Escribo este texto en medio de una larga crisis pandémica. Pero, en la convicción que la crisis basal más compleja no es la biológica. Es política, social, cultural, económica y especialmente ética, esa crisis estructural es la que ha movilizado a la sociedad civil en repudio: a) de políticas públicas que no atienden a sus urgencias, b) un sistema privado inspirado en valores inhumanos, abusivo y materialista, c) en ambas instancias se demanda y requiere redefinir los valores éticos, d) se requiere construir un nuevo consenso social, e) nuevas bases de legitimidad y legalidad, f) nuevas confianzas y compromisos con el bien común, que surgirá de una adecuada definición y equilibrada armonización entre los bienes públicos y los bienes privados. He escrito y hablado en múltiples foros sobre este tema de la adaptabilidad a la sociedad digital. Pero, en la élite he encontrado desinterés, desesperanza, he visto desdén, exasperación de otros que piensan que les distraen de sus urgencias con temas sin importancia. Si las ideas no están claras, si no se conoce el destino al que se quiere llegar, no hay vientos favorables ni puertos que sirvan. Si al leer este texto usted cree que se orienta en el camino correcto, por favor, compártalo, mándelo a sus autoridades, viralícelo hacia sus redes sociales, en los medios de comunicación, a los líderes que le den confianza. Necesitamos convocar al reencuentro nacional y estos temas son transversales, urgentes, pertinentes y la respuesta a la crisis que vivimos. La pandemia pasará y estos elementos de división si mantendrán si no los atendemos con urgencia.
Vivimos un profundo cambio de ethos, que impacta en todas las dimensiones de la sociedad y del ser y estar de los individuos que la componen, su ética, estética y emocionalidad en la relacionalidad social. Observamos radicales transformaciones transversalmente en todos los ámbitos de la sociedad: en lo social, económico, relacional, temático, etario, territorial, cultural y ético. Su alcance es de escala global y en todos los países, independientemente de la condición económica, social, cultura, religiosa o ideológica. Alcanza a países grandes y chicos, ricos y pobres, de una y otra cultura o religión.
Nuestras élites no comprenden el sentido de los cambios en la sociedad que emerge. Unos se quedan pegados tratando de comprender en que consiste el cambio y la crisis estructural en la sociedad contemporánea, otros con mayor pragmatismo intentan tomar medidas en las que solo abordan parcialmente los problemas estructurales, otros simplemente intentan surfear la ola de cambios manteniendo el equilibrio dinámico del proceso, pero, otros tantos muestran negacionismo, falta de realismo, asumiendo que toda esta situación es transitoria, algo pasajero que ya pasará, sin hacer mucho más. Este proceso está generando una profunda brecha generacional, entre los nativos analógicos de la sociedad industrial y los nativos digitales de la sociedad de redes. Entretanto la pasividad e inacción están sembrando las nuevas desigualdades sociales y económicas asociadas a la brecha digital.
La revolución TIC y la emergencia de la sociedad digital, es un proceso de cambios que tiene dimensiones externas que impactan en las estructuras y en las relaciones sociales. Pero, el cambio más radical se produce en el vuelco hacia lo interno de las personas, hacia la subjetividad, es decir, la valoración por el fuero interno de las personas, el respeto a su dignidad e intimidad, lo que implica además sus datos personales y sociales. Pero, al mismo tiempo la subjetividad se transforma en la presa más importante para quienes buscan someter y manipular desde el ejercicio del nuevo poder, que surge desde la Big Data, el Blockchain, la minería de datos, que surge desde la gestión y manipulación de las redes sociales y plataformas digitales.
