La actual crisis sanitaria y social ha traído una serie de consecuencias psicosociales y económicas profundamente nocivas para nuestro país.
Los efectos de carácter social que se agudizan en los sectores populares y precarizados; los movimientos resisten y se organizan desde las periferias.
En este contexto, donde comprendemos que les pobres, somos nuevamente los que pagamos los resultados directo de las crisis producidas por este sistema capitalista en su peor expresión neoliberal, sin embargo, no podemos referirnos en genérico al sujete popular precarizado. Por tanto, cabe preguntarnos ¿quiénes son/somos estos pobres?, ¿A todes les pobres nos afecta de la misma forma esta crisis social y sanitaria?; Podríamos compartir la premisa para comprender que les pobres estamos intersectados por múltiples categorías de exclusión, cómo lo son: etnicidad, clase, territorio, y género. Todas estas categorías intersecionales agudizan y profundizan la situación de precariedad y marginación social en diversos grupos sociales históricamente vulnerables, y vulnerades en sus derechos fundamentales, entre estos grupos, nos encontramos las personas de la Disidencias Sexuales, y en particular las personas Trans/Travestis.Ser trans/travesti en Chile y Latinoamérica implica que una vez decidimos renunciar a la masculinidad hegemónica y construir nuestra sexualidad fuera de los márgenes del régimen político sexual obligatorio, es que se nos relativiza o niega de plano el acceso y ejercicios de los DD.HH.
Por lo tanto, en lo que respecta a las existencias trans/travestis, urge visibilizar las resistencias, necesidades, urgencias y demandas que emergen de antes del estallido social, y que se ven complejizadas por la actual pandemia, pues nosotras, estamos en estado de emergencias y catástrofe antes que lo decretara el responsable político de las muertes de miles de chilenes a causa del covid-19, a saber, el sociópata que tenemos de presidente, el Sr. Sebastián Piñera.
En este entendido, somos las personas trans/travestis quiénes sobrevivimos de economías informales, el comercio sexual (o Trabajo Sexual para algunas compañeras), la compra y venta de productos en el comercio callejero, la prestación de servicios de peluquería/estilismo u otros, es decir, trabajos , servicios u oficios en su gran mayoría no calificados, inestables y precarizados; por otro lado, las escasas oportunidades laborales que tenemos las personas trans/travestis debido a la expresión e identidad de Género, ha sido una tónica histórica hacia nuestras pares, que nos ha dificultado, y muchas veces imposibilitado el acceso al trabajo formal. La sobrevivencia es el afán de cada día.
En consecuencia, cuando existen antecedentes de violencia, marginación social, pobreza material y multidimensional en personas trans, el no visibilizarlo desde la política pública es provocar un genocidio indirecto contra nuestras cuerpos, contra nuestras existencias. Y por otro lado, es hacer caso omiso a las recomendaciones de Organismos Internacionales, como la CIDH, que en abril del año en curso señaló a los Estados parte:
“Garantizar los derechos de igualdad y no discriminación de las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans, intersex y queer (LGBTIQ+), en las medidas de atención y contención adoptadas, en particular, asegurando el acceso de estas personas a servicios de salud y programas de atención social con una perspectiva de seguridad humana integral»
En otras palabras ser trans/travesti en Chile y Latinoamérica implica que una vez decidimos renunciar a la masculinidad hegemónica y construir nuestra sexualidad fuera de los márgenes del régimen político sexual obligatorio, es que se nos relativiza o niega de plano el acceso y ejercicios de los DD.HH.
Por consiguiente, cuando no existe una institucionalidad contra la discriminación, y además carecemos de mecanismos de incidencia y participación vinculante para instalarlo cómo necesidad en la agenda política; las resistencias, las solidaridades y la organización es la clave para sobrevivir en las periferias, organizando ollas comunes, solidarizando con le vecine que no tiene que echar al estómago, esperando que llegue alguna caja de alimentos que se anuncia por cadena nacional, dónde se escogen a les más pobres de les pobres (Les adultos mayores y sus pensiones de burla), o estar a la espera por parte de alguna oficina municipal que le haya corrido la lista de espera de tantas familias y existencias que deben pensar día a día cómo parar la olla. Sí bien solo el pueblo ayuda al pueblo, el Gobierno de Piñera le corresponde la responsabilidad de elaborar políticas de emergencia que aborden en forma integral las necesidades de los grupos vulnerables de nuestro país.
Como punto aparte, el acceso a salud en personas Trans es un tema relevante por dos motivos: 1) Los niveles de prevalencia en VIH en población Trans y cuántas se encuentran en tratamiento antirretroviral -hace una urgencia la distribución de mínimo 3 meses de los medicamentos- ya que la interrupción del tratamiento puede generar resistencia inmunológica a los efectos de éste ; y 2) Seguir manteniendo los procesos de reemplazo hormonal, pues puede provocar efectos secundarios negativos en los cuerpos Trans.
Las políticas públicas en un Estado Subsidiario Focalizado siempre será deficiente, y más aún cuando nos revienta una crisis sanitaria que obligó tomar -de forma tardía- a las autoridades de salud las medidas de distanciamiento social y confinamiento sin una batería de apoyo psicosocioeconómico hacía el pueblo chileno. Por lo tanto, no podemos volver a dormir nuestras conciencias producto de la pandemia, esto nos demuestra una vez más que este sistema favorece a los más ricos y sigue jodiéndonos a nosotres, les más pobres, como dijera Eduardo Galeano «los que nunca salimos en la foto» y si salimos son para sus campañas electorales que les permite perpetuarse en el poder.
Aquí está más claro que echarle agua, por tanto, debemos tomar mayor compresión de la necesidad imperiosa de aprobar una Nueva Constitución en octubre que le de cabida a las múltiples devenires identitarios en los marcos de una constitución nacida en democracia que respete en forma irrestrica los derechos fundamentales de nuestro pueblo y erradique las relaciones de opresión y poder desigual y excluyentes.
Desde las periferias de Valparaíso, y de distintas periferias de nuestro territorio, tenemos más certeza que nunca que la estrella de la esperanza sigue siendo nuestra.
Fuente: http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2020/081.asp
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