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Mientras el mundo opta por educar, Chile elige prohibir

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La discusión del proyecto de ley de  “composición nutricional de los alimentos y su publicidad”, mal llamado proyecto “Super 8” (Recordemos que también afecta a yogurt, leche o queso fresco), ha perdido el foco. Una iniciativa que jamás debió haber salido del debate técnico, terminó por radicalizarse y la han transformado en una disputa liberales vs conservadores, derecha vs izquierda, empresarios vs consumidores, “obesistas” y “delgadistas”, entre otros ejemplos de disyuntivas que poco tienen de reales.

Es por ello que expondré a continuación, cuáles son, a juicio de la industria de alimentos,  los principales inconvenientes del proyecto de ley tal cual está (la industria apoyó y trabajó por este proyecto, a nivel técnico,  en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados.)

La industria de alimentos no está en contra de legislar; de hecho trabajamos activamente en esta ley, en conjunto con los equipos técnicos del ministerio de Salud, que finalmente terminó con un texto aprobado por la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados y en el pleno de la Cámara en forma transversal.

1. El proyecto es ineficiente y discriminatorio: afecta sólo alimentos envasados, que representan tan sólo un 30% de la dieta de los chilenos y son los únicos que Sí cuentan con información nutricional. En cambio pizzas, sopaipillas, hot dogs, empanadas y otros alimentos, quedarán con libre acceso a escuelas y universidades, mientras que leche, yogurt, galletas de agua, entre otros alimentos, quedarán PROHIBIDOS para niños y adultos en recintos educativos.

2. Entiende como publicidad toda forma de comunicación: al aplicarle a los alimentos la lógica que se aplicó a los cigarrillos, se da el absurdo que la industria, POR LEY, no podrá promover el deporte, la música o acciones sociales.

3. Trata a los alimentos como si fueran droga, pasando su publicidad a horario nocturno. Las personas deben alimentarse para crecer, vivir, nutrirse e hidratarse. Para eso necesitan información.

4. Restringe el derecho constitucional de desarrollar libremente cualquier actividad económica. Es especialmente grave la consecuencia que esta ley tiene en términos económicos, ya que se cierra el mercado: por ejemplo un yogurt que no sea de los ya conocidos, no tiene posibilidad de darse a conocer y por lo tanto de entrar al mercado. Los emprendimientos familiares y las Pymes tendrán serias dificultades para podar adaptarse (investigación, desarrollo y estudios piloto, personal calificado, etcétera).

5. Alza de precios en los alimentos: el desarrollo de alimentos acorde a los nuevos estándares establecidosa través del proyecto demandará entre 6 meses y 1 año de trabajo. El costo del nuevo producto será más caro en relación al producto original. Se deberá reformular todos los productos afectados (80% del mercado actual de los envasados).

6. Al igualar al 80% de los alimentos, los consumidores (los adultos) no recibirán información esencial para su compra y selección.

7. Limita la innovación: el desarrollo de nuevos alimentos se verá restringido al ser el Minsal el que, en forma discrecional, fije las recetas. Lo que además, aislará a Chile en el concierto internacional, nuestro país será el único en el mundo, que tendrá recetas diferentes para sus alimentos.

Lo más lamentable de todo, es que como país y por razones políticas, nos estamos perdiendo la oportunidad de generar una ley moderna y eficiente, que realmente contribuya a combatir la obesidad en Chile. Mientras el mundo opta por educar, Chile elige prohibir.

Marisol Figueroa, gerente de alimentos Chilealimentos.

** Lee también el contrapunto a esta entrada: Rotulados y mercados: por el derecho a saber, por José Roa.

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Foto: SoulSense / Licencia CC
 

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5 Comentarios

maria

The chilean weas…

    marceleau

    marceleau

    Gran argumento, pa ponerlo en un marco.

andres-acuna

Tu interpretación del proyecto de ley es muy parcial y antojadiza. Se nota a la legua que representas a un sector de la sociedad que no le interesa mejorar la calidad alimentaria de nuestros niños, sino defender su derecho a publicitar y vender cualquier cosa, sin limitación alguna. He leído el proyecto y las conclusiones a las que llegas están muy lejos de los objetivos que busca la iniciativa: supervisar la alimentación que reciben nuestros niños en los colegios; transparentar y publicar, como debería ser, las sustancias nocivas que componen los alimentos; proteger a los menores, por ende menos dotados de discernimiento, de una publicidad que usa cualquier recurso para «posicionar su producto en el mercado»; y, en definitiva, regular el tema de la distribución y venta indiscrimanada de alimentos nefastos para la salud.
Esto es mucho más que «costos», «libertad de desarrollar cualquier actividad económica» o «limitaciones a la innovación», el problema de la mala alimentación y la obesidad en nuestro país es grave y todas las medidas que se tomen en favor de cambiar los malos hábitos es, pese a los reclamos de los señores industriales y publicistas, beneficioso no sólo para los niños de hoy, sino, principalmente, para los adultos del futuro. ¡Dejemos alguna vez de pensar en los gastos y beneficios de corto plazo!

kitad

La premisa inicial es falsa. El mundo (civilizado) tambien esta optando por prohibir. La publicidad a niños no es algo que es deseable.

El punto que más me preocupa es el primero, pues deja en evidencia que habra que trabajar en todos los tipos de alimentos. Sin embargo, es dificil tener mucha simpatía por esta industria.

paco-brasilia

Nada de nuevo cuando se piensa en que los señores de la industria alimenticia mundial quieren hacer creer que son lo buenos de la pelicula, pero ni tanto asi para decir lo menos del papel del estado como ente que debe preocuparse por la salud publica y logico tambien la socedad de consumo que el estado chileno ha creado en las ultmas decadas, y en la cual han entrade de cabeza las mamás los papás los tios en fin todos los que han caido en la imbecilidad de creer que los chicos se mandan solos y que todo debe ser en funcion de lo que el niño quiere y no en funcion de una criacion con valores y diciplinas que es responsabilidad de los padres.
Parece que decirlo no a un niño que quiere comer porquerias es un pecado mortal y es mas comodo darle la porqueria de que enseñarle cuanto eso le es perjudicial.
Señores este no es un asunto solo de derechos de tecnicos sabery discutir es un asunto en donde la sociedad tiene que decir cuales son sus culpas tambien por haber dejado por tanto tiempo que le vendieran la pildorita. por otro lado vamos ver que es lo que hay em modernidad de derechos en el mundo sobre publicidad de alimentos y acojamos el modelo, cual es el problema? o vamos de nuevo a decir que los chilenos somos diferentes

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