La esperanza de trabajo para un joven en muchos casos es satisfecha, pero la gran mayoría de las veces deben buscar empleos en sectores que no son de lo mejor y a los que no optaron con una carrera profesional; o simplemente deben realizar oficios, trabajos mal remunerados por la necesidad, llegando a ser utilizados y explotados por sus empleadores para entregar un servicio satisfactorio a sus clientes.
Muchos jóvenes no cuentan actualmente con fuentes laborales donde desempeñarse o bien las condiciones no son las óptimas; altos estándares de exigencia de algunas empresas no permiten el desarrollo de una carrera como sucedía antes en nuestro país. Claro es el caso de Ferrocarriles del Estado, que lamentablemente después del golpe militar no pudo funcionar de la misma forma dando trabajo a miles de chilenos y a la clase obrera más grande de este país. Se podía ingresar sin tener un título profesional y se podía desarrollar una carrera adentro, logrando una jubilación y una pensión digna.
Los tiempos han cambiado y con ello la sociedad y la necesidad de especializarse o lograr un reconocimiento social y cultural importante, como la obtención de un título, ya sea de universidad, instituto de formación profesional o centro de formación técnica.
Lamentablemente eso también condicionará la fuente laboral a la que uno como joven profesional puede optar, con carreras saturadas, exceso de profesionales, baja empleabilidad y escasas oportunidades para aquellos que con mucho trabajo y esfuerzo han logrado terminar sus estudios y tener un grado académico, dejando atrás muchos problemas para lograr ese objetivo tan ansiado y que no puede ser recompensado con un trabajo digno y bien remunerado.
La esperanza de trabajo para un joven en muchos casos es satisfecha, pero la gran mayoría de las veces deben buscar empleos en sectores que no son de lo mejor y a los que no optaron con una carrera profesional; o simplemente deben realizar oficios, trabajos mal remunerados por la necesidad, llegando a ser utilizados y explotados por sus empleadores para entregar un servicio satisfactorio a sus clientes. Un claro ejemplo es el de las cadenas nacionales de comercio.
Creer que muchos jóvenes no tienen la necesidad de trabajar o por creer que muchos estudian y no les da el tiempo es hacer vista gorda de la realidad de nuestra juventud que necesita de trabajos dignos y remuneraciones acordes a sus empleos y no a la sobreexplotación a la que son sometidos, con remuneraciones que en muchos casos son una burla. Un ejemplo claro son los jóvenes que trabajan de empaquetadores en grandes supermercados del país quienes deben cancelar dinero de sus propias ganancias a los jóvenes encargados, que son iguales a ellos, pero que llevan un poco más de tiempo trabajando y obtienen una especie de poder divino que los hace cobrar dineros para que sus compañeros puedan tomar turnos, siendo explotados de diferentes maneras, claramente denigrantes. Un claro ejemplo de abuso a los jóvenes, incluso cometido por otros jóvenes que no ven la necesidad de desarrollo de sus pares.
Y qué decir de aquellos jóvenes que no pueden estudiar por falta de dinero o simplemente porque sienten que no pueden hacerlo y no tienen más que trabajar en ferias o persas, peleando con otros jóvenes o con otros comerciantes para poder vender sus productos. La sociedad hace vista gorda de aquello y no se interioriza para buscar soluciones a esos problemas y falta de oportunidades. Somos nosotros los llamados a conocer estas distintas realidades para saber a qué nos podemos enfrentar en un futuro próximo.
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