Estamos en una tentativa de pensar cuerpos humanos bailando desde una cierta filosofía de la danza. Entramos en diálogos posibles, tal vez todavía inciertos, con el filósofo chileno del arte Sergio Rojas, ya que se nos ha adelantado con las que constituyen indicaciones relevantes para nuestros propósitos.
Permítanme entonces una proposición inicial para esta columna. Al principio puede ella significar algo un poco insólito, entonces solicito un poco de paciencia –para ver si el sentido surge desde lugares no advertidos. Pues es de nuestro uso más evidente decir que esto al extremo de mi brazo es mi /una “mano”. Nadie osaría (digamos preliminarmente) cuestionar esta evidencia fáctica “trivial”. Aquí están mis cinco “dedos” para probar qué otra constatación de hechos indicaría algún tipo de “alucinación”. ¿Acaso podemos pensar algo diferente de esta materialidad corporal-carnal que me muestras mi mano? De partida, notemos que la carnalidad de mi mano la podemos distinguir de la idealidad del sentido de la palabra “mano” que uso (en completa seguridad), pues una cosa son las manos y otra es el significado de la palabra mano. Una cosa son esos “dedos” y otra, por ejemplo, el número cinco que uso inadvertidamente como certeza de lo que hay en mi mano.Lo único importante de ellas es la posibilidad de suspender la evidencia del nombre “mano” como corporalidad carnal, en las experiencias que nos proporciona el poner y entregar esa corporalidad a las dinámicas que llamamos “danzas”
Pues, cuándo, con S. Rojas yo he concordado en que debemos advertir cómo pensamos esa mano al modo de una “positividad de su existencia pre-dada”. Que podemos entonces pensar eso de lo pre-dado, o sea, lo “envuelto” en una evidencia aparentemente absoluta –que la “materialidad” de esa carne como mano es innegable a cualquier consciencia mínimamente lúcida-, y que, quizás, lo con tanta aparente “fuerza de cosa” de la mano puede resultar, digamos, desplazado, en situaciones en que los cuerpos dejan su estado de reposo práctico. Es decir, la hipótesis se puede indicar en el sentido en que, esa mano, en ciertas danzas o bailes, puede abrirnos a experiencias en que ya no es adecuado seguir usando la palabra “mano” para esa corporalidad. Ni el número cinco tener alguna utilidad en la comprensión del fenómeno de esas “prolongaciones” que, digamos, ahora, danzando, “vuelan” en lo extremo del extremo de mi brazo.
Creo que a S. Rojas y a mi nos interesa, por igual, el punto de eso “preliminar del fenómeno mismo del cuerpo en la danza” –como ya lo he citado en una columna anterior. Lo de preliminar habla de lo liminar, y esto dice de algo con un umbral. Un umbral parece querer decir al menos estos dos sentidos: primero, que pensamos un “lugar como entrada” (por tanto, de una salida -y localizadas ambas: aquí, en medio de todos estos posibles-); segundo, que pensamos lo anterior y lo posterior a ese “lugar” (el antes de salir y el salido). Liminar diría ese espacio ínfimo (que se dificulta llamar “espacio”), y ese instante de tiempo casi nulo, que “separa o distingue” el estar fuera del pasar dentro, y nos significa que había un momento anterior precisamente porque hay un estado posterior.
De modo que lo pre-liminar del cuerpo adquiere, para mi, dos sentidos posibles. Lo liminar de un umbral que siempre ya henos traspasado en los cuerpos (humanos) cuando hacemos experiencia cotidiana (“normal”) de ellos. Es decir, un umbral que, en los hechos, no existe, pues “solamente” hay a nuestra percepción los cuerpos materialmente ya constituidos. Y habría otro umbral o experiencia liminar: aquella que aparece a nosotros cuando, bailando, esa “materialidad evidente” se desplaza a otra experiencia. Con un ejemplo me gustaría decirlo: esa mano (muñeca, palma y dedos) como cosa-evidente, puesta en los movimientos del baile flamenco, de pronto puede derivar a una “materia” a la cual muy poco importa que “tenga cinco dedos”. Es decir, esta constatación (un pre-dado) de la mano de cinco dedos, de pronto, bailando, pierde significación.
Entonces, alguien me dirá que esa “mano” en movimientos del flamenco ha devenido una “paloma” y esos dedos en “algo como aleteando”. Es decir, que solamente la mano en cierto reposo (“normal”) se ha transformado en la mano –muñeca, palma, dedos-, girando en el aire. Pues, evidentemente eso “es” así. Sólo que, inadvertidamente, hemos pasado de una interpretación pre-dada como “simple mano”, a otra interpretación pre-dada como “mano como paloma volando”-por decir, precisamente un modo usual de hacer estos movimientos de significación.
Mi punto, en este umbral, en esta liminaridad de las experiencias del cuerpo-mano, es que en los cuerpos “activados” en danzas, podríamos poner atención a la posibilidad de una des-aparición de las interpretaciones convencionales como útiles para pensar lo que está sucediendo ahora cuando “ya no hay manos” y “parece haber solamente cierto baile”.
Se trata, por decirlo de otra manera, de una cuestión que pueden decir, aproximadamente, estas palabras: “sensaciones” o “emociones”. Que una mano en sus sensaciones “dentro de” los flujos de una danza da lo mismo que se llame mano –y que mejor parecería que encontráramos otras palabras para decirlo (o mejor: no apresurarnos a usar alguna palabra sino guardárselas y permanezcamos en eso que llamamos: “sentir lo que está pasando”).
Eso respecto de lo que nos pasa, regularmente, a los bailarines bailando. Esto es, lo innecesario de las palabras habituales –y, sin embargo, el deseo de encontrar otros modos de significar “lo que está pasando”. Dejemos estas notas aquí. Lo único importante de ellas es la posibilidad de suspender la evidencia del nombre “mano” como corporalidad carnal, en las experiencias que nos proporciona el poner y entregar esa corporalidad a las dinámicas que llamamos “danzas”.
Comentarios
29 de marzo
[email protected], una continuaciòn de mis tentativas en filosofìa y danzas –ahora indicando
hacia un interès de las filosofìas por las danzas no como
asunto «regional» : no usando conceptos filosòficos para «comentar» unas formas
de bailes y danzas que ocurren ante nosotros (como aportes, por ejemplo,
a una historia de las danzas en los mundos conocidos),,, Sino filosofìa de la danza
como una oportunidad para una cierta filosofìa «fundamental» (que comienza a
toparse con asuntos de la viaje metafìsica)–
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09 de abril
Impresionante tu aporte, para los que no manejamos tantos términos técnicos.
Maestro!