Los niveles de desaprobación y desconfianza en nuestro sistema político han llegado a niveles preocupantes. Así lo muestran todas las encuestas en los últimos años. En la última encuesta CEP de noviembre – diciembre 2012, tanto la aprobación como la confianza en el gobierno del Presidente Piñera se sitúan en 30%, al tiempo que un 55% señala estar “poco o nada interesado” en la elección presidencial del 2013. Sin embargo, la clase política parece hacer oídos sordos de aquello y hoy discuten con fuerza los próximos cupos parlamentarios bajo el son del sistema binominal. Con baja incertidumbre, puesto que el 91% de los parlamentarios en ejercicio pretende ir a la reelección y no muchos mencionan la necesidad de primarias para los cupos parlamentarios. Como si para estos efectos la negociación fuera siempre la mejor opción.
Primarias presidenciales sí, pero parlamentarias, mejor que no. Se escucha decir.
Así como también se ha dicho cambio a la constitución sí, pero Asamblea Constituyente, mejor que no.
Cuando se habla de cambios a la constitución se menciona el sistema binominal y los quorum calificados, como si todo lo demás estuviera estupendo. O nos preguntan para qué hablan de Asamblea Constituyente en vez de hablar de los contenidos del cambio, no abriendo ningún espacio para ese diálogo, mientras terminan deslegitimando al otro como fumador de opio o hippie trasnochado.
Creo que el mecanismo si es importante al igual que el contenido. La Asamblea Constituyente le entregaría legitimidad a nuestra carta magna como nunca la ha tenido. Y los contenidos son muchos y variados. Quiero hacer mención solo a algunos aspectos que creo necesario incorporar en nuestra democracia representativa para entregar más legitimidad y participación a la ciudadanía en aspectos sustantivos.
Para Bobbio, en las democracias representativas como la nuestra las deliberaciones colectivas no son asumidas directamente por quienes forman parte de ella, sino por personas elegidas para este fin. Es decir, nuestros representantes que, una vez electos, sienten que ya no deben recurrir a la voluntad soberana para la toma de decisiones porque ellos tienen nuestra representación por el período que dure su elección. Esta situación, a mi juicio, además de la legitimidad de origen de nuestra Carta Magna, ha servido para incrementar los niveles de desafección de la ciudadanía con sus representantes y el sistema político. Por ello sería necesario incluir mecanismos de democracia directa o participativa en nuestra democracia.
Dentro de los mecanismos que parece necesario incluir en el debate se encuentran: revocación de mandato: mecanismo que permite que los gobernados destituyan de su cargo a un gobernante a través de la actualización de determinadas causales previstas en la ley. Puede incluir un porcentaje específico de participación para que sea válida, y un porcentaje predeterminado de votación para deponer al gobernante.
Referéndum: ratificación o devolución de propuestas legales, en algunos casos constitucionales, que los poderes legislativos les formulan a los ciudadanos y ciudadanas para que, de forma dicotómica, acepten o rechacen las propuestas.
Plebiscitos: consulta que realizan los órganos administrativos para obtener el respaldo a una acción concreta de gobierno, como políticas sociales u obras públicas.
Iniciativa popular: mecanismo que permite a un número determinado de ciudadanos presentar proyectos de modificaciones legales en determinados temas. Permitido sólo para determinadas materias y condicionado a reunir un mínimo legal de ciudadanos.
Consulta popular: mecanismo que permite conocer la opinión de algún sector de los ciudadanos acerca de un tema legal o gubernamental en específico. Se lleva a cabo mediante convocatoria a consultas electivas, asambleas o reuniones.
Voto programático: mecanismo mediante el cual los ciudadanos que votan para elegir gobernadores o alcaldes, imponen como mandato al elegido el cumplimiento del programa de gobierno que haya presentado como parte integral de la inscripción de su candidatura. Si no cumple en el cargo con la obligación política adquirida, quienes lo eligieron tienen derecho a pedir que se le revoque el mandato, es decir darle por terminado el período.
Estos mecanismos existen en muchas democracias en el mundo y ninguna de ellas se ha derrumbado cuando se han aplicado. No se asusten ni teman por la gobernabilidad. Espero que no me llamen populista, deslegitimando la discusión, por nutrir de contenidos la discusión sobre la constitución que Chile necesita para reflotar a un sistema político que cada día se hunde un poco más.
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