Desde esta iniciativa ciudadana, que al 29 de marzo cuenta con la participación y respaldo de más de 17.000 chilenos que ejercen sus derechos y realizan sus deberes, se visualiza un conjunto de consecuencias provechosas provenientes de la actualización del potencial consciente de la ciudadanía, que se da en el contexto de una comprensión del ser humano que incluye de manera práctica lo espiritual y el desarrollo de la percepción como estrategia para alcanzar un contacto con la dimensión espiritual de la existencia, que es la base de esta iniciativa.
Estas consecuencias implican el poder abordar con aproximaciones enriquecidas, no solo el tema de la violación de derechos fundamentales de los usuarios responsables de cannabis, sino también algunas de las más dramáticas manifestaciones de insuficiencia presentes en distintos planos y áreas de la convivencia nacional.
Sin pretender sea este un análisis acabado de cada punto a presentar, exponemos a ustedes este primer capítulo de consideraciones.
1. En el plano más esencial de la convivencia colectiva, sería posible abrir el camino para una oportunidad cierta de transformación paradigmática, que brote precisamente desde una consecuencia desplegada, impregnada operativamente de otro paradigma, por ciudadanos más conscientes, con capacidad para incluir más de la propia vida y de la de todos en su registro, habilitados para emitir conductas integradoras con un nivel de funcionalidad y libertad en grados superiores.
2. Recuperar para Chile, para el Estado chileno y sus habitantes, una jerarquía, un nivel de desarrollo, una evolución en la propuesta para conducirnos todos, y para leer con más profundidad e inteligencia, lo que son nuestros deberes y los derechos, integrando una comprensión de la condición humana inclusiva de dimensiones más sutiles de la existencia.
3. Visualizar con más precisión y nitidez la oportunidad que existe, para cada uno y para el colectivo, cuando nos decidimos a cultivar sistemáticamente nuestra percepción, para expandir la conciencia y alcanzar una presencia lúcida, funcionalmente empoderada y enriquecida en la existencia.
4. Facilitar la alineación y evolución de la interpretación de la matriz jurídica actual, alcanzándose la competencia para reconocer la distinción entre las normas esenciales propias de la ética, que cautelan los derechos naturales del ser humano, garantizadas por la Constitución y los acuerdos internacionales suscritos por el Estado, de otras normas, que siendo importantes son de otro orden. Hacer valer el principio de supremacía constitucional.
5. La obligación de proceder en consecuencia a la hora de aplicar la ley, de lo que se desprende que:
a) Somos Seres Humanos respetables y dignos, ante nosotros mismos primero y ante todos los otros, y merecemos la protección del Estado. Somos ciudadanos chilenos, que en función de cultivar su percepción para atender necesidades de bienestar y realización espiritual, utilizan una medicina natural como la cannabis.
El tema de fondo es la oportunidad para cristalizar atributos en la dinámica colectiva, propios de nuestra dignidad sutil como seres con existencia espiritual y material, como nuestra Carta Magna asume, en el contexto además, de declaraciones realizadas en tratados internacionales ratificados por Chile. Se trata de favorecer el advenimiento de un nuevo paradigma, de una nueva era.
b) La Fiscalía Nacional debería instruir a su institución para recrear la compresión utilizada en la práctica, para alcanzar sus objetivos referidos a la persecución del delito y la protección de la justicia, reconociendo y respetando la distinción entre ciudadanos responsables en ejercicio de sus derechos y cumpliendo con sus obligaciones, de quienes han cometido delito y efectivamente no operan inspirados en el bien común. Y que no puede perseguirse penalmente a quien desarrolla una conducta legítima, legal y constitucionalmente protegida, que ha sido confundida con un delito pero no lo es.
c) Esta instrucción liberaría recursos humanos y materiales, siempre escasos, desde las fiscalías, las policías, las defensorías, tribunales, Gendarmería, hoy invertidos inconducentemente para perseguir ciudadanos en pleno uso de sus derechos.
d) Se habría de recuperar un espacio, un amplio territorio de nuestra convivencia física y espiritual para el bien común, hoy entregado de modo incomprensible a la delincuencia y al narcotráfico. La persecución de ciudadanos que para atender necesidades legítimas y reales se obligan a proceder clandestinamente, en la oscuridad, facilita el florecimiento de la actividad delincuencial del narcotráfico.
e) Se pudiese también trascender la discriminación vergonzosa de profesionales del derecho -abogados que son perseguidos y sancionados por defender a usuarios de cannabis confundidos con traficantes- o profesionales de la salud, que hoy día prescriben o podrían prescribir cannabis para atender síntomas inmanejables con el arsenal terapéutico tradicional; o las restricciones, apremios y persecución sobre funcionarios públicos que no pueden desarrollar libre y responsablemente esta conducta.
En síntesis, la relación con la cannabis o santa maría, comprendida en su dimensión de planta maestra, herramienta evolutiva, así como con los enteógenos en general, implica para los ciudadanos el ejercicio de ir más allá del paradigma clásico, alcanzar una altura en la comprensión individual y colectiva más lúcida, madura y evolucionada, para superar el plano de lo-bueno-y-lo-malo, y lograr arribar al plano donde la responsabilidad se recupera para el ser de lo humano, y adquiere relevancia el cómo, la cualidad que el ser le da a su conducta en el contexto de la convivencia en comunidad.
El tema de fondo es la oportunidad para cristalizar atributos en la dinámica colectiva, propios de nuestra dignidad sutil como seres con existencia espiritual y material, como nuestra Carta Magna asume, en el contexto además, de declaraciones realizadas en tratados internacionales ratificados por Chile. Se trata de favorecer el advenimiento de un nuevo paradigma, de una nueva era.
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