En Chile el mercado no solo determina -en gran medida- el acceso a la salud, la educación y otros bienes básicos como el agua, el gas y la electricidad; también lo hace con la información. Es decir, un bien social tan preciado como las noticias también está en manos preferentemente privadas. TVN no es la excepción, porque como canal público juega con las mismas cartas que los canales privados, obligado a autofinanciarse, el canal de todos los chilenos se constituye al final del día en otra excentricidad institucional de nuestro país.
En la concentración de medios y el mercado de la publicidad, se gatillan todos los días poderosas constelaciones de intereses, que fluyen y determinan buena parte de la oferta informativa existente, especialmente en la prensa escrita y la televisión. La soberbia imagen de los informativos matinales de la TV leyendo las noticias del duopolio periodístico de La Tercera y El Mercurio cierra el círculo de una manera abrumadora y cotidiana. Allí, en el set de TV, se amplifica la agenda periodística de una elite empresarial que suele unir información y publicidad, ideologías y entretención, poder e influencia.
El 2011 se constituyó en un año excepcional para exhibir las tensiones de un periodismo atrapado por determinaciones políticas y aun más, económicas. En muchas ocasiones los informativos fueron cuestionados por la cobertura y la perspectiva editorial dada a las masivas e inéditas movilizaciones sociales. Como hace mucho tiempo no ocurría, se vieron en las calles agresiones a equipos de prensa y pancartas denunciando el rol asumido por la TV. No por nada, el director ejecutivo de TVN debió reconocer tardíamente el error de haber vinculado las protestas estudiantiles a la imagen de un encapuchado en varias notas de prensa. En ocasiones, el fantasma de 60 minutos, una herencia casi olvidada de la dictadura militar pareció invadir la pauta noticiosa de 24 horas, poniendo en riesgo la credibilidad ganada a lo largo de más de dos décadas desde el regreso a la democracia en 1990.
Pero en nuestros días, son los noticiarios la noticia. El bloqueo informativo dado al conflicto en La Araucanía resulta altamente condenable y sospechoso, más aun cuando niños y niñas mapuches son heridos con perdigones en un incidente ocurrido con fuerzas especiales de Carabineros en las afueras del hospital de Collipulli. En este caso, la cobertura dada por varios canales de la TV abierta no aprueban ningún test de calidad informativa, independencia profesional ni objetividad periodística. Desde la perspectiva editorial hasta el lugar que ocupa la noticia en el desarrollo de cada informativo, está el sello ideológico de quienes editan cada nota de prensa. La manipulación intenta ser sutil pero sus resultados son demasiado evidentes.
Solo la radio, algunos medios electrónicos y la veloz extensión que han tenido las redes sociales en los últimos años (facebook, twitter y otras), operan como un efectivo antídoto frente al predominio del mercado informativo de la TV chilena. A lo largo de varios años, los ciudadanos han ido generando un espacio paralelo de resistencia informativa, que suele cuestionar los puntos de vista y la cobertura otorgada a sucesos nacionales de hondas repercusiones sociales y políticas tanto a nivel nacional como local. Ejemplos hay muchos, pero aun el efecto de este periodismo ciudadano en la web no tiene la masividad ni la influencia que logra todos los días la TV abierta en nuestro país. Efectivamente, Internet está multiplicando las opciones de comunicación e información en todos los estratos socioeconómicos, pero aun las elites económicas y empresariales concentran buena parte de la definición de la agenda informativa y la opinión “publicada”.
Es que no debemos olvidar que un 90% de los chilenos y chilenas se informan frecuentemente de lo que pasa en el país a través de la TV abierta según el CNTV, mientras que las otras alternativas como la radio, los periódicos e Internet no superan el 25% de preferencias cada una de ellas. Así se establece un mercado muy atractivo para auspiciadores de las principales empresas nacionales, varias de ellas vinculadas al retail.
El resultado de todo esto es la generación de noticieros que en muy pocos casos aprueban un test de calidad democrática. Ni menos aun expresan con nitidez las preocupaciones más sentidas de la población. Las enormes brechas entre el mayoritario respaldo dado a los estudiantes por parte de la población el 2011 y la cobertura estigmatizada elaborada por los medios de comunicación y el propio gobierno, es el mejor indicador de este distanciamiento. Finalmente, la TV no ha logrado eludir la tentación simplista e ideológicamente activa de unir demandas ciudadanas con violencia social.
Entonces, en este masivo mercado de la información televisada, cruzada por intensos e irreversibles procesos de concentración económica de grandes corporaciones (Luksic, Bethia, Saieh y otros), la demanda por autorregulación de los canales de TV parece en verdad otra extensión más del impulso neoliberal que afecta a nuestro país y que no busca sino maximizar la rentabilidad de los negocios asociados (vertical y horizontalmente) de cada propietario del medio. En este caso, las determinaciones económicas operan implícitamente generando una atmósfera propicia para una censura previa o una abstinencia informativa en muchos acontecimientos que directa o indirectamente tienen implicancias económicas y/o políticas.
La oferta informativa de la TV está fuertemente determinada no solo por las frecuentes presiones del gobierno, sino aun más por las agendas económicas de sus propietarios. Queda en manos privadas un bien clave para las democracias modernas como lo es la información. En este punto, nuestro país deberá dar pasos sustantivos en la próxima década para garantizar el pluralismo informativo y el efectivo resguardo de la libertad de expresión. En caso contrario, sumaremos a los abusos comerciales en las farmacias y el retail, la dieta informacional que los grandes grupos económicos le quieran mostrar al país.
Comentarios
01 de agosto
Felicitaciones por tu artículo. Me pregunto si a estas alturas a alguien le interesa tener un periodismo más independiente que muestre las cosas en su complejidad. Tu crees que Mirko Macari no censura?
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01 de agosto
Gracias Cristian, cada medio tiene sus lineas editoriales y está bien que así sea. No creo que la objetividad este exenta de un punto de vista, siempre se analiza desde algún sitio. Quizás lo importante es que fluyan muchos puntos de vista que se conflictúen y generen nuevas síntesis. Por eso debemos garantizar el pluralismo.
03 de agosto
Alejandro, pero si seguimos tu lógica, cada uno publica lo que le interesa y según su óptica. Ergo, entonces no hay nada que reclamar de los silencios sobre determinados temas.
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03 de agosto
Estimado Cristian, evidentemente que hay un espacio de objetividad al informar un hecho (seguramente lo exigible allí es el profesionalismo y rigor con que se construye la noticia), sin embargo siempre estará el punto de vista del medio para informar de una cierta manera. Pero si hay más actores en la comunicación también hay más puntos de vistas, sobretodo de las minorías sociales, culturales y políticas.