Hemos visto cómo las cifras son utilizadas para levantar y enterrar discursos. Siempre encontraremos alguna comuna donde las cifras subieron, pero también dónde bajaron. Siempre tendremos números más altos que algunos países, pero también más bajos que otros. Podremos cuestionar la fiabilidad de la fuente o decir que ya no se trata de números. En suma, en este tema, como en pocos, todos tienen algo que decir y siempre habrá ‘evidencia’ que respalde su argumento.
Por ejemplo, sabía usted que la tasa de robos con violencia o intimidación en Chile (87,4) o de robos en lugar habitado (95,9) son bastante menores que las de violencia intrafamiliar (149,0). Sabía usted que el delito que más aumentó en la comuna de Independencia, más de 900% de incremento, fue la violación.Valdría la pena, por ejemplo, analizar si la agenda corta anti-delincuencia del año 2007, cuyos énfasis fueron bastante similares a los de esta nueva, tuvo los efectos esperados sobre la reducción de la criminalidad.
Entonces, ¿cómo escoger a quién perseguir? ¿al que roba? ¿al que maltrata su propia familia? ¿Qué delito es más grave? ¿Por cuál haremos sonar las cacerolas?
Probablemente habrá tantas respuestas como intereses en juego. Pero el Estado, a través de la política pública, debe cautelar el interés general, de largo plazo, garante de derechos, que fortalezca la institucionalidad y que trascienda la inmediatez.
En Chile hemos aprendido y eso se refleja en avances sostenidos en la consolidación de instrumentos de medición; reducción y estabilización de la victimización general; en la instalación de un modelo preventivo que se basa en lo comunal y permite responder a las particularidades territoriales; entre algunos otros aprendizajes significativos. Sin duda aún hay mucho por aprender y por hacer mejor, como la necesaria coordinación interinstitucional horizontal y vertical, medición de resultados de iniciativas, mejoramiento de la capacidad investigativa inteligente, y bastante más.
Entonces, antes de seguir asumiendo una realidad que al menos es discutible, si la delincuencia se tomó las calles; y antes de decidir sobre una nueva agenda corta antidelincuencia, vale la pena poner racionalidad al debate. Valdría la pena, por ejemplo, analizar si la agenda corta anti-delincuencia del año 2007, cuyos énfasis fueron bastante similares a los de esta nueva, tuvo los efectos esperados sobre la reducción de la criminalidad. Más personas cumpliendo sentencias más largas sin un real mecanismo de reinserción efectivo y de amplia cobertura, no parece tener sentido. Entre más policías con mayores atribuciones o mejores policías, la respuesta apuntaría a la calidad.
Es nuestra responsabilidad entonces mirar el panorama completo de los datos y las cifras, de los aprendizajes y los errores, de las víctimas y los victimarios, del error judicial y del acierto, de las prisiones preventivas y los falsos positivos. Solo en un diálogo racional, que no se quede en la casuística y las pasiones, podremos avanzar hacia lo más parecido a un Chile seguro para todos y todas, en la calle y en el hogar.
Columna publicada en The Clinic
Comentarios
19 de agosto
Me parece que comparar delincuencia urbana con violencia intrafamiliar sólo desorienta, son contextos distintos, son escenarios que deben ser tratados de modo diferente. A pesar de las medidas de la agenda corta del 2007, la sensación de impunidad impregna a la sociedad, cada víctima siente que no hay justicia, cada victimario siente que puede actuar sin mayores riesgos, multiplicándose los actos, lo que pasa es que la gente ya no denuncia porque no confía. Me parece que es claro que aquí hay una confusión enorme, por una parte hay muchas organizaciones, grupos de presión y aún personas que sienten que el delincuente es un carenciado social, así, se postula por su protección, por intentar extraerlo de su comportamiento, porque se lucha contra los rigores de una condición social y no de una manera de pensar que se adquiere en cualquier medio social y quizás también se transmita de padres a hijos, forma de pensar ya muy arraigada y muy dura de cambiar.
+1
19 de agosto
Estimado Sergio,
su comentario hace afirmaciones que me parece no tienen sustento. La violencia al interior de los hogares es un factor de riesgo, es un delito en si mismo, y genera consecuencias mucho más graves y profundas que el robo de un celular. Sin duda se requiere de abordajes diferenciados para los diferentes tipos de delitos y violencias, pero lo que busco plantear es que como sociedad parece hemos decidido que los robos son más importantes, pues sobre ellos se ha puesto el foco prioritario. Y esa decisión es a lo menos es discutible.
Me gustaría saber cuál es su fuente para afirmar qué siente cada víctima y cada victimario, o por qué razón la gente ya no denuncia (si es que fuera efectivo que la gente ya no denuncia).
Usted y yo podemos estar en desacuerdo, en la forma y el fondo, pero espero que coincidamos en que buenas decisiones requieren de buena información. Cada persona tiene derecho a tener una opinión, pero las opiniones desinformadas son aquellas que más desorientan.
20 de agosto
Alejandra, he sido víctima varias veces de robos y uno de mis hijos de asalto serio, parientes míos han sufrido robos con violencia y aún con heridas graves, no hemos denunciado nada, hemos lamido las heridas, pagado las curaciones y vuelto a la rutina, con temor. Conversando con un hermano llegamos a la conclusión que robar un notebook con intimidación puede parecer poca cosa, pero es en el fondo del hecho un robo de vida, hay que pasarse unos seis meses pagando parte del trabajo diario en el objeto que ha sido robado, además de otras horas de trabajo generando información perdida, en suma, vida. El tema es serio porque se está haciendo cada día más violento, más organizado, pero están apareciendo en el debate muchos grupos organizados que bogan por la impunidad, su fin último es bastante nihilista, anarquista, y su fuente viene principalmente de discursos europeos, de gente irresponsable, supuestos pensadores que no hacen otra cosa que tomar café y rascarse la cabeza, así, la delincuencia, vieja compañera del hombre está floreciendo en nuestras calles, vecindarios, en la ciudad, son verdaderas legiones de delincuentes que salen todos los días, y se están formando nuevos cuadros. Me parece que el problema de la violencia intrafamiliar es serio, quizás producto de una cultura enferma, machista, que toma la mujer como un objeto de pertenencia y que requiere ser abordado muy seriamente, pero insisto, aunque preocupante, es otro tema.
+1
25 de agosto
Es que no se trata de perseguir a los hechores de los delitos mas frecuentes, se trata de encontrar las razones que inducen a cometer los delitos nombrados (robo con violencia, asalto y robo dentro de propiedad habitada, violencia intrafamiliar, violacion, etc) sino de buscar las razones de porque actuan asi. Una de las razones reconcidas en todos lados es la ruptura de la familia y problemas sociales que conllevan a la pobreza, la dependencia de la ayuda social y otras formas de sobrevivencia.
No importa que se haga, nada se solucionara si cerramos los ojos a las raices del problema. Es articulo en si es politico y los comentaristas caenen la trampa de legislar sin diagnosticar. Poco aporte o simplemente astuto planteamiento.
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