Aún no podríamos calificar nuestra sociedad como un conjunto de seres informados y empoderados que consiguen el respeto que merecen de las autoridades públicas y de los grupos económicos. Vivimos en un país en que decenas de años de políticas neoliberales han generado riqueza, pero en que los beneficios del tal progreso no se han distribuido adecuadamente.
En eso supongo que todos coincidimos. También en que NO estamos todos de acuerdo en visiones más ambiciosas de país, en evaluaciones de detalle ni en políticas públicas a implementar.
Pero parece difícil pensar que el ciudadano de a pie soporte hoy que le metan flagrantemente el dedo en la boca. Quizás aún no es capaz de lograr evitarlo en todos los casos. Quizás las encuestas de opinión no revelen toda la verdad sobre lo que queremos como sociedad. Pero nuestra tolerancia ha disminuido. Nos escandalizamos con prácticas que antes nos hubieran parecido menores o marginales comparadas con intolerables sucesos, que en definitiva no tuvieron la respuesta social esperada de hombres y mujeres que se valoren como tales.
Hablo de “Pinocheques”, del Transantiago, de las coimas, de los “gates” varios. Insisto, no quiero ir al fondo, sólo destacar la reacción del ciudadano de a pie. Muchos hoy se expresan en blogs y redes sociales. Se han creado medios regionales y alternativos que si bien aún no tienen la cobertura e influencia necesaria para enfrentar seriamente el monopolio informativo de los grandes medios escritos y de televisión, cada vez más cumplen una función valiosa.
Hemos conseguido que los tribunales resuelvan que no nos pueden cobrar los intereses que quieran ni modificar las condiciones de los contratos sin contar con nuestra voluntad. Las marchas en las calles son cada vez más habituales y nos molesta que se desnaturalicen y se transformen en violencia. Síntomas de que estamos ejerciendo nuestra pequeña cuota de poder.
Esa cuota de poder que intimida a quienes manejan cursos de acción con autoridad institucional o con dinero a montones avalándolos, que los lleva a pensar un poco antes de actuar y antes de prometer. Quizás no lo suficiente, pero al menos más que antes.
Esa cuota de poder que hemos conseguido tal vez más como consecuencia de una revolución tecnológica que de méritos auténticos, que nos permite pensar con optimismo en la transparencia del gobierno que asume y en la mirada que caerá sobre el gobierno que se va: Intentan pasar desapercibidos con nombramientos poco decorosos y no lo consiguen.
Intentan borrar correos electrónicos y no lo consiguen. No me digan que eso es mérito de nuestra institucionalidad. Basta que estemos un poco despiertos y empleemos esa pequeña cuota de poder a la que me refiero.
Cuanto mejor sería si se empleara con dosis crecientes de responsabilidad y de información. Pero seamos conscientes de lo que hemos ganado y de lo que podemos lograr en materia de transparencia simplemente con estar atentos y opinantes.
Contagiemos esa actitud para que esa cuota crezca.
—–
Foto: rafa2010 / Licencia CC
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad