La historia nos muestra que la relación del fútbol con la política es fuerte, tan fuerte que muchos inician su vida política a través del fútbol. Así como en el pasado existía el refrán “a falta de pan bueno es el circo”, hoy podríamos sustituirlo por “a falta de política bueno es el fútbol”. Ejemplos tenemos por doquier.
En Italia, antes de iniciar su vida política, Berlusconi optó por tener medios de comunicación y ser presidente del equipo de fútbol de Milán. Con tales antecedentes, y una fortuna en su bolsillo, se lanzó a la política. Los electores votaron por él confiados en que como tenía tanta fortuna, no necesitaría robar. Terminó su carrera política involucrado en escándalos faranduleros y financieros. Por estos días parece querer resucitar.
En Argentina, Macri, antes de ser alcalde de Buenos Aires y presidente de la república fue presidente de Boca Juniors. La tribuna, la cobertura que provee el fútbol es inmejorable. Si a eso le agregas tener la propiedad de un medio de comunicación masivo, miel sobre hojuela.
En Chile, luego de perder la elección presidencial del 2005 ante Michelle, Piñera, que no da puntada sin hilo, decidió comprar Colo Colo y el canal de televisión ChileVisión. Se le conocía como hincha de la Católica, pero “business is business”, y sacando cuentas, con Colo Colo en la mano, el triunfo en las elecciones presidenciales sería pan comido. Y así fue, facilitado por la primera incursión presidencial de Marco Enríquez-Ominami, desertor del partido socialista. Conquistada la presidencia de la república el año 2009, vende Colo Colo. Ya había logrado su propósito. Y como ministro del deporte no encontró nada mejor que designar a su amigo Gabriel Ruiz-Tagle, a quien había colocado en la testera de Colo Colo.
También lo hemos observado en las elecciones municipales, y ahora en las parlamentarias. La lógica de este sendero para conquistar a los electores es impecable. Con futbol en mano todo se ve facilitado. Accedes a los potenciales electores por una vía no política, yendo a los clubes deportivos, participando en bingos, donando camisetas, banderas o llaveros, compartiendo asados, sonriendo y abrazando a la gente, conversando sobre lo divino y lo humano, de los “problemas” de la gente, no de política. La idea es pasarla bien. Pura buena onda. Pareciera que su filosofía fuera no calentarse la cabeza, que la vida es más simple de lo que parece. Unos golpecitos de espalda y listo, no nos enfrasquemos en el tema de las AFP, las Isapres, la mala educación o el modelo económico, o el cambio de la constitución. ¿Para qué? No nos compliquemos la existencia, mejor veamos el tema de la pelota y que sea redonda.
Es imperativo revalorizar, reivindicar la política, la verdadera política, no la política vacía, sin contenido, que no es otra cosa que la politiquería, particularmente por parte de los jóvenes, lo que no votan. Deben dejar de mirar la política desde afuera e involucrarse fuertemente. De lo contrario corremos alto riesgo de no ser partícipes de nuestro destino.
Estábamos con una política banalizada, pero que pasaba desapercibida gracias a una generación futbolística dorada. Ahora, al quedar eliminados, cuando la soberbia nos hizo creer dioses, nos quedamos sin futbol y sin política.
Es imperativo revalorizar, reivindicar la política, la verdadera política, no la política vacía, sin contenido, que no es otra cosa que la politiquería, particularmente por parte de los jóvenes, lo que no votan. Deben dejar de mirar la política desde afuera e involucrarse fuertemente. De lo contrario corremos alto riesgo de no ser partícipes de nuestro destino.
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Lastenia
Sólo veo los partidos de la Selección, pero para mí, el fútbol es una entretención o pasión para la gente y ¡UN GRAN NEGOCIO! desde distintos ámbitos: para politiquería, -como dice el artículo- ya que utilizan a la gente de los clubes de los barrios, si poco o nada seguramente les interesa el fútbol como deporte. Y los partidos de la Selección sirven para ganancias de los empresarios, ya que habiendo partidos ¡Todos ganan!
Ahora están «todos de muerte».