Cierta noche Malaquías pensó en ser completamente cuerdo. Malaquías expresó: “para lograr ser cuerdo y por consecuencia feliz, se debe estar carente de pasiones y ardores. Lo primero por hacer es nunca enamorarme de ninguna dama. Al observar la belleza de cualquier mujer, diré: esas mejillas se arrugarán como una pasa, sus hermosos ojos terminarán rodeados de telas rojas, esos pechos acabarán lisos y caídos, las nalgas serán flácidas como una gelatina. De esa forma solo tengo que visualizarla de esa manera y ninguna joven me hará enloquecer.
Después tengo que ser sobrio. Evitar los manjares exquisitos, los vinos deliciosos y las drogas alucinógenas. Debo imaginar las consecuencias de los excesos, la pesadez en la cabeza, el estómago revuelto, las diarreas incómodas, la pérdida de la razón y las metidas de patas. Tan solo me alimentaré por necesidad y de esa forma mi salud será buena y las ideas de mi mente puras y reflexivas.Malaquías , tu fortuna será otra cuando aprendas a usar el juicio no como una regla de vida ordenada, sino como solo momentos que van y vienen. No puedes planificar tu felicidad basado en el dinero, las propiedades, la salud y el juicio intelectual.
También hay que dar importancia a la fortuna. Mi dinero y propiedades estarán seguros en las manos de un buen contador y jamás deberé pasar como un arrastrado y lambiscón de algún político corrupto.
Y es importante rodearse de amigos —reflexionaba— me mantendré cerca de ellos, ya que nunca tendrán nada que sacarme en cara. Evitaré enojarme con ellos y siempre me serán fieles. Es un plan perfecto”
Organizado su plan de vida Malaquías asomó su rostro por la ventana. Respiró profundo el aire nocturno. Pudo ver a tres mujeres que caminaban bajo su residencia. Le llamó la atención una de ellas que le pareció muy bella y joven en comparación a las otras dos. La bonita se miraba muy preocupada y a cada momento lloriqueaba. Bajó a la calle para preguntarle que le sucedía. La chica le narró sobre los atropellos por parte de sus padre. Ella lo invitó a que la acompañará a su casa para poderle contar más de sus serios problemas. Malaquías era muy juicioso y admirado por sus consejos y deseaba compartirlos con tan bella mujer.
En su casa, hablaron de sus asuntos. Ella con las piernas muy cruzadas con una corta falda movía las manos gesticulando su problemática, Malaquías solo le miraba las manos de una forma tierna. Sus miradas chocaron y los consejos de Malaquías se hicieron muy cariñosos.
El padre entró en la habitación y con pistola en mano le gritó que esta ofensa se pagaba con la vida o con una buena cantidad de dinero para lavar el honor de su hogar. Malaquías tuvo que entregar todo lo que portaba en sus bolsillos.
Regresó a su residencia enfermo de la impresión y con el dolor de haber perdido una gran suma.
“Si me quedo en mi casa me enfermaré de los nervios”, se dijo. Llamó a uno de sus grandes amigos. Pronto estaba en una estancia festejando. Tomó un poco de vino para los nervios y terminó borracho, bailando sobre la mesa de billar. Le invitan a jugar en ella y comenzó a apostar, pierde el dinero y queda debiendo cuatro veces más de lo jugado. Se inicia una fuerte discusión y uno de sus grandes amigos le saca un ojo con un taco. Malaquías es abandonado borracho, sin plata y tuerto en el jardín de su casa.
Despierta aturdido y con un parche en su ojo. Envía a uno de sus mozos a buscar dinero donde su contador para pagar la deuda de sus amigos íntimos antes que vuelvan por su otro ojo. Regresa el mayordomo para decirle que el contador invirtió su dinero en una financiera que acaba de ser intervenida por fraude.
Malaquías se vuelve loco de la furia y sale directo a la oficina del gobernador para solicitar una investigación. Entra en las oficinas y espera el momento para que lo puedan recibir. El tiempo vuela y nadie le hace caso. Llega el asistente del gobernador y le pide que espere más. Sentado en un rincón mira que el gobernador pasa rápido y Malaquías le lanza un grito de reclamo. Dos policías terminan sobre él. El asistente le pregunta cuál es el escándalo.
Malaquías le cuenta lo sucedido y el asistente le dice: “Mi señor, no vuelva a venir a contar historias sobre el sufrido contador que como sabrá la está pasando muy mal en su desdicha y su madre, mi tía, necesita tranquilidad. Pague sus deudas y no corra el riesgo de perder algo más que un ojo.”
Y así Malaquías, que durante la noche hizo un plan perfecto en nombre de la cordura, jurando evitar las mujeres, el vino, el juego, el sexo, las peleas, y tener que ser un lambiscón de un político, terminó siendo robado por una fina meretriz, se había emborrachado, jugado, había peleado con un amigo, perdido un ojo, quedado en la quiebra y tuvo que arrodillarse por favores frente a un político corrupto.
Regresó a su residencia y vio como los acreedores enviados por sus amigos la vaciaban por las deudas. Malaquías se recostó en el suelo y pudo ver como un golem descendía del cielo. Brillaba con luz propia e iluminaba todo a su alrededor.
—¿Quién eres?
—Soy tu golem. Tu golem misericordioso —le contestó.
—Regrésame mi dinero, mi ojo, mi salud, mi juicio, mis propiedades —le exigió Malaquías.
Malaquías le explicó lo que le había pasado.
— Malaquías, tu fortuna será otra cuando aprendas a usar el juicio no como una regla de vida ordenada, sino como solo momentos que van y vienen. No puedes planificar tu felicidad basado en el dinero, las propiedades, la salud y el juicio intelectual. No debes vivir bajo un plan perfecto. Has conseguido una gran enseñanza que te hará más sabio. Una nueva oportunidad de ver el mundo desde una nueva óptica —dijo su golem misericordioso.
—¿Nueva óptica? ¡Ah! ¡Qué putas! No creeré en tus decoradas palabras —le refutó Malaquías— hasta que me devuelvas mi ojo.
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