Todo Chile se enteró hace unos días de este triste espectáculo . Un sujeto, regordete en kilos y dinero, cual patrón de fundo, obliga a tres mujeres a abandonar el espacio contiguo a un lago, aduciendo que estaban ocupando su “propiedad privada”.
El resultado fueron miles de comentarios hilarantes en las redes sociales, en forma de “posteos y memes”, que se quedaron en eso. Lo que refleja la tontera de país que somos. Como si burlándonos de la adiposidad de este abusador, fuéramos a recuperar lo que nos pertenece. No el acceso a los “bienes públicos, eso es lo menor. “Acceder” a la orilla de un lago o una playa, es un pelo de la cola. Es como si alguien se apodera de mi casa, pero “generosamente” me deja ocupar el baño.
No vislumbramos ni por asomo, que habitamos un país ajeno, expropiado a la comunidad que lo habita. Ninguno de los Bienes Nacionales nos pertenece. No tenemos dominio ni control sobre ellos, ni menos derecho al goce y el disfrute de sus beneficios. Algunos ejemplos: El agua, el cobre, el litio, los bosques, los peces, las tierras, y un largo etc.
A mi modo de ver, aquí reside el problema de Chile. Sólo servimos para la chacota. Nada es suficientemente serio ni suficientemente grave para provocar molestia o indignación ante la injusticia y el despojo, y consecuentemente, para generar una reacción masiva que refleje un mínimo de conciencia y compromiso social con el devenir de «nuestro» país
Las razones, son varias y variadas.
Lo primero, un grave desconocimiento de lo que es un país; de lo que significa ser ciudadano, de los deberes y derechos y corresponsabilidades que ello implica.
No vislumbramos ni por asomo, que habitamos un país ajeno, expropiado a la comunidad que lo habita. Ninguno de los Bienes Nacionales nos pertenece. No tenemos dominio ni control sobre ellos
Lo segundo, un individualismo aterrador que nos impide ver más allá de nuestras obstruidas narices. No hay visión de comunidad, no nos imaginamos si quiera, un futuro común, no hay otros ni nos-otros. Sólo yo y yo.
Lo tercero, un materialismo consumista que nos reduce a una especie de “ameba come cerebro”, una babosa rastrera tragalotodo. Un ser para tener.
En cuarto lugar, una autopercepción deformada, una autosuficiencia enajenada. Somos hijos de la inconciencia, una ilusión que se felicita a sí misma de lo que no es.
La perfecta Felicidad. Y lo peor, es que no se ve por dónde. Finalmente, sólo me queda agradecer al Señor de G-asco por ¡¡darle luz al gas…!!
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