A pesar que Colipí y Mañil eran enemigos irreconciliables y se combatían a muerte, la verdad es que en lo político eran bastante parecidos. Ambos representaban extremos: a los indios amigos el primero y a los indios infieles enemigos el segundo. Ambos eran de una sola línea táctica, de un solo camino, lineal y recto. Fiel a sus discursos ninguno de ellos traicionó su palabra. Colipí murió siendo amigo y aliado de los winka. Mañil por su lado se mantuvo como enemigo hasta sus últimos días.
Ambos mantuvieron fidelidad a su visión y a su discurso. Consecuencia política se le llamaría ahora. Calfucurá en cambio no fue nada de eso. El lonko de Salinas Grandes en un ir y venir zigzagueante nunca mantuvo una sola conducta y por el contrario hizo gala de una gran flexibilidad frente a los blancos. Algunas veces se unió a ellos para enfrentar a indígenas rebeldes otras tantas se unió a estos para atacar la frontera. Una conducta parecida guardó frente a los otros partidos mapuche. Luchaba junto a los indios infieles en algunas oportunidades, pero cuando tenía que atacar a los mismos lo hacía sin ningún miramiento. Como lo hizo junto a Colipí contra una partida de arribanos que regresaba con su botín desde la frontera de Buenos Aires o como lo ejecutaría después contra Coñuepán, que revistaba como indio amigo en Bahia Blanca.Unido a los amigos en tiempos de paz y aliado a los infieles en tiempos de guerra, Calfucurá siempre tuvo los aliados adecuados en el momento que los precisaba
No, Calfucurá no se amarró a ningún discurso ni a ningún compromiso. Si algo caracterizó a su política esta fue la flexibilidad. Unido a los amigos en tiempos de paz y aliado a los infieles en tiempos de guerra, Calfucurá siempre tuvo los aliados adecuados en el momento que los precisaba. En constante movimiento político era tan difícil de identificar como de atrapar. Su rostro era una mascara. Era el amigo y el infiel al mismo tiempo.
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