Este 4 de Agosto será recordado como el día que puso en evidencia que el pacto social asegurado por nuestra Constitución no es capaz de cumplir con las necesidades básicas de esta nueva generación.
Nuestras dos últimas constituciones no solo nos han entregado leyes sino que también una forma en que el Estado se define y también como se define el pacto social entre el pueblo soberano y sus representantes. Estas constituciones (la del veinticinco y la del ochenta y dos) están claramente identificadas con el sentido liberal de un Estado, por lo que su consiguiente pacto social es un compromiso entre la satisfacción de las necesidades básicas de una persona, considerando como necesidades básicas las estrictamente definidas (como lo son vivienda, educación para jóvenes en edad escolar, acceso a servicios sanitarios y capacidad económica). Digo estrictamente definidas porque todos conocemos la capacidad del liberalismo (y del neo) de transformar cualquier tipo de necesidad en una necesidad básica.
Este pacto social ha sido amarrado a la fuerza, ya que ambas constituciones no han sido en contextos democráticos y legitimadas por la ciudadanía, dada la imposibilidad, en su momento, de demandar la reformulación de esta.
Este tipo de Estado, no lo podemos negar, ha logrado que un porcentaje de personas que antes no podía ingresar en los beneficios del sistema económico lo haya logrado (en claro contraste con por ejemplo el siglo XIX). Ello genera la aparición de nuevas necesidades por parte del pueblo chileno, porque la nueva calidad de vida de gran parte de la población nos ha mostrado la necesidad de nuevos bienes y servicios tales como una educación superior gratuita y de calidad, entre otros.
Cuando un pacto social se comienza a resquebrajar, la esencia de la teoría política en nuestros Estados nos indica que comienza un largo camino de vuelta al poder autónomo y soberano de los ciudadanos, lo que genera hechos como los que hemos visto durante esos últimos meses y que han tenido como Hot Spot el 4 de Agosto. En todo esto, no podemos negar la importancia de las redes sociales que han servido como medio (solo como medio, últimamente han aparecido muchas personas tachándolos como verdadero fondo de estos movimientos, como si los problemas no hubiesen existido) para la coordinación de esta ciudadanía empoderada y autónoma.
Otra clara muestra de los problemas que está viviendo nuestro pacto social es el resultado de encuestas como la CEP. Si hubiera problemas de gestión de solo este gobierno, la oposición debería tener mejores resultados, pero nada de eso ocurre. Es un desprestigio total del sistema político, el que es llamado por el sistema social a dar respuestas, pero es un sistema político incapaz de observar la urgencia de este llamado y se ha quedado retrasado entregando sus cabezas a los cambios que puedan devenir.
No tengo claro qué pacto social debemos construir. Los jóvenes hemos dado cuenta de ciertas de sus características, no es socialismo lo que se espera; es una regulación clara por parte del estado al capitalismo. Otro punto del movimiento es la capacidad de mirar para los lados y no hacia el ombligo, como lo hizo la generación anterior.
El 4 de agosto será para algunos un día para celebrar que la ciudadanía por fin volvió a hablar después de años de silencio, pero por otro grupo será para lamentar, porque lo real es que nos cerraron las Alamedas (si alguna vez las reabrieron). En Concepción no logramos caminar por nuestras calles más de dos cuadras; las universidades fueron sitiadas como castillos en la época medieval, y fue una jornada llena de ciudadanos golpeados por un sistema que no se los merece, con un presidente encerrado en su palacio de Versalles.
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