Recuerdo que en una ocasión, me encontraba en un supermercado, y le comenté a una dependiente de mi mala opinión respecto de los dueños de su Supermercado. Ella sonrió y se sonrojó, y a modo de cómplice asintió conmigo, sin emitir sonido alguno, acto seguido gesticulaba que podía ser oída por sus superiores. Me retiré del lugar pensando en lo desagradable que debe ser estar inmerso en la cultura del espionaje y del terror a ser despedido por un superior en alguna institución.
Este recuerdo no llegó a mi mente por casualidad, sino impulsado por la noticia de que el gobierno monitoreará las distintas redes sociales (Twitter,Facebook,etc) para saber qué se dice de ellos, o como lo señalara la propia vocera Von Baer “simplemente es una forma más de saber que está sucediendo en nuestra sociedad”.
Más allá de remitirnos a alguna norma Constitucional, para evaluar si dicha actividad infringe o no garantías básicas como la libertad de expresión, o analizar el reglamento que uno suscribe al ingresar a cualquier red social respecto a su política de privacidad, mi intención es darle otro enfoque a la situación.
Cuando nos encontramos en presencia de un anuncio como este, no es fútil el preguntarse el por qué, y el para qué.
Vamos por el primer punto: el “porqué”. Cualquier persona medianamente informada estará al tanto de que este gobierno sufre de niveles de impopularidad ignotos para nuestra joven democacia post dictadura, lo que parece poco explicable, siendo un hecho por todos conocidos, que la prensa de nuestro país ha sido, por decir lo menos, “condescendiente” con el Gobierno. Nadie podría decir que existe algún medio televisivo o prensa escrita “importante” de oposición. Dígamoslo de modo directo: el gobierno posee conjuntamente con el poder político, el poder económico, y por ende “el avisaje”, o sea, el financiamiento de los medios.
La ecuación parece perfecta,pero el canal vertical a) poder político b) medios de ccomunicación c) receptor ciudadano, parece hoy paleolítico respecto de un importante grupo ciudadano, el de la web 2.0. Plataformas como Twitter y Facebook generan una relación de horizontalidad con la autoridad, empoderan a sus usuarios quienes son testigos de primera línea del actuar de las autoridades interpelándolas de manera directa, emiten opiniones a destajo al respecto,organizan marchas multitudinarias en horas, es decir estamos frente a un nuevo grupo de poder.
En esta arena el Gobierno se ha mostrado débil, y es por eso que ha decidido establecer un monitoreo de lo que se comente de su obrar y sus figuras. ¿Es esto legal? No tengo ninguna duda que sí. ¿Es virtuoso? Eso ya es discutible y por lo demás no nos hemos engañemos, siempre se ha hecho, no hay novedad al respecto.
Respecto del ” para qué”, me parece a todas luces más interesante. Todos quienes usamos reiteradamente las redes sociales estamos relativamente al tanto de que la privacidad de las comunicaciones por estos canales son febles, a pesar de intentos de mejorar políticas de privacidad de cada Red. También es conocido por varios que estas prácticas son antiguas, y a todo nivel , pasando por el “McCarthysmo” americano, al “sapeo” chileno, siempre los poderosos han intentado de algún modo, saber que esta ocurriendo “allá afuera”, que dicen de ellos, como son valorados, o como el caso del supermercado, que es lo que se comenta, por parte de los empleados, del “patrón”.
¿No será que el hecho que nos avisen de algo que todos sabemos que se hace un recordatorio?
¿Una amenaza? ¿Un incentivo a la autocensura? ¿Una muestra de debilidad del gobierno
Habrá que estar atento a que se hace con esta “información” , y con qué fin se ocupa (¿listas negras?), sin embargo ya hemos sido notificados todos, como en aquel supermercado, los jefes nos están vigilando, ojo.
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