Lo que me molesta no es “Techo”, sino el calamitoso estado del negocio de la televisión y lo que ella motiva en materias de solidaridad o deberes de Gobierno. Encuentro pernicioso hasta decir basta todo el show farandulero cuando interviene en cuestiones que debieran ser resueltas por la Política, en su más amplio significado, incluyendo ahí fundaciones, ONG y juntas de vecinos.
Estoy desde hace unos días en un lugar con muy mala señal de internet; desgraciadamente me entero tarde y a la rápida de la delicadeza que ha tenido el señor Gonzalo Vallejo para conmigo, al replicar una columna en la que sostenía que la decisión de “Techo” de presentar una candidata a reina para el Festival de Viña es un acto frívolo e inútil. Dicha lejanía me ha impedido referirme a los cariñosos posteos de los últimos días, los que ahora someramente respondo, con un argumento general: no ataquen al mensajero, fíjense en el mensaje.
Sobre el mensajero: sí, conozco los campamentos, incluso hasta los 19 fui a guitarrear con los chiquillos de “Techo”, después siempre he trabajado en el sector público pensando en mí país y, más allá de la caridad, trato de relacionarme con el espectro más amplio posible de personas. Otra cosa es que nuestra ciudad los esconda, cuestión que, comparto con ustedes, es un desastre. Sí, conozco lo que hace “Techo”, pero es un argumento absurdo: si se plantea como una campaña publicitaria (por el mismo señor Vallejo), no me pueden pedir que me refiera a algo distinto que la campaña publicitaria. ¿O antes de criticar un comercial de cerveza con una mina con el traste al aire se requiere saber cómo funciona esa fábrica? No, no soy amargo, soy de lo más chacotero. No me habían dicho antes soberbio, arrogante, limitado, inmaduro y estúpido, pero tomo nota para nunca serlo. Sí, soy un poco pesimista y descreo de los apóstoles del optimismo. No, no me he autodenominado como “multitask de la democracia”. Es un mote que me pusieron y que me da bastante vergüenza. En fin, vuelvo sobre Gonzalo.
Con su deber no más cumple el señor Vallejo. Ha tenido la honestidad de firmar con su cargo, director de comunicaciones de “Techo”, por lo que no podría argumentar de otro modo, aunque lo quisiera. Su trabajo, en este caso, consiste en defender dicha obra hasta en lo indefendible. Es lo que hace un director de comunicaciones (entre varias otras cosas) en cualquier compañía del mundo, sea que extraiga petróleo de África o pretenda mostrar la verdadera belleza de la mujer chilena. Con todo, esto no invalida sus argumentos, que leo con toda atención. Él, por el contrario, no analiza mis argumentos, sino lo que los motivaría, a saber: que no me gusta “Techo”, y que me incomoda la presencia de los pobres en la pantalla de televisión.
Sobre lo primero. Pudiera ser que yo amara dicha obra, e igual encontrara un despropósito su última campaña publicitaria. En ese sentido, es de una patudez sibilina que diga en la línea 6 que yo “enjuicio a la fundación y su modelo de intervención”, cosa que podría o no hacer, pero que no he hecho en esta oportunidad. Lo que me molesta no es “Techo”, sino el calamitoso estado del negocio de la televisión y lo que ella motiva en materias de solidaridad o deberes de Gobierno. Es por el mismo motivo que es desagradable ver los excesos de las 27 horas de amor de la Teletón (un exitazo de visibilización, ¿no?), por más que se valore el trabajo de dicha fundación. Encuentro pernicioso hasta decir basta todo el show farandulero cuando interviene en cuestiones que debieran ser resueltas por la polítca, en su más amplio significado, incluyendo ahí fundaciones, ONG y juntas de vecinos.
Sobre lo segundo. Existe una serie de personas que trabajan desde donde pueden por la pobreza y es más: la mayoría de los chilenos fueron o son pobres, lo podrían ser si los despiden o sus padres lo fueron. Así que esta idea de “incomodar” supongo que es necesaria para una minoría de personas, típicamente estudiantes de colegios de elites que quieren “salir de la burbuja”, expresión que conozco de primera mano. No es sano extender ese trauma particular a la generalidad de nosotros. Cosa distinta es que sea necesario que la pobreza esté en el centro del debate público, cuestión en la que estamos de acuerdo. Así que entrando al fondo de lo que plantea: Gonzalo Vallejo quiere hacer creer que yo estoy en contra de “visibilizar la pobreza” y él a favor. Le concedo la astucia de plantear con tanta maña algo que es distinto. Lo que discutimos es la “forma en que se visibiliza”. Si dijera que la forma que se me ha ocurrido para hacerlo es mostrar todos los días en cadena nacional un niño llorando porque tiene hambre, todos estaríamos en contra, probablemente. Y al revés: si lo que queremos es que los barrios de Santiago estén más mezclados y no operen como ghettos, estaríamos probablemente de acuerdo. Pues bien. Lo que yo discuto es esta particular estrategia de marketing, no la idea de ponerse en el centro del debate.
Finalmente, sobre el venturoso conteo de menciones en twitter y minutos en la tele que hace Gonzalo: hay un verso de Machado que dice que necio es quien confunde valor con precio. No vaya a ser cosa, actualizando las cosas, que aquí se esté confundiendo cantidad con calidad.
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