Leo en la prensa que la Contraloría General de la República estableció hace pocos días que el mediático anuncio del Presidente Sebastián Piñera de noviembre del año pasado –junto al ministro de Salud Jaime Mañalich- respecto del término de las listas Auge fue un tongo. El órgano
fiscalizador informó que más que cumplir con la ley sobre garantías explícitas y dar tratamiento de salud correspondiente ante enfermedades catastróficas, el gobierno aplicó en una parte significativa cambios administrativos para poder montar una buena obra de teatro. Comunicaron que habían terminado en un año y medio con los pacientes en espera, pero en un muestreo en seis hospitales se determinó que más de un 40 % de ese total se debió a simples ajustes procedimentales, quedando un número importante de chilenos y chilenas sin la atención de salud requerida.
Hojeo otro diario y en este se informa que, a pesar de lo que se señaló oficialmente sobre la reciente reunión del Presidente Sebastián Piñera y los máximos ejecutivos de Endesa España, en esta se abordó el futuro y polémico aumento de capital de Enersis y la situación de HidroAysén. Digo “a pesar” porque para todos los efectos públicos la autoridad señaló en la oportunidad que tales materias no habían sido discutidas.
En ambos casos se contraponen la realidad con las verdades construidas desde la política, que más que a lo ocurrido, responden a los fines del gobierno. Algo que, en honor a la verdad, no es exclusivo de esta administración, toda vez que en anteriores administraciones ejemplos similares hubo a raudales.
El problema aquí no radica solo en lo cara de palo que pueden ser llegar a ser nuestras autoridades en la forma que tienen de enfrentar los desafíos de Estado. Esto de por sí es grave, pero como desde hace mucho tiempo está claro que el poder corrompe (o desvirtúa los fines originales), son las instituciones y, particularmente, los ciudadanos quienes deben asumir el rol de control ante estas incoherencias con lo que debe ser el correcto ejercicio de las funciones públicas.
Pero ¿qué ocurre cuando a los ciudadanos les da lo mismo? ¿Cuando el umbral de la tolerancia a estas acciones – seguramente por acostumbramiento – supera todo nivel aceptable?
En momentos en que se alza la voz en contra de los estudiantes y las movilizaciones de todo tipo, es preciso recordar que cuando la fe pública se mina por la irresponsabilidad de quienes nos gobiernan, es el principio de la crisis. Porque la confianza en los representantes y su credibilidad es el principal activo para la gobernabilidad.
Cuando las autoridades mienten descaradamente y los ciudadanos lo aceptan como algo normal y natural, tenemos un problema mayor.
En momentos en que se alza la voz en contra de los estudiantes y las movilizaciones de todo tipo, es preciso recordar que cuando la fe pública se mina por la irresponsabilidad de quienes nos gobiernan, es el principio de la crisis. Porque la confianza en los representantes y su credibilidad es el principal activo para la gobernabilidad.
Es esa una editorial que los medios que airadamente las emprenden en contra de la legítima protesta social debieran publicar. No hacerlo demuestra, en definitiva, que hay un problema de jerarquía sobre los temas que consideramos prioritarios como sociedad.
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R.A.
Si las autoridades mienten, no creo que los ciudadanos lo acepten como algo normal, sino que sólo sucede que no tienen a quién reclamarle o dónde hacerlo y si acaso lo hacen a la misma Presidencia, no creo que el gato que cuida la carnicería esté dispuesto a pasarse auto partes o multas, o denunciarse a los tribunales de justicia…
El problema es la falta de institucionalidad para que la ciudadanía ejerza los derechos que le debiera conceder la democracia, y no digo «esta democracia», sino que la democracia que no tenemos…
Por otro lado, pedir la creación de la institucionalidad necesaria para que la ciudadanía ejerza la democracia, a la mafia política y económica de la dictadura de los partidos políticos es o parece de lo más inútil, porque ellos no representan a la ciudadanía, sino que velan por sus propios intereses, que incluyen preocuparse de su perpetuidad en el poder…
Todo esto podría ser reparado con una Cámara Ciudadana Digital, a manera d euna Tercera Cámara Nacional, sin embargo, el poder de la mafia es tal que no pretenden concerle al pueblo semejante herramienta para ejercer sus derechos, tal vez porque el pueblo desconoce esta alternativa y porque nadie más que yo la solicita… Si no fuera esta la herramienta adecuada, ¿cuál podría ser entonces?…