Hoy Chile vive su crisis institucional más importante desde la vuelta a la democracia, ningún sector se ha mantenido al margen: la iglesia, los partidos políticos, las empresas y el Estado; día a día son cuestionados por medios de comunicación y redes sociales, poniendo en manifiesto que no sólo no han realizado la labor que les corresponde sino que han actuado contra lo que el país espera de ellos. ¿Cómo enfrentar entonces ésta crisis? La respuesta tendrá sin duda relación con lo que identifiquemos como el problema primario que la origina. Muchos han argumentado que se debería a la falta de libertad individuales, otros a la falta de igualdad imperante y otros a la debilidad de los liderazgos actuales. Pero no será esa crisis reflejo de la crisis de nosotros mismos.
Hace tres años el hoy diputado Iván Fuentes, entonces dirigente de los pescadores de Aysén, le hablaba al país desde el Colegio de Profesores a nombre del Movimiento Social de su región para mostrar a Chile la precariedad y postergación en que vivían. Pero a diferencia de la mayoría de los movimientos sociales que hemos vivido y que hoy estamos viviendo, en ese discurso el dirigente no partía con reivindicaciones concretas ni golpeando al gobierno de turno ni a otros actores sociales, sino haciendo un llamado a ser Comunidad, a ser Cardumen: “el sentido de cardumen, esa necesidad de juntarnos, eso es lo que nos hace más grandes, la vedad es que nosotros desde la Patagonia hemos dicho ocupemos de nuevo la palabra sintonía… sintonizarnos entre nosotros es importante, sintonizarnos con otros… debe recuperarse por el bien de Chile… porque con sentido de cardumen somos mucho más que los 6 u 8 capitalistas de este país”.
Con este discurso, Iván Fuentes llegaba a la herida más profunