La pesadilla. Una tarde noche, a un amigo algo cercano cuyo nombre es imposible –y en algún lugar del mundo-, su amor le declara abandonarlo y da media vuelta. Vive él entonces un momento de, llamémosle: “angustia”, límite (límite con algo). Luego va en una micro por el centro de su ciudad-de-siempre y solamente piensa en dónde-irá-a-dormir a continuación. Debe “ser” un hotel barato. Pero alguien se “nubla” en su entendimiento. Ya está en ese downtown. No logra dar con la imagen del ‘dónde dormiré solitario ahora’.
La experiencia. Esa vez estoy invitado a la casa de sus padres por una amiga un poco bonita y con un aura para mí. Tengo unos veinte y algunos años. Todo parece tener algo-que-ver con teatro. Es de día. El padre pareciera haber encontrado algo en mí. Me consulta que cuál sería la ‘cosa-que-verdaderamente-quiero-saber’ en la vida. Respondo más o menos vago: “Saber la palabra donde cabe todo el saber del mundo y del saber posible”. Algo sorprendido, dice como pensando-en-voz-alta: “¡Vaya! Hay una gran cultura antigua donde cierta “secta” se propuso conocer la palabra que resume el Universo. ¡Y tú también!”.
La definición (¿o el “qué-es”?). Hay palabras que te han estado esperando como desde siempre. Luego de muchos laberintos, allí están porque allí estaban… ¿Qué es una ‘definición’?, resultaría uno doble: el laberinto del “qué-es”, más el laberinto de “la-definición”.
Se usa tanto alrededor este: “es-esto-o-eso”. Se usa igualmente la “búsqueda(incesante)-de-una-definición”. Y yo, sin saber algún ‘porqué’, m’ he encontrado, inmisericordialmente, en la palabra y contra ella. Tal vez todo ello –el “es” y el “yo”-, “son culpa” de la tradición de la filosofía. De un Platón, probablemente. Y como ‘la-filosofía-no-sirve-para-nada”, pero las épocas humanas (del Occidente), hablan sus palabras ‘importantes’ como leídas y entonces sacadas de un escrito de alguno de esos Grandes –así de “poco-sirve-ella”-, a mí se me confunden el habla cotidiana de las calles del “siglo XXI” con una línea de Aristóteles…
Pareciera que, desde ellos, habiéndolos leído y encontrado “muy-verdaderos”, para las mayorías el asunto: “la-definición”, se volvió moneda-de-cambio-humana indispensable para un ‘estar-en-el-mundo’ menos angustiado…
Cierta identidad se produjo entre: “definición & realidad”. Entre el: “esto-es-eso(y no eso otro)”. De modo que “es” bastante frecuente que hasta las clases de los más reputados intelectuales-académicos de “las-mejores-Universidades-de-Estados Unidos”, si inicien “definiendo-el-problema(o la cuestión)”. Como si, sin definición-de-entrada, no fuera posible hablar-de-algo(y no desea otra cosa). Como si definir resultara un prealable del conocer –a lo cual un Heidegger, añadiendo: ‘Stimmung’, añadiría: una precompresión del mundo y de cualquier cosa…
Al cura, filósofo de arte y la poesía (y militante Opus Dei), José M. Ibáñez L., un tremendo lector-no-creador chileno, Cristian Warnken, pregunta, ante-las-cámaras, “¿Qué es la poesía?”.
Y, ante mi cierta sorpresa, Ibáñez L. acepta la pregunta sin (pre)comentarios, sometiéndose a su dominio “sin-percepción-alguna”, precisamente cómo funcionan las “estructuras”. Esas hegemonías en la “consciencia-humana”. Im/perceptiblemente. Casi dulcemente. Y el sometimiento a su “control” no solamente resulta indoloro sino hasta placentero.
Afortunadamente también recuerda a Agustín de Hipona cuando escribe que si no le preguntan “qué es el tiempo”, lo sabe, si-no etcétera…
El asunto, aquí-y-para-mí, se dice: Algo como ‘poesía’ ocurre antes de cualquier definición, y “la-definición” puede aparecer en movimientos-circunvoluciones poéticas.
Se embarca luego, el par Ibañez L./Warnken (ante-las-cámaras), en un largo periplo de “intentos-de-dar-con-una-buena-definición”… de ‘poesía’.
De pasada, se endilgan en referencias mutuas a los títulos, reconocimientos y halagos que han recibido (y continúan recibiendo ante-las-cámaras), en sus “largas-trayectorias”.
Sucede ‘como-si’ (Derrida), l’ ausencia de una definición para comenzar el programa-de-conversación, imposibilite o eche-a-perder todo lo que siga…
Warnken ha citado-recordado una ‘anécdota’ de J. L. Borges al final de un ciclo de conferencias-académicas de 1967-68 en la “prestigiosa-Universidad-de-Harvard”. Y Borges también parece “pisar-el-palito”. (A propósito de lo mismo, este “pisar” comprende-supone esta conexión profunda/paradojal de placer-sufrimiento).
La interpretación que presenta Warnken dice que “parece que Borges se sintió acorralado”, entre las “disquisiciones” que había planteado a la audiencia todos esos días, y las miradas y Stimmung de la tropa de profesores-escuchando-juzgando…
Entonces habría percibido que “tenía que definir qué-es-poesía”. Y respondiéndose en seguida, así mismo, habría iniciado una breve letanía de “aproximaciones” tan insulsas como un: “Poesìa es la expresión de la belleza por medio de palabras artísticamente entretejidas”. Frase, además de hueca, bastante snob (‘simulacro’, Baudrillard). Donde las palabras de la respuesta funcionan, no solamente en una “estructura” parecida de hegemonía del pensar, sino que, cada una (“belleza”, “arte”, “expresión”, “mediación”, y hasta: “palabra” y “tejido” –texto-), presupone tanto (al pasarlas-por-alto), que pensar esa, o desde esa, respuesta es generarse “más-problemas/confusiones” y “más-necesidades filosóficas”…
Como cuando he comparado una frase-definición de filosofía escolástica-dogmática de “ente”, con el asunto-ente que propone Platón en <El sofista> y que Heidegger pone como epígrafe en <Ser y tiempo>[1].
De modo que seguramente la anécdota es apócrifa.
Warnken prosigue: “Pero Borges agrega: Esta definición podría valer para un diccionario…”, como queriendo decir: no dice finalmente casi nada. Menos le creo a la anécdota (a menos que haya menos que creer a Borges), pues un “diccionario” consistiría en un “todas-las-palabras-conectadas-unas-con-otras”. O sea, en alguna las dice todas. Donde el “significado” de alguna consiste en relacionarla con las otras (in/definidamente).
De modo que diccionario y laberinto aparecen parientes –y Borges los amaba… (dicen).
De modo que una palabra cualquiera de un (buen) diccionario viene a decir mi decir ante la pregunta del padre de mi amiga-con-aura: ella resume el Universo en su unidad sencilla y evidente.
Si la “definición” es hija de la tradición de la filosofía, y ella siempre también dice: “de/finición”, que finaliza, que pone límite, ella resulta el eco resonante de todo comprender. Inicia el saber-humano mientras lo impide…
[1] Consultar mi “Filosofar o hacer historias de las filosofías”, Ril Eds., 2024
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viveroscollyer
…. hace rato que a esta sra., la filósofa o la filosofìa, le tenìa preparada esta página. Por fin me des/ahogué …
O : còmo mandar a paseo esas dominaciones del discurso de «definir», que hay que hacer definiciones («para comenzar a discutir», «p’ aclarar de-qué-hablamos»)…
De lo dominante, errado y ya tan inadecuado del preguntar (aparentemente tan fundado aunque tan falsamente inocente), –