El sábado 10 de abril, cerca de cuatrocientos representantes de las más diversas organizaciones sociales de Talcahuano se dieron cita para discutir el desarrollo de su ciudad tras el terremoto y tsunami del 27 de febrero. Para todos los que estuvimos allí, fue un encuentro gratificante en donde el dolor de pesqueros artesanales, comerciantes, portuarios, dirigentes vecinales y sociales se canalizó en ideas para levantar una propuesta ciudadana de reconstrucción.
Y es que en Talcahuano no entendemos un proceso tan complejo sin la participación de todos los ciudadanos, pues creemos firmemente que es la única forma de forjar una nueva ciudad integradora y que represente el sentir de su gente. Dicho de otra forma, nos negamos rotundamente a la idea que se impongan modelos pensados por iluminados entre cuatro paredes.
Días después, los mismos participantes de esa maravillosa jornada y otros tres mil ciudadanos, marchamos hasta la Intendencia de Concepción a dejar lo que denominamos el
Documento por la Reconstrucción y Desarrollo de Talcahuano post Terremoto y Tsunami del 27/F. Fue una marcha ejemplar, que terminó abruptamente en uno de los despachos de la Intendenta Jacqueline van Rysselberghe recibiendo de malas ganas los sueños depositados por cientos de personas y declarando públicamente que este tipo de expresiones sociales “estaban de más”.
Tras el impasse, del documento que entregamos no hemos tenido respuesta y sólo hemos sabido de una serie de anuncios de programas con nombres “entretenidos”, pero de eficaces muy poco, y de proyectos de ley, como el presentado al Parlamento hace sólo unos días, que prohíbe otorgar permisos de construcción en zonas afectadas por tsunami, algo que dejaría a la mitad de la ciudad absolutamente paralizada.
Pero el trabajo participativo no lo hemos abandonado y planeamos con el apoyo del PNUD desplegarnos por los barrios del borde costero para afinar aún más la estrategia de desarrollo de la ciudad pensada con las personas, porque Talcahuano se diseñó a lo largo de su historia a la medida de intereses particulares y los ciudadanos poco y nada tuvieron que decir. Claramente, no estamos dispuestos a lo mismo, pero para eso necesitamos autoridades que comprendan que el desarrollo social y económico de una ciudad se hace con participación.
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