El cortometraje Historia de un oso es una pieza cinematográfica que está llena de giros, datos y remembranzas que enriquecen un contexto desde el cual se podría extraer una verdadera cultura de comprensión histórica que proponga sin rubor, la idea de la solidaridad con los que sufrieron en el pasado en Chile, violencia y exclusión.
La rica y valiosa secuencia es un juego de íconos llenos de humanidad con los cuales se puede dar rienda suelta a la imaginación, y cuya única barrera de contención es la realidad. En ella, su creador, asistido por una sociedad técnica y artística de alto nivel creativo, puso en escena una alegoría de la dictadura militar que bien puede decirse, marca una inflexión entre la ira legítima de una sociedad violentada y la serenidad catártica que puede aportar una obra de arte sin renunciar a la denuncia.La narración, aparte de ser la historia de un hombre de verdad, es también un renglón teatral del exilio inacabado que palpita en medio del bullicio de otras culturas, donde la vida, expuesta y todo: acosada y todo; late a borbotones en ese instante minúsculo que es Historia de un oso
La obra es un producto comunicacional construido al estilo laborioso e imaginativo del pathos chilensis, como ha quedado demostrado luego de conocidos los detalles heroicos de su producción. Expuesto en un complejo diorama de once minutos con la vibrante capacidad de contener con raro acierto y en un soplo, una verdad completa, no es infundado afirmar que, tanto por el impacto de ser el primer Oscar ganado por una producción cinematográfica chilena, como por la calidad de su producción, Historia de un oso se pone a la vanguardia, y con ventaja, de los millones de caracteres, tinta y celuloide invertidos hasta ahora en la construcción de la memoria. Tal es la fuerza expresiva y la belleza ética de su mensaje.
Historia de un oso, que ha conmovido a todos por la serena humanidad de su mensaje, se desarrolla en medio de una atmósfera de nostalgia y pérdida, apoyada en la figura de unos inocentes animales que son secuestrados para ser llevados a un circo, una dramática analogía con un Estado represor. A partir de aquel arquetipo de lo oculto y lo prohibido, la narración alcanza su máxima expresión en la redada nocturna protagonizada por los agentes del circo contra los animales que viven en un edificio de departamentos, y que llevará al oso al cautiverio. Mientras aquellos van siendo capturados en sus propias casas a golpes de laques y bastones sobre sus cabezas, surge el dato humorístico necesario para contrastar la violencia con lo anómalo y lo insólito: en uno de esos pisos donde los animales duermen sobrecogidos por el miedo, está una jirafa solo con parte de su largo cuello a la vista, porque el techo tiene un límite, lo que obliga al agente a ir presto, por su cabeza, al piso superior.
La sutileza humorística de ir por la cabeza de la jirafa un piso más arriba, connota ―acreciendo su riqueza y su libertad de interpretación―, más de alguna idea, como la vocación represiva de los cancerberos, por un lado; y el miedo y la solidaridad animal de las víctimas, puesto que la presencia de la jirafa en una pieza de departamentos, se puede inferir que, para los animales del edificio, siempre habrá un espacio para esconder a un camarada. Paralelo a ello, y si se nos permite el uso de un giro popular, también se podría advertir―en un ejercicio lúdico―, que el represor rara vez quedaba “con cuello” cuando salía de caza, porque ciertamente, siempre regresaba a su cubil con las víctimas escogidas. Una clase de humor negro que le da un giro inesperado a la dramática escena, y aporta a la universalidad narrativa de la historia.
Es oportuno recordar que, más tarde, los dueños del circo justificarán su acción contra los animales, aduciendo, como lo hacen en su propaganda callejera, que todos estos animales son simplemente peligrosas bestias salvajes, emulando así un triste ejercicio de desprecio por el otro, recurrente en el vocabulario de aquellos días de hombres, que no de animales, anulados con este pretexto.
La narración, aparte de ser la historia de un hombre de verdad, es también un renglón teatral del exilio inacabado que palpita en medio del bullicio de otras culturas, donde la vida, expuesta y todo, acosada y todo, late a borbotones en ese instante minúsculo que es Historia de un oso. Silabeando a William Blake: «es como ver un mundo en un grano de arena y un cielo en una flor silvestre» plantada en Chile.
Comentarios
07 de marzo
Erratas: En párrafo cuarto corregir: «… de las víctimas, porque puesto que…; reemplazar por: «… de las víctimas, puesto que… «
+1
07 de marzo
Lo siento, no quiero ser majadero, pero el texto primitivo dice correctamente :
«…como sería la vocación represiva de los cancerberos, por un lado; y el miedo y la solidaridad animal de las víctimas, por el otro, puesto que de la presencia de la jirafa en una pieza de departamentos, se puede inferir que, para los animales del edificio, siempre habrá un espacio para esconder a un camarada». Gracias (adiós)