Un espacio público es un lugar que está abierto a toda la comunidad, clase social y etnia, sin exclusión alguna. Un espacio público es de propiedad estatal, de dominio y uso de la población en la que está inserto; y es obligación del estado el garantizar la accesibilidad a estos espacios. Un espacio público, por excelencia, cumple varios roles, entre ellos: el esparcimiento de la ciudadanía, el intercambio entre vecinos y el diálogo entre los miembros de una comunidad.
Dicho esto cabe mencionar que nuestra comuna de Til Til, desde hace ya bastante tiempo, ha comenzado a experimentar un pequeño, pero significativo cambio en materia de espacios públicos. Plazas, plazoletas, el Parque Manuel Rodríguez y piletas de agua, son algunos ejemplos de aquello. Lugares que, si bien son un porcentaje mínimo de lo requerido -habitante/M2-, son un avance; y como tal, son bienvenidos. En las plazas de nuestra comuna se han ido implementando, por ejemplo, máquinas para hacer ejercicios que cumplen una función en directo beneficio de la salud de nuestros vecinos, instalación de mesas para jugar Ping-Pong, y los ya tradicionales juegos infantiles; todos ellos de libre acceso de la ciudadanía.Soy un convencido de que un espacio público -como una cancha de fútbol- puede ser un actor importante para los procesos de integración social y formación de identidad en el seno de nuestra comuna, pero sin candado.
Sobre los espacios públicos de nuestra comuna, me quiero detener en las canchas de baby fútbol. Estos espacios públicos que están insertos en las poblaciones de nuestra comuna, generalmente están cerrados e impiden el acceso a los ciudadanos, contraviniendo justamente el para qué fueron construidos: el libre acceso de todos los vecinos. Ejemplos hay muchos; por dar algunos, tenemos las canchas de la Población La Merced y Los Olivos, que están cerradas con candado. Soy habitante de la población Los Olivos, mis hijos juegan en dicha plaza, y también usaban la cancha cuando ésta era de cemento y de libre acceso.
El día 18 de febrero de este año, esta cancha comenzó a ser intervenida por el estado, que invirtió la suma de $ 48. 832.394. Se instalaron unas graderías, iluminación nueva, pasto sintético y cierre perimetral; pero, también, candado. Antiguamente, cuando la cancha era de cemento, cualquiera podía ir libremente a la hora que quisiera -obviamente de día, pues en la noche la Junta de Vecinos cobra por el uso de la luz- a la cancha y jugar; pero ahora, lamentablemente no se puede hacer, ni de día ni de noche, sin antes pagar para que el candado se abra.
Duele el alma ver cómo los niños de nuestra población están durante el día mirando atrás de las rejas las nuevas instalaciones; duele también que para jugar en un espacio público, debes pagar un monto de dinero; y no es menos doloroso que si un padre no tiene los medios económicos, sus hijos están privados de usar estos recintos que siguen siendo espacios públicos. En la cancha de Los Olivos, por ejemplo, se cobra $10.000 pesos por la hora en la noche y $ 5.000 pesos en el día, lo que equivale a que cada niño debe pagar $1.000 o $ 500 pesos diarios por una hora de uso de la cancha dependiendo del horario. ¿Está en condiciones una familia Tiltilana de gastar 20 0 25 mil pesos al mes para que sus hijos usen un espacio público en el que el estado invirtió más de $48 millones? ¿Y si una familia tiene dos o tres hijos?
¿Vale la pena que el estado invierta esta suma de dinero para que ahora la cancha se use solo dos, tres o cuatro horas al día? ¿Estamos frente a discriminación o simplemente nuestras canchas pasaron a ser un bien de consumo más, al que puede acceder sólo quien tiene los medios económicos? Razones para poner candado a estas canchas hay muchas, y entre las más escuchadas es que hay que cobrar para mantenerlas. Sobre este tema tengo mis aprensiones pues hay ejemplos de canchas en la comuna que siempre cobraron y están en deplorables condiciones. Otra razón es el costo de la luz, una contradicción más teniendo en cuenta que la dueña de la electricidad de nuestra comuna es la propia Municipalidad.
Dejo en claro que no me opongo en absoluto a que las canchas de nuestra comuna sean intervenidas -ojalá todas fueran intervenidas-; pero soy un convencido de que estos espacios públicos -especialmente las canchas- con pasto sintético o sin él, deben estar abiertas a la comunidad sin ningún tipo de restricción, para que nuestros hijos puedan usarlas cuando ellos quieran y no dependan del buen estado de ánimo de un administrador. Si queremos apartar a las nuevas generaciones del flagelo de la droga que nos acecha como comuna, ésta es una importante herramienta que va justamente en esa dirección.
Actualmente la ciudadanía enfrenta bajos niveles de confianza y desvaloriza lo colectivo; y se vive con una alta percepción de inseguridad en los espacios públicos. Estas instalaciones, con sus millonarias inversiones por parte del estado de Chile en nuestra comuna de Til Til, vienen a contribuir al fortalecimiento del sentido de pertenencia, sociabilidad y confianza colectiva en nuestra población. Soy un convencido de que un espacio público -como una cancha de fútbol- puede ser un actor importante para los procesos de integración social y formación de identidad en el seno de nuestra comuna, pero sin candado.
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