Los derechos esenciales, aquellos que brotan de la dimensión espiritual de la condición humana reconocida en la Constitución (Art. 1 y 19), son obligaciones para el Estado (Art. 5to.) y exigencias que al ciudadano corresponde levantar. (Nash, 2009) (1). La trascendencia que el actual soslayo de este plano de la vida humana, jurídica, científica y sagrada tiene sobre la salud integral, individual y pública, resulta tan significativa, dramática y vergonzosa, que es imposible continuar tolerando y haciéndonos cómplices de esta manifestación de la ignorancia, que desconoce los hechos científicos y la propia matriz jurídica actualmente vigente.
El ayuno esgrimido como herramienta, como contribución, pretende exhibir una consecuencia sobre la convicción de la vida espiritual y solicitar a quienes responsablemente lo comparten, que realicen las acciones necesarias para exigir y alcanzar un funcionamiento sintonizado con otro paradigma, uno donde la realidad con la que hemos de trabajar incluya la manifestación sutil de la energía y planos espirituales de la existencia, como hechos objetivos y naturales, maduros, lúcidos e inteligentes.
Las injusticias y los diferentes actos aberrantes que acontecen en nuestro país actualmente y que nos toca constatar como responsables, como profesionales, tornan urgente la necesidad de la transformación que se necesita, y que al parecer depende fundamentalmente de todos nosotros. En tal sentido, es necesario señalar que el salto en la naturaleza de la exigencia propuesta, determina pruebas, es un test de consecuencia y genera las necesarias distinciones para depurar la iniciativa que se realiza, lo que permite alcanzar mayor ética y mayor eficiencia en el aprovechamiento de las oportunidades que se nos ofrecen.
Del estudio que permite el ayuno brota la noción de libertad, de dignidad susceptible de alcanzar al desprenderse de mucha necesidad superflua e ilusoria que habitualmente nos satura y nos seduce, y la convicción del poder que ciudadanos afirmados en su espíritu tenemos para neutralizar la vulnerabilidad que normalmente exhibimos ante la propuesta de la cultura consumista, superficial, engañosa, desalmada, que aún impera. Esta convicción que brota de la certeza del espíritu, permite constatar una capacidad para trascender el hambre, el temor, la soledad, las pasiones de la materia en general, incluyendo aquellas relacionadas con el sexo y con nuestros pensamientos. Comienza a surgir una cristalización natural de otro orden de identidad dando paso a una observación mas integrada, realizada desde otra posición, desde donde las necesidades se renuevan en el contexto de una recreación esencial de lo que es mi condición y la de todos, la profundidad realizada del ser.
Esta convicción que brota de la certeza del espíritu, permite constatar una capacidad para trascender el hambre, el temor, la soledad, las pasiones de la materia en general, incluyendo aquellas relacionadas con el sexo y con nuestros pensamientos.
Esta necesidad es la que está detrás del ayuno, alcanzar una dinámica colectiva que esté impregnada de mayor conciencia, como lo natural e inteligente, como lo sano. Es una exigencia-contribución, realizada por un médico con experiencia en salud pública, director en hospital rural durante cinco años, director en un centro de salud mental comunal por siete años, psiquiatra investigador, realizador de habilitaciones en servicios públicos (Junji, Sename, sistemas de salud y educativos, entre otros), quien posee la convicción de que para mejorar la salud en Chile, debe ser incluido el espíritu, como manifestación de un ajuste cualitativo, epistemológico, trascendente, y por ello el tesón, coraje y riesgo, porque se ha intentado en el poder judicial, en el poder legislativo y en el ejecutivo, en la comunidad científica, en la académica y en la propia ciudadanía, compartir los conocimientos destilados, pero aún existe la necesidad de inyectar más consecuencia en el afán y con ello alcanzar los objetivos perseguidos.
Texto: Milton Flores, médico psiquiatra.
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carola flores
La ley Chilena e Internacional establece que el ser humano es material y ESPIRITUAL. Nuestra exigencia tiene que ver con derechos escenciales. Exigimos no ser criminalizados por elegir la Cannabis como herramienta de bienestar físico, mental y espiritual.
Carla Urra
Los argumentos ya están dados, la inclusión de la espiritualidad y la despenalización de la cannabis es necesario, conveniente e inteligente por donde se le mire, pero aún como humanidad nos sigue tocando pagar penitencia para que el caudal se expanda y la libertad se materialice. Fuerza y aguante al Dr. Flores y a Triagrama. Mi alma está con uds.