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Día del Patrimonio, fiesta de las máscaras

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No soy un trasplantado cultural pretendiendo vivir en Venecia. Tampoco mi intención es alentar a algún “creativo” del gobierno para importar esta tradición italiana a las calles nacionales. Mi objetivo es más modesto: tratar de esclarecer por qué nuestras autoridades celebran el “patrimonio”.

¿Es un asunto de marketing? ¿El patrimonio está de moda? ¿O es un asunto de genuino interés de las clases dirigentes de nuestro país? (considerando la perfecta integración entre agentes públicos y privados en esta celebración) ¿Qué hay detrás de esta empresa nacional? ¿Quién está detrás de la máscara cultural? Y entiéndase bien, no quiero significar la máscara con el villano, ya que éstas siempre han sido parte de la historia cultural de la humanidad, desde los bailes tribales hasta la irrupción carismática de Anonymous. Pero asimismo, siempre nos ha acompañado esa curiosidad compulsiva por saber quiénes están detrás de ellas, y yo no soy la excepción.

Como investigador considero necesario desenmascarar esta idea festiva e inventada del patrimonio. Aclaro que la instauración de la celebración del día del patrimonio me parece ha servido para que la ciudadanía tome mayor conciencia del valor de nuestra historia y tradiciones. No obstante, esta celebración no puede ocultar la preocupante contradicción que yace en las políticas públicas sobre el patrimonio en nuestro país.

No puedo dejar de pensar en el polémico afiche que promocionaba este evento que incluía al Costanera Center y al Mall de Castro como sitios patrimoniales. Tal vez esa imagen es lo que mejor representa el imaginario patrimonial de nuestras autoridades gubernamentales. Un sinfín de sitios representados por siluetas sin contenidos, un conjunto de lugares ajenos a la vida social que los sustenta. Al fin y al cabo una clásica forma sin contenido.

Debido a esto es que no me extraña que en plena celebración del patrimonio, los vecinos de Yungay se hayan declarado en alerta ante las transformaciones que pretenden autorizar la demolición de construcciones históricas en favor de intereses inmobiliarios. Han programado asambleas, protestas y denuncias públicas contra el Alcalde Zalaquett, pero esto no ha aparecido en las noticias, aparentemente porque podría entorpecer la fiesta. Y en el otro extremo, la difundida información de la compra de los ascensores de Valparaíso por el Estado. Sin embargo, inmediatamente anunciada la adquisición, la propia Ministra de Bienes Nacionales expresa que lo que viene es evaluar su “plan de negocios”. Esto deja de manifiesto en qué piensa nuestra clase dirigente cuando habla de patrimonio “oportunidades de negocio”, “turismo cultural” o “exhibiciones del pasado”. Por eso este domingo pululaban los personajes disfrazados y anticuarios acompañados de pomposos autos antiguos, mientras el patrimonio de nuestros pueblos originarios -su Tierra- son invisibilizados. Lo mismo el patrimonio urbano destruido o amenazado por intereses inmobiliarios no aparece, menos todas nuestras tradiciones campesinas que se niegan a morir en manos de la modernización.

Para nuestros políticos y empresarios criollos el patrimonio es un asunto del pasado, algo que no entorpece sus planes de negocios. Al contrario, puede ser una buena fuente para generar riqueza y, como una externalidad positiva, crear empleos con sueldos mínimos, sobre todo si al lado del patrimonio se pueden construir malls. Desconocen o ignoran el sentido profundo que está adquiriendo la discusión patrimonial tanto en la academia como en el espacio social, donde el patrimonio deja de ser un hecho del pasado para constituir una poderosa forma de resistencia social contemporánea contra los abusos de las empresas inmobiliarias o turísticas. Puede ser un freno al mal entendido progreso, que beneficia a tan pocos y sacrifica tanto patrimonio, entendido no como un monumento, sino como una memoria social que empieza a activarse en contra de la globalización y las modernizaciones urbanas. Quizás un peligro para inversionistas dirían nuestros nuestras autoridades. Tal vez si comprendieran este nuevo fenómeno patrimonial ya no convocarían, como invitando a un asado en sus patios, a nuevos días de show patrimonial.

Lo que requerimos son líderes públicos que asuman la dramática destrucción diaria de nuestro patrimonio cultural (y natural), que no da para celebraciones sino más bien para lamentos. Se requiere que dejen de pensar que el patrimonio es proteger fachadas para construir centros comerciales en su interior, como se puede apreciar en el “Slow Mall”,que yace al interior del otrora imponente edificio de “El Mercurio”. O que dejen fenecer por muerte natural arquitectura tan valiosa como el Portal Fernández Concha, por no mencionar la riqueza patrimonial de muchos barrios capitalinos y ciudades del país, amenazadas por la sociedad del consumo que ven en los condominios de altura y malls la mejor manera de vivir. Y si eso destruye nuestras tradiciones, conculcando el propio interés turístico ya no es preocupación de las autoridades, porque no hay día de la destrucción del patrimonio, porque en ese caso los sitios no cabrían ni el más grande de los afiches.

En tanto, nuestros políticos posan felices celebrando la carcasa del patrimonio, mientras tras las máscaras rondan las inmobiliarias pensando que negocios serían rentables. Por eso requerimos de líderes políticos que realmente piensen en el lado profundo del patrimonio, articulando una política pública coherente y consistente para proteger y dar nueva vida a nuestro patrimonio.

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Cristina Ovalle

02 de junio

Estimado Mauricio,
Estoy plenamente de acuerdo en que la visión de muchos en este país respecto a la relación entre patrimonio y desarrollo es justamente un obstaculo que impide el progreso ecónomico o el crecimiento de chile (que finalmente beneficia sólo a unos pocos y destruye la calidad de vida de muchos).

