Los escenarios para el 2018 lo pueden favorecer o perjudicar, por eso es importante anticipar. Piense que somos aproximadamente 17 millones de habitantes, tenemos un PIB de más de 200 mil millones de US$, producimos mayoritariamente materias primas con poco valor agregado, tenemos recursos naturales excelentes (unos 20 millones de millones de US$?).
Tenemos un país rico y todos podríamos tener un buen vivir, y mucho mejor, si se le sacara los rendimientos a esta riqueza con más inteligencia, nuevos conocimientos y saberes disponibles en el mundo, pero con el uso de más tecnologías, con innovación compleja a partir de la ciencia – de base y aplicada – para emprendimientos de tamaño mayor y con más preocupación por el progreso general. Esta apuesta, por cierto, es contraria a la obtención fácil y rápida de lucro – ya legal e ilegal – de parte de sus más conspicuos habitantes y élites, algunas de las cuales que han actuado en forma transversal, independientes de sus ideologías y de su ancestro familiar, colonial o inmigrante siglo XX.¿Ha llegado a escenarios posibles más positivos, que el presente, para el 2018? ¿le ayudan sus respuestas a decidir qué acciones personales, familiares, profesionales y empresariales va tomar?
Dentro de ese contexto nos encontramos en un tiempo en el que ocurren diferentes situaciones que ponen una nota de conflicto y tensión extrema en las relaciones internas del estado nación: reformas con fuertes apoyos y fuertes rechazos; irregularidades no vistas en el traspaso de la riqueza nacional; algunas instituciones funcionan, otras lo hacen mal o muy mal; en un par de meses se pasó de la euforia (de diciembre 2014) al pesimismo (de un febrero 2015) de los brotes verdes a su desaparición; de una justicia reformada para ser rápida y oportuna a una lenta, preocupada de los cargos, y con resultados que se pueden presumir llegarán tarde y quién sabe con qué consecuencias; delitos reiterados de niños y adultos a las personas, sobre los cuales no se observan acciones legislativas y judiciales urgentes para dar seguridad a la población víctima; un ambiente educacional y científico y tecnológico enrarecido, descabezado y sin presupuesto.
Nada de lo anterior estaba en el optimista ambiente nacional antes de la elección del 2013; pero ¿por qué ha ocurrido todo tan repentinamente? Por otra parte, pronto se vienen: elecciones Municipales 2016 y Parlamentarias y Presidencial del 2017, con nuevos padrones, con más congresales y mayores costos: ¿qué irá a pasar? ¿será un salto al vacío o hay otros escenarios bastante más positivos para el 2018? Hemos averiguado si es que hay algún autor que, antes de las elecciones del 2013, haya pronosticado un escenario como el descrito más arriba y no hemos encontrado ni una respuesta cercana a este. Es cierto, también, que el resumen de situaciones actuales es quizás la consecuencia de acciones que se tomaron o se dejaron de tomar en los años anteriores al 2013, por las diferentes autoridades y por la comunidad nacional.
Dada entonces la actual tasa de transformación de nuestra sociedad, con una ciudadanía disconforme y rechazando a políticos, gobernantes y opositores, como pocas veces en la historia, existen serias dudas sobre los beneficios reales a obtener de las reformas, para los grupos sociales mayoritarios y que más tiempo han esperado para desarrollarse y prosperar en Chile.
Esto se expresa a través de: el incierto financiamiento de la gratuidad de la enseñanza superior con una intocada calidad; el incumplimientos en la «salud» pública y privada con sus respuestas más bien centrada en algunas enfermedades y seguros para cubrirlas; la criminalidad en extremo preocupante, una justicia lenta y aparentemente sesgada a la no transversalidad dependiendo más bien de los recursos de los imputados y víctimas para obtenerla; con el desprestigio creciente de la mayoría de las instituciones y sus titulares, el abuso de poder y los exceso al lucro indebido extra mercado; con limitaciones a la iniciativa privada y a la competencia transparente; con una alta inflación y elevados niveles de precios internos; y con un lento avance de la modernización del servicio público, que se centra más en obtener mayores recursos y no en desarrollar y aplicar nuevos paradigmas, para lograr mejor productividad e innovación y con una nueva gobernanza tecnologizada y mas acorde al siglo XXI.
Dadas estas circunstancias, me pregunto, ¿qué escenarios cree Ud. que podrían ocurrir, por ejemplo durante el 2018, cuando varias de las muy discutidas reformas ya estén en funcionamiento, la Contraloría operando con su nuevo directivo, etc. con nuevos Alcaldes, una nueva composición del Congreso y un nuevo(a) Presidente(a) de la República? Ese escenario se podrá describir a través de relatos o variables como las siguientes: crecimiento esperado del PIB 2018, TPM (Tasa de Política Monetaria), IPC acumulado a 12 meses, tasa de desocupación, endeudamiento de la población laboral, cobertura de gratuidad de los estudiantes de la educación superior, composición del congreso, nuevos partidos políticos, descentralización y regionalización, soluciones y conflictos con los países vecinos, control del calentamiento global y cambio de climas, nivel de irrupción de nuevas empresas, emprendimiento e innovaciones entre otros asuntos.
Si Ud. ya ha dado sus respuestas, pregúntese ahora: ¿ha llegado a escenarios posibles más positivos, que el presente, para el 2018? ¿le ayudan sus respuestas a decidir qué acciones personales, familiares, profesionales y empresariales va tomar? ¿le queda claro por qué programa de gobierno comunal, presidencial o por cuáles propuestas legislativas y fiscalizadoras del Congreso va a votar previamente a los candidatos a nombrar?
Finalmente, junto con agradecer la apertura a leer y pensar estas materias, invitamos a otros profesionales y actores de la realidad social, económica, cultural y científica y artística y con otras visiones, a que presenten sus escenarios para el comienzo del próximo período presidencial y de esta manera contribuir a ampliar las miradas al futuro, las que podrían ser incorporadas a los programas de quienes aspiran a gobernar, legislar y fiscalizar la trazabilidad: entre lo propuesto y lo ejecutado.
Comentarios
24 de diciembre
Pienso que se debiera privatizar Codelco. Esto porque muy pronto el cobre va a ser sustituido por nuevos materiales, y Chile va a tener que afrontar esa situación. Además, Codelco potencia más el perfil de un país exportador de materias primas, que deja contaminación, consume agua, energía, y no desarrolla otras potencialidades. Debiera en cambio cobrarse un impuesto o un royalty a la minería privada, de forma que dejen más ingresos, y por qué no decirlo, que vengan menos, porque no es una gran ganancia para el país. También debiera industrializarse el país mediante algún tipo de política, o un acuerdo, fomentando la investigación científica y la innovación técnica, para eso es necesario darle impulso a la educación técnica, también en artes, ciencias, etc. Las universidades estatales debieran estar entregando educación gratis, de forma gradual por supuesto y en la medida de las posibilidades. Debiera estar en vigor una nueva Constitución, que sea transversal y no sesgada ideológicamente, ni neoliberal ni socialista, sino neutra e incluyendo y combinando visiones transversales para generar inclusión y sentido de pertenencia, que no divida. Por otra parte, avanzar en la descentralización de manera concreta y tal vez hacia otra forma de gobierno, más flexible y adecuada. Tal vez, a modo de cierre, que exista un tren eficiente desde Santiago a Valparaíso, no tiene que ser bala pero sí moderno, funcional, y avanzar también en una conexión férrea con los países vecinos. Saludos
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24 de diciembre
Privatizar Codelco es muy complicado políticamente.
Aunque económicamente tuviera sentido, está la idea del «sueldo de Chile» , de la nacionalización de recursos naturales, etc, que lo hace muy complicado.
Y, además, el momento de vender es cuando el precio del cobre está floreciendo; cuando está deprimido, la empresa tiende a ser valorada por menos; y cuando el precio del cobre está en las nubes, todos se preguntan ¿para que vender?….Así que no va por ahí la cosa.
24 de diciembre
Se trata de un período muy corto de tiempo. Para un período más largo, cerca del 2025, este país debiera contar con educación pública y salud pública garantizadas, sistema de pensiones distinto al actual, una constitución en vigor sólida y respetada, que no se considere propiedad de un sector, una industrialización en marcha, mayor igualdad social gracias a políticas urbanas, a una educación y salud gratuitas que consuman menos recursos de la gente, a derecho a sindicalización igual al derecho de asociación de los empresarios (Sofofa, etc), y principalmente a una estructura productiva DISTINTA, que no se base sólo en actividades extractivas, de poco valor agregado, que emplean grandes cantidades de mano de obra no calificada por un lado y profesionales universitarios por el otro, sino mandos medios y técnicos. Debiese existir una red ferroviaria en el país que aproveche sus ventajas en este sentido, interconectada con el extranjero, con Argentina y los países vecinos. Pero lo principal, y síntoma de una democracia sana, es que el país sea inclusivo con todos los sectores políticos generando INCLUSIÓN, es decir, generando visiones consensuadas tratando de rescatar lo bueno de cada propuesta (si lo hay), un país donde puedas diferir e incluso sentir desagrado por otras personas sin atropellar sus derechos, una sociedad madura, que se permita disentir y vivir de forma normal, entendiendo la vida como COMPLEJA y no unidimensional. Felices fiestas!
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24 de diciembre
Pero referido al 2018, y luego de pensarlo bien, lo más urgente aunque no lo parezca es generar un sistema político capaz de solucionar los problemas y llegar a acuerdos, no los acuerdos de la década del 90 que son cupulares y que además se hicieron ante la amenaza de otro golpe de estado, por lo que fueron más bien una concesión. Más bien se trata de un sistema político, como mecanismo, no como declaración de intenciones, dejando de lado -de momento- si el estado es subsidiario o no, entendiendolo como mecanismo que permite elegir autoridades o representantes, y como el mecanismo en que estos eligen y toman decisiones, ese es el sistema que se debe cambiar de forma que sea democrático, ojalá a través de un sistema parlamentario o como mínimo semipresidencial, de forma de desactivar cualquier forma de conflicto o quiebre potencial, y de resolver las diferencias de forma sensata, pacífica. Esto porque si se hace así, los problemas se irán resolviendo solos a medida que la gente participe, se involucre y que los políticos respondan a esa elección y representen -de verdad- a sus electores. Si se hace eso los problemas se van a desactivar y, de a poco, el país irá resolviendo sus diferencias, a través de un diálogo y no mediante la propuesta de una voz privilegiada, un gran líder o una gran ideología o solución dogmática, técnica o no. Saludos
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