No es novedad para nadie que la participación de los jóvenes en política es minoritaria y que, salvo unas cuantas excepciones, esta participación se queda solamente en la disputa de centros de estudiantes o federaciones universitarias. Soy joven, participo en política y soy un convencido de que somos los convocados a cambiar Chile. Sin la fuerza de los jóvenes, los temas que son realmente de nuestro interés permanecerán fuera de la palestra pública, especialmente frente a la hegemonía de gente que desatiende constantemente la voz de las mayorías en favor del mantenimiento del statu quo.
Sin la fuerza de los jóvenes, los temas que son realmente de nuestro interés permanecerán fuera de la palestra pública, especialmente frente a la hegemonía de gente que desatiende constantemente la voz de las mayorías en favor del mantenimiento del statu quo.
Los jóvenes históricamente hemos estado luchando por formas más justas y dignas de vida en sociedad. Luchando desde la calle. El referente más reciente de nuestra lucha es la movilización estudiantil de 2006 (que tuvo como consecuencia las posteriores movilizaciones de 2008 y 2011), año en que salimos a denunciar la crisis del modelo educacional y a exigir una reestructuración inmediata. Pero nuestra fuerza no podía quedar únicamente en la marcha y la lucha callejera. Fue necesario ir y disputar terreno en los espacios donde la institucionalidad se escondía de la calle. Avanzamos al Congreso con la elección de Camila Vallejo, Karol Cariola, Gabriel Boric y Giorgio Jackson, pero cuatro diputados son evidentemente insuficientes. Tenemos que disputar aún más terreno y en espacios aún más diversos.
Sin nosotros, fuerza de la juventud, seguirá existiendo aquel espacio vacío a merced de esos que no quieren que nuestra sociedad cambie, esos conformistas que con unos pequeños parches son felices.
Para los jóvenes, disputar espacios de elección popular es difícil, pero lo será aún más si los mismos partidos políticos no garantizan la participación de sus propios militantes jóvenes en sus estructuras, y no se cuentan con espacios suficientes para que podamos alcanzar espacios entre la dirigencia. En esto reside el ineludible pronunciamiento de los partidos sobre una moción que garantice la participación de los jóvenes en la política a través de algún sistema de cuotas.
Hablar de una acción positiva que beneficie a los jóvenes no es una idea loca. Si la participación no se da de manera natural, entonces debe estar garantizada por la ley, al igual que la moción de ley que pretende garantizar la participación de las mujeres a través de cuotas. Avanzar en la reglamentación de la participación juvenil en política, es avanzar en más y mejor democracia.
En línea con asegurar la participación de los jóvenes en cargos políticos de elección popular, debe resguardarse la igualdad de condiciones de participación para los jóvenes. Para nosotros no es fácil enfrentar una elección, por diversos factores que comienzan en el asunto de los recursos económicos.
Un candidato que lleva años «apernado» en su cargo u otro que se quiere instalar y cuenta con una «inmensa maquinaria» detrás, va a representar un candidato sumamente difícil, que un joven con grandes capacidades logre imponerse ante ellos. Más difícil aún si, por ejemplo, un joven debe competir en una primaria para obtener el cupo de candidato. Quizás gane la primaria, pero probablemente ya no contará con los recursos económicos para poder enfrentar la verdadera elección. Esto debe ser un llamado no solamente a legislar sobre una Ley de participación juvenil en cargos de elección popular, sino también, y a propósito de los tan cuestionados aportes reservados y aportes ilegales a las campañas electorales, a sostener un debate sobre cómo se deben financiar las campañas electorales.
Si los jóvenes hemos conseguido levantar a millones de personas para que salgan a las calles a luchar por lo justo, también tenemos la capacidad de asumir posiciones de liderazgo dentro de esas instituciones que, como dije, hoy sirven de madriguera a aquellos que se desentienden del clamor de la gente. Pero, lamentablemente, la situación actual seguirá siendo poco auspiciosa sin una ordenanza que nos permita enfrentarnos al interior de los partidos y en las instituciones del Estado, a través de elecciones que nos ofrezcan igualdad de condiciones.
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Rodrigo Ferrada
Un parlamento real es justamente la representación del pueblo en el estado, y deberían haber cuotas no sólo para jovenes, sino tambien como dice Juan de forma irónica, para las grandes minorias, lgbt, pueblos originarios, inmigrantes, etc. etc. y no sólo los descendientes del invasor, en su mayoria abc últimos, hombres, católicos, etc., etc. Saludos
Juan Pedro
Tiempo que no leía algo tan patético. Empiezas con un auto-panegírico «los jóvenes somos lo mejor» «esttamos cambiando el mundo» «nada nos detendrá».
Y luego empiezas a dar pena, y mendigar unos cupos electorales protegidos, cierto?? Así de fantásticos son tus «jóvenes»???
Supongo que estás de acuerdo con cupor protegidos para los mapuches, cierto (el razonamiento es el mismo). Y después que??, cupos para rapa nui y diaguitas?? Y gente del norte y del sur extremos??? Y descendientes de españoes, italianos y croatas?? Y que tal zurdos y derechos? Otra minoría sonb los LGBT, necesitan cupos resguardados también???