Estoy de acuerdo también que frente a los conflictos existentes actualmente en nuestro país entorno al patrimonio y desarrollo, el día del patrimonio cultural no puede limitarse a una simple celebración.
Sin embargo, me sorprende que usted como investigador primero realice una lectura tan simplista del afiche del Día del Patrimonio, sobre todo luego de la polémica que se ha generado al respecto. Esta generó el espacio esperado para que en numerosos medios el secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales evidenciara la intención de la institución de aprovechar este día no sólo como una celebración si no también como una instancia de reflexión y crítica frente a los conflictos que enfrentamos como país en relación a la temática 2012 del DPC, que sin duda no fue puesta de manera fortuita, como tampoco así la gráfica del afiche.
En segundo lougar si hubiera indagado un poco más en lo que consistió la organización de este día habría notado que se realizaron 3 seminarios, uno en Bíobío, otro en Valparaíso (cuyo tema fue patrimonio y educación) y finalmente uno en Santiago. En este último la temática fue la relacion entre patrimonio y desarrollo, en donde participaron diversos expositores nacionales y asistieron 150 personas y mas de 450 lo vieron a través del streaming proporcionado por el CMN.

Este comentario se lo hago no en defensa de las autoridades ni de los líderes públicos de este país que me parece que tienen graves falencias y desconocimiento en relación al tema. Pero si en defensa de algunos y de ciertas instituciones como la DIBAM y el CMN que estan haciendo los esfuerzos (a pesar de las inmensas trabas que genera la ley de monumentos actual para el quehacer de estas entidades), para que justamente la ciudadanía y las autoridades no sólo tomen conciencia sobre el patrimonio de nuestro país como una especia de tesoro congelado en el tiempo si si no como una realidad que se construye a diario y que está afectando la calidad de vida de todos los chilenos.

Me parece que la inciativa de la temática de este año del DPC (la cual no fue mencionada en su artículo) no fue para nada una manera de cubrir la realidad actual. Yo que si he estado informada de las actividades y he seguido en la prensa la famosa polémica del DPC creo que por primera vez este día ha contribuido en la discusión del importante papel que cumple nuestro patrimonio en la calidad de vida de las personas y de la importancia de fortalecer las coordinaciones sectoriales del estado, de los privados y de la ciudadanía frente al actual escenario de crecimiento como país y la necesidad de primero reflexionar y planificar y luego conciliar su relación con materias patrimoniales como parte de ese desarrollo.

04 de junio

Estimada Cristina; parto diciendo que tengo un profundo respeto por el servicio público, y como institutano y profesional de la U. de Chile, una gran valoración de la «dimensión pública» por eso incluso mi reclamo, en temas de patrimonio veo un estado «ausente», porque no se trata de seminarios más o menos, donde vamos los especilistas o interesados en el tema, de hecho si estuve informado de las actividades que mencionas, y fueron asitentes del proyecto Conicyt que dirijo a ellas, es más agrego el interesante seminario Internacional de Conservación y Restauración del patrimonio efectuado en la PUC, en donde me tocó ser expositor, pero insisto ese no es el tema, ni tampoco mi rol de investigador andar informandome lo que hace la burocracia pública, siento que mi deber ético es estar con quienes sufren el abandono de su patrimonio, o como la ciudadanía muchas veces sin entererase ve destruir su memoria colectiva, eso es lo que me preocupa y veo al estado y a los privados que tu mencionas muy lejos d ecomprometerse realmente con el patrimonio si no es como un foco de negocios, y eso no se cambiará haciendo buenos seminarios, sino un cambio profundo en las políticas públicas.

Ximena Orellana Luna

03 de junio

Estimado Mauricio:

La lucidez de sus palabras refleja muy bien mi opinión respecto al tema.
Claro está que, paralelamente al “show de máscaras” ofrecido a la ciudadanía, uno que otro seminario complementario se desarrolló tratando de darle un poco más de peso a esta iniciativa, pero la idea central y la molestia generada que a muchos nos queda es la misma. Es esa contradicción e incongruencia que esta instancia representa, cuando para muchos es sabido que quienes la organizan con “máscaras y cotillón” (tomando su interesante analogía) son los mismos que con sus acciones, aprobaciones o desaprobaciones no hacen más que descuidar o, lo que es peor, destruir descaradamente nuestro patrimonio con fines comerciales y de cuestionable “desarrollo”.
Se abrió diálogo y discusión, eso sí. Se valora que a través de esta fiesta popular se invite a la reflexión y cuestionamiento acerca del valor de lo heredado, al valor de nuestras tradiciones, al verdadero valor y alcance de nuestro patrimonio. Se valora que tal vez esta fiesta continúe, pero sin antifaz…mirando a los ojos.

Atentamente,
Ximena Orellana Luna

P.D.: Interesante ejemplo el de Suiza, donde hace unos días fue movido completamente un edificio histórico de 6.000 toneladas en Zurich, para abrir paso a un nuevo proyecto. Una reciente y ejemplificadora muestra de desarrollo y, a la vez, valoración y protección del patrimonio cultural arquitectónico de esa ciudad.

04 de junio

Gracias Ximena, efectivamente ese es un buen ejemplo de como preservar el patrimonio!!

Daniel

05 de junio

Profesor:
Me parece una reflexión interesante. Por lo que entiendo, el patrimonio dice relación con aquello que podemos heredar. Historicamente la herencia simpre fue entendida en terminos de «bien intercambiable». Ya fuera un territorio, capitales financieros o una hija. ¿No es en ese sentido esperable la actitud mercantil de nuestra clase política en relación con esta «herencia» cultural? ¿Cree usted posible otra relación?

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