Es un vuelco desde la biopolítica que nos planteó Michel Foucault, hacia la sicopolítica, que plantea el filósofo coreano-alemán Byun-Chul Han, se trata de una nueva forma de coacción interna. No está basada en la violencia física, sino en el poder seductor, un proceso de auto-sometimiento y de hiperexposición, como objeto en vitrina. Son sociedades las llamadas sociedades depresivas, del cansancio, por auto-explotación, consecuencia de un nivel de autoexigencia que mantiene a los individuos en vigilia constante, colgada de elementos tecnológicos como el celular o las redes de Internet. Es una concepción del trabajo que no respeta intimidad, tiempo libre, descanso ni vacaciones. Las relaciones son interesadas y prima un capitalismo financiero. En la bio-política se da una dominación más sutil en torno a las sico-neuro-ciencias, pero mucho más efectiva e invasiva que la denunciada por Foucault. Tanto la biopolítica como la sicopolítica están emparentadas con el sicopoder, que apunta al micro y macro cosmos como enfoque geoPolítico, desde una lógica del poder blando, el soft power que nos propone Joseph Nye, profesor de la universidad de Harvard, para definir las relaciones en la que un actor, sea una persona o institución, por ejemplo un Estado o grupo social, incide en acciones o interés de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, con el complemento de sus redes personales o sociales y los medios de comunicación. Este concepto surgió en contraposición con el hard power o poder duro que es el uso de la fuerza, la violencia. Es poner en cuestión el poder de impacto, influencia y conmoción que produce el cañón de un arma, contrastado con ese mismo poder cuando se usa adecuadamente el lente de una cámara para generar imágenes o videos. También se refiere a cuestiones culturales vinculadas a gustos, deseos y emociones, como ocurre con la moda, el arte, la comida, la bebida, el cine, etc.
Vivimos un cambio de época que se despliega montado sobre la revolución en las tecnologías de información y comunicación, que ha transformado las dimensiones témporo-espaciales, alterando relaciones topológicas como la proximidad, centralidad, conectividad y accesibilidad, lo que alcanza a todas las actividades del ser humano. Estos cambios han terminado impactando en el ámbito relacional de las personas lo que está marcando un profundo cambio cultural en la sociedad contemporánea. Cambio que se expresa en la convergencia tecnológica de plataformas y servicios hacia el Internet; un nuevo valor de la diversidad y consecuentemente del pluralismo en todas las dimensiones sociales; un profundo cambio en el paradigma comunicacional multimedialidad, multidireccionalidad, multimodalidad, multi-interactividad. También se observa una cambio de énfasis desde la racionalidad hacia la emocionalidad, lo que da centralidad a la subjetividad de las personas.
Basta de gatopardismo, superemos la mediocridad, sacudamos el desdén, asumamos todos la responsabilidad de construir juntos una sociedad y mundo mejor. Todos somos uno y uno somos todos. Nunca podremos despojarnos de esa sentencia suprema y universal"
Como se ve el cambio cultural es de proporciones estructurales, impactando en todas las dimensiones de la relacionalidad social. Un profundo cambio de Ethos que ha transformado la Ética, Estética y Emocionalidad que definen la relacionalidad humana del entorno de cada cual, un proceso que muestra una tasa de viralización y de contagio muy alta y rápida, lo que está afectando todo y a todos.
Los elementos más relevantes que caracterizan este cambio, entre otros son:
Reflexionemos a la luz de estos indicadores, sobre los cambios que necesitamos para superar la crisis y generar un proceso de adaptabilidad a la sociedad digital, en el contexto de un nuevo pacto social, basado en elementos éticos y principios anclados en el humanismo. Este es un llamado a nuestra élite, para que sintonice con el sentido de los nuevos tiempos, que deje el negacionismo de la realidad que emerge, que se escuche a la sociedad civil en su reclamo social, medioambiental, cultural y digital, para dar paso a una sociedad de relaciones más horizontales, respetuosas, éticas, solidarias y colaborativas. Una relación que equilibre las dimensiones materiales y espirituales, racionales y emocionales, en que la dignidad de la persona esté en el centro. Basta de gatopardismo, superemos la mediocridad, sacudamos el desdén, asumamos todos la responsabilidad de construir juntos una sociedad y mundo mejor. Todos somos uno y uno somos todos. Nunca podremos despojarnos de esa sentencia suprema y universal.
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