El jueves 29 de abril el Gobierno creó la Comisión Mujer, Trabajo y Maternidad, que busca definir varios temas relativos a la legislación laboral para la mujer, incluyendo el del pre y posnatal.
En diversas entrevistas que ha dado la Ministra del Sernam -y miembro de dicha comisión- Carolina Schmidt, ha dejado clara su postura (y la del Gobierno) respecto del tema. Se ha referido no a una extensión del posnatal a 6 meses, como se prometió en campaña (promesa que, al parecer, venía con "letra chica"), sino que a la "flexibilización" del pre y posnatal, con soluciones como pasar días del pre al posnatal o permitir la vuelta a media jornada a partir de los tres meses.
El argumento de ella es que hay cargos directivos en los cuales las mujeres no se pueden ausentar por seis meses. Esta posición se condice con lo planteado por Evelyn Matthei en alguna ocasión, quien ha dicho que la extensión obligatoria del posnatal a 6 meses sería "fatal para las mujeres que quieren llegar alto". Opinión similar ha manifestado María Angélica Cristi. Y cómo olvidar la renuncia a su fuero maternal por parte de la entonces alcaldesa de Concepción, Jacqueline van Ryselberghe en 2001, tras dar a luz a Magdalena, su quinta hija, debiendo ser obligada por la Contraloría a hacer uso de su licencia.
¿Para quién estamos legislando? ¿Cuál es el porcentaje de mujeres trabajadoras en Chile en cargos directivos o que tienen, en toda etapa de su vida laboral, el “hacer carrera” como primera prioridad? ¿Qué tipo de trabajos permitirían fácilmente traspasar semanas del pre al posnatal y volver a media jornada a partir de los tres meses? Claramente, una mujer que trabaja como vendedora en una tienda, como profesora o como enfermera -sólo por mencionar algunos trabajos realizados por la gran mayoría de nosotras- no tendría esa opción. ¿Es igualitaria la solución planteada?
Las mujeres en altos cargos tienen sueldos acorde a los mismos, lo cual les permite con mucha facilidad "solucionar" la problemática de los hijos, contratando nanas o incluso enfermeras para que cuiden a sus hijos en sus propias casas mientras ellas van a trabajar. ¿Qué haría una mujer, con sueldo promedio (siempre inferior al sueldo de un hombre haciendo exactamente el mismo trabajo, a pesar de la ley que establece la obligación de igualar los sueldos entre hombres y mujeres por el mismo trabajo) que a los tres meses debe volver por media jornada al trabajo??? ¿Qué pasa en el caso de hogares monoparentales? Vuelvo a hacer la pregunta: ¿Es igualitaria la solución propuesta? ¿A quién acomoda y beneficia realmente?
Esta postura se ha visto fortalecida por una encuesta de opinión realizada por Comunidad Mujer en donde se arrojó la impresionante cifra de 68.8% de mujeres contrarias a la extensión del posnatal a seis meses porque eso, supuestamente, afectaría la contratación de mujeres. Pero, ¿cuán representativa es esa muestra? Por otro lado, ¿es realmente efectivo que la consecuencia de la extensión del posnatal a 6 meses será la baja en la contratación de mujeres?
Actualmente, la mujer en Chile representa el 40% de la fuerza laboral y su inserción al trabajo ha significado un importante impulso a la economía del país. ¿Podría el mercado laboral renunciar a este 40% de su fuerza sólo porque, en el supuesto del posnatal de 6 meses, las mujeres podrían, por ley (ya no mediante uso malicioso de licencias) ausentarse por 3 meses adicionales?
Actualmente, un porcentaje importante de trabajadoras extiende su posnatal mediante el uso malicioso de licencias, con un promedio de 5 meses de ausencia posnatal. ¿Cuánta diferencia haría el “transparentar” por ley esta situación? ¿No sería incluso beneficioso para el empleador saber de antemano que su empleada se ausentará por 7,5 meses (considerando pre y posnatal) a fin de organizar de la mejor manera su reemplazo? Actualmente, la mujer se ausenta de su trabajo por 4,5 meses (42 días del pre y 84 días del posnatal). Es decir, la contratación de reemplazos es actualmente una necesidad si la empresa quiere mantener su calidad de servicio y/o nivel de productividad. ¿Qué diferencia haría contratar a un/una reemplazante por 7,5 meses en vez de por 4,5 si actualmente de todos modos el empleador debe incurrir en costos de capacitación para dicha persona? Dejemos bien en claro que tres meses adicionales de contrato para un reemplazante no significaría un costo adicional para el empleador, puesto que las licencias de pre y posnatal, tanto como las de enfermedad del niño menor de un año NO LAS PAGA EL EMPLEADOR SINO QUE EL ESTADO DE CHILE. Incluso, en varios casos podría significar un ahorro para el empleador, al descontar del sueldo del reemplazante la parte del sueldo de la funcionaria ausente relativa a años de servicio y experiencia en el cargo.
Por otro lado, podríamos decir que se generaría un campo de “trabajos temporales” más atractivo para personas desempleadas, y que les haría ganar experiencia y curriculum en su búsqueda de trabajo definitivo. Un reemplazo por 7,5 meses (o más) sería más atractivo que un contrato a 4,5 meses jornada completa en una primera etapa y luego a 3 meses media jornada.
