En un lugar lejano, cruzado por cordilleras, mares y ríos, con diferentes asentamientos de población humana, fragmentada entre los de arriba, los del medio y los de abajo.
Cada estructura tiene ritos semejantes, tales como la adoración a divinidades presentes en templos, en otros lados, se encuentran adoradores de ídolos, cuyos representantes son percibidos por sus seguidores como avatares dignos de una equivalencia al Dios del ser humano.
Los avatares, han dividido a la ciudadanía, a través de sus seguidores, se han dividido entre patriotas y los defensores del pueblo, exaltando el sentimiento que tiene por el ius solis y ius sanguinus, dependiendo de la realidad que viven, además de la influencia en su formación política, religiosa, económica.
Dependiendo de la visión que el individuo emita, es apoyado, prejuiciado, discriminado o supervalorado. En este último punto, si bien ambos lados actúan en bloque, se apoyan mutuamente, fallan en la tolerancia, por ejemplo, si no piensan igual a uno de ellos, no hay términos medios, es ser o no ser, estas con uno, y eres salvador o traidor, que mereces el cielo o el infierno. Si eres de un lado crees en Dios, si no lo eres, te imponen que por no estar a ese lado no crees en Dios, y quieres la destrucción, que odias la familia, pero hay que tener claro que son “tolerantes”. Por la otra parte, el pueblo, es quien sucumbe ante la opresión del gobierno. Han caído personas luchando perdiendo órganos visuales, aparecen enmascarados que son vistos como héroes, tanto que el edificio parlamentario abrió sus puertas, dónde fueron aplaudidos, levantados a semidioses, pero, son tan tolerantes que discriminan por uniforme, o clases sociales, mientras en unos se burlan escribiendo “disnidah”, otros se burlan de quien apoya el mercado.Y ¿tú cuánto vales? Es lo que se ha impregnado en una sociedad donde el valor y los valores, varían según una visión de un todo. Donde una verdad vale más que un diálogo, dónde un día, en un abrir y cerrar de ojos, todo puede cambiar
Lo paradojico, en ambos lados encontramos personas que se creen superiores moralmente, éticamente, físicamente e intelectualmente, a tal nivel que si en ambos lados cometen un hecho lo amoldan a su favor, por ejemplo, si hay corrupción, el corrupto es el del frente y no el del sector, a pesar que se haya realizado además de comprobado, minimizando el propio paralelamente exaltando lo bueno de su visión.
En este territorio se ha vuelto común el discurso de odio, tanto hacia personas internas como externas. Nuevamente los extremos se posicionan como salvadores, seres conscientes y que su verdad es la única que tiene validez, al más puro estilo de quienes abogaban por la raza aria, la tolerancia ha sido enterrada en los panteones de la humanidad.
El paso del tiempo, las soluciones que nunca llegaron, los decesos en salas de espera en centros clínicos, dónde la reputación de una autoridad, ya sea primer mandatario, un ministro, un subsecretario, vale más que los profesionales que se encuentran en hospitales luchando y atendiendo a quienes se vieron afectados por la enfermedad pand´emica, dónde Baldor, las cifras, las encuestas dictan el como se debe gobernar, quienes son los más apoyados por la ciudadanía.
Las palabras en silencio marcan las horas que pasan, tristemente las soluciones a varios problemas se han ido aplazando, pasando de gobierno en gobierno, se ha planteado el odio como algo válido, donde la condena a la violencia vacila según la mirada política, de quien emite la opinión sobre el hecho, y quién realiza el hecho.
Y ¿tú cuánto vales?, Es lo que se ha impregnado hoy en día, en una sociedad donde el valor y los valores, varían según una visión de un todo, donde una verdad vale más que un diálogo, dónde un día en un abrir y cerrar de ojos todo puede cambiar.
Las crisis son necesarias para crecer, pero que aquello que hoy nos divide, sea aplacado, y nos volvamos a reunir, con el fin último de la Paz.
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