficinas salitreras, hoy desaparecidas la gran mayoría.
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