Muchos quienes no filosofan experimentan esta idea: “los filósofos son gente que piensa mucho y muchas cosas”. Ella resulta, digo, una representación bastante equivocada.
Pero much@s que dicen “ser filósofos” también lo creen porque lo dicen (y proclaman). Son, más bien, los que acumulan informaciones acerca de quienes han filosofado. Quienes, en sus mejores momentos, se representan como “eruditos” en alguna materia de lo que se imaginan se trata la filosofía.
No se necesita haber leído a Platón o a Humberto Giannini para filosofar –A. Gramsci lo supo bien: “todos los hombres son filósofos”-, pero haberlo hecho puede aportar muchas cosas para elaborar unos pensamientos, y recomendamos entonces hacerlo con cuidado.
Filosofar consiste, no en “pensar muchas cosas y todo el rato”, sino, más bien, en cierta relación con el lenguaje de las palabras. Cierta relación…, muy “compleja”, o “sutil” e “intensa”…
Enrique Lihn, uno del cual podemos afirmar: poeta, tituló un libro que habla de su propia muerte en curso: “Porque escribí”. O sea: no “Por qué escribí”…
Mucha gente me consulta: “¿Por qué escribe del sol?”, y habría que encontrar, en alguna parte, algo como una respuesta. Luego, digamos: “Escribo ‘sol’ para descubrirlo, sentirlo, crearlo, cambiarlo. Ante todo, para que me ‘sea’ algo y especial”.
Lihn responde como poeta-filósofo. Responder a un “¿Por qué escribo? Por algo; para algo. Para ser poeta o un marginal, por ejemplo. Para ser famoso o para ganar/perder algo”, equivale a decir, entre miríadas, palabras de motivos y razones usuales (y condicionadas), seguramente muy secundarias. Responder, en cambio un “escribo porque escribo”, dice que primero se escribe y luego se hace alguna pregunta –como aquellos filosofando primero usan (de ciertas maneras) palabras y luego se descubren filósofos…
Lihn lo escribió en pasado: “escribí”, como descubriéndose después un “quién soy”, un: luego de la experiencia. Simplemente todo “yo-mismo” primero vive y ‘está vivo’, y siempre relativamente más tarde se dedica a los ‘soy este o ese’[1].
Casi toda la gente de hoy se entretiene buscando “interpretaciones” de lo que se escribe. Está casi completamente legitimado culturalmente, en este siglo XXI occidental, eso de: “toda interpretación es válida” – “todo es interpretación” – “todo ocurre dentro de la cabeza mía”… “Ser libre de interpretar lo que quiera” resulta un sumun de “sabiduría” del tipo cotidiana.
A mi “me-carga”. Como primero un@ “está en la palabras” y luego “usa las palabras”, igual ocurren primero los lenguajes –las formas posibles del “sentido”-, y bastante después vienen todas y todas esas usuales y condicionadas libertades del “pensar-y-hacer-lo-que-quiera”.
Quisiera, casi siempre, mostrar esas “situaciones-de-inicio”. No los resultados -tan llenos de diferencias e interpretaciones “al tun tun”. No me importan las interpretaciones muy-muy personales, o “complejas & creativas”. Ni las obvias, llenas de “cosas nuevas”.
Pero esta cultura contemporánea está full de eso. Tod@s agentes estresados y felices interpretando (“trabajólicos” se dice en las empresas productoras de cosas modernas). Queriendo mostrar “inteligencia”, deseando reconocimientos. “Buscando-amor”. Queriendo, finalmente, “ser-alguien-en-este-mundo”. No tod@s…
En ese <Estudio del sol> ocurrido por 2022, hay un par de páginas que inciden en estos asuntos de un modo más explícito:
La página 126 trae una prosa donde intento “orientar” la lectura del poema en la página 127. La primera no tiene título (y debiera ser esa misma frase); mientras la segunda dice, arriba: “Dame sombras también”.
No me importan las interpretaciones de ambas. Eso parece muy secundario. Y, ante todo, me importa cómo se podría “mejor” leer el “Dame sombras”… Rosabety Muñoz, una premiada poeta de Chiloé, Chile austral –tierras bellas-, no gustó nada mi intento –cuando asistió a la “presentación” de ese “Sol” en su ciudad.
Ella entonces se dijo como “libre y abierta”, y poeta-ambigua para “dejar-mayores-libertades”. A lo cual argumenté una intensa oposición.
Entonces, esa “orientación·” dice: prefiero que usted lector viva cierta experiencia y use ciertas palabras cuando lea lo de frente. Digo: “En-definitiva”, parece que soy feliz y escribo felicidades –y lo del frente consiste en otra de ellas. Y la mayoría de humanos se avergüenza por eso (o le tiene terror a la experiencia). Así que me voy a apoyar en el amigo anterior Walt Whitman, que escribió cosas como estas (y repito algunas)…
Debiera decirse entonces: “porque escribo del ‘ser-feliz’ parece que soy y algo más”.
Y le “echo-la-culpa” al sol. Para “ser-coherente” con el libro entero y porque el sol cotidiano de esa primavera de 2022, cada mañana brillaba y calentaba más y más. Y, al intentar mirar lo que hacía, me enceguecía y quemaba los ojos. Me daban unas fiebres, y seguía escribiendo…
Hasta que lo suficiente para publicar un libro.
Filosofar no equivale a un “pensar-mucho”. Equivale más bien a “estar-hablando-escribiendo-de-ciertas maneras”. Uno primero usa & escribe, y entonces se descubre pensando “cosas”.
Al inicio de un pensamiento y un libro, no se “sabe-qué-es”, sino que elaborando las frases (de ciertos modos) se puede llegar a descubrir un@ un/a pensador/a (o un poeta). Esta misma disquisición ha ocurrido de esa manera…
No me gusta la gente “llena-de-interpretaciones-novedosas”, como tampoco los sonrientes hipócritas –o los aparentemente in/ofensivos que se puede “amar-sin-peligro”. O los escritores inventando trucos y artificios “monstruosos” –como, a veces, le ocurre también a nuestro José Donoso (o como muuuchas páginas de Hegel donde….).
Lihn termina “simplemente”:
Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.
[1] La estupenda enseñanza de Heidegger de atender a lo “anterior a lo que es”. O que el “ser” ocurre mejor que meras palabras.
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fernando viveros
He meditado un poco largo què comentar d’ esta columna…
Pero los dos versos finales de Enrique Lihn me conmueven
tanto, que mi comment serà repetirlos =
Ellos describen l’ inmortalidad que quisiera comunicar
al rostro del vate Jorge Montealegre y sus escombros…
anysur
Es bien molesto que ha uno lo mal-interpreten, es un problema de comunicacion, a veces no se habla el mismo idioma ( ese ser libre y abierta) , no saben escuchar, tienen prejuicio, infieren, a veces carecen de empatia con el emisor. Pero, a traves del dialogo se puede ir resolviendo los problemas de comunicacion ( que son muchos), cuando esta la intencion, como comentario.