Otro aspecto a considerar es que el nivel de productividad de una mujer que debe volver a los tres meses del parto a su trabajo es muy bajo, principalmente por dos factores: fuga psicológica (preocupación constante por el bebé, de si estará siendo bien cuidado, etc., sobre todo si ha debido dejarlo en sala cuna) y cansancio físico (muchas mujeres se pasan hasta el primer año de vida de sus niños durmiendo muy pocas horas por las noches o de manera intermitente. Además, la llegada de un bebé significa una sobrecarga adicional de trabajo en cuanto a temas domésticos. En la gran mayoría de los casos, esta sobrecarga recae principalmente en la mujer). ¿No sería mejor darle a la mujer y al bebé el tiempo necesario de adaptación (los seis meses coinciden con la incorporación de papillas en la alimentación del bebé, lo cual significa una disminución en la dependencia del hijo hacia la madre) a fin de que el retorno de la mujer al trabajo sea más óptimo en cuanto a su nivel de productividad? Eso, sin considerar que, mientras más pequeños se incorporen los bebés a las salas cunas, aumenta su probabilidad de contagios de enfermedades, lo cual obliga a la madre a presentar licencia por enfermedad grave del hijo menor de un año, y en un momento en que ya no se cuenta con el reemplazante… sobrecargando la presión sobre la madre trabajadora y/o sus compañeros de trabajo.
Hay un porcentaje importantísimo de mujeres que no está siendo considerada en este debate, muchas mujeres trabajadoras para quienes, por lo menos en los primeros años de vida, los hijos son su primera prioridad. La extensión del posnatal a seis meses implica la ausencia de la mujer en sus trabajos por tres meses adicionales… En sí, no es un tiempo desorbitado pero que, en la vida de un niño, puede tener un impacto enorme.
La "flexibilización" del permiso maternal lleva en sí mismo un potencial de abuso. ¿Tendrían todas las trabajadoras la misma capacidad de "negociación” con sus empleadores? ¿No serían “bien vistas” y “comprometidas con la empresa” por parte de los empleadores las trabajadoras que, al igual que Jacqueline van Ryselberghe, estuvieran dispuestas a renunciar a su fuero, en desmedro de aquellas que quisieran priorizar a sus hijos recién nacidos? ¿No se sentirían presionadas algunas mujeres a adoptar esta práctica (la renuncia a su fuero) por ser mejor consideradas o por presiones directas? ¿No debería la ley tender a proteger a las partes más vulnerables en toda esta ecuación (mujeres sin o con capacidad reducida de negociación con sus empleadores y, sobre todo, los recién nacidos)?
Por otro lado, ¿qué incidencias médicas podría tener el hecho de traspasar días del pre al posnatal? La baja morbilidad neonatal en Chile se debe, en gran parte, al cuidado y respeto que se ha dado al necesario descanso prenatal. ¿Qué pasaría si, con tal de poder estar más tiempo con sus hijos (una de las alternativas de “extensión” del posnatal planteadas por la Ministra del Sernam, Carolina Schmidt, miembro de la Comisión Mujer, Trabajo y Maternidad) las mujeres extendieran lo más posible el inicio de su fuero? ¿Cómo afectaría ello su salud y la de sus hijos? Hay trabajos en donde esta práctica podría no tener mayores incidencias médicas, tanto para la madre como para el hijo, pero ¿qué hay de aquellos trabajos en donde se requiere de mayor esfuerzo físico? Y si las madres de este último grupo decidieran no atrasar el inicio de su permiso, debido a estos mismos motivos, ¿no se crearía una desigualdad para esos recién nacidos que tendrían que pasar menos días con sus madres luego del parto en comparación a los hijos de las madres que, debido a que sus trabajos se lo permitían, postergaron su fuero lo más posible?
El permiso maternal no sólo busca proteger a la madre en un período de profundos cambios y sumo estrés (tanto psicológico como físico), sino que, sobre todo, proteger al recién nacido. Lamentablemente, ellos, la parte más vulnerable de esta discusión, no pueden opinar en este debate, aunque imagino sin lugar a dudas lo que opinarían. Es su mínimo derecho pasar sus primeros 6 meses de vida al cuidado de su madre (o del padre en caso de estar imposibilitada la madre), de manera irrenunciable y total, ¡no a media jornada!
Lo grave de este asunto es que al parecer la Comisión (que debe entregar sus resultados el 30 de julio) ya tiene su decisión tomada y no está considerando el debate, a la luz de quiénes se eligieron como miembros de la misma (la única voz disonante estaría siendo la de la economista del CEP, Francisca Dussaillant). No se consideró integrar ni al Senador Mariano Ruiz-Esquide, quien desde hace 10 años ha sostenido la batalla por la extensión del posnatal a seis meses, ni de la Diputada Carolina Goic, quien ha trabajado estrechamente con Ruiz-Esquide en los últimos años. Tampoco se ha incluido a representantes de organizaciones sindicales femeninas, ni representantes del Colegio de Pediatría, y suma y sigue…
No es correcto que la decisión que se tome se haga "a la medida" de cierto grupo, ahondando aún más las diferencias entre madres e hijos de distinta condición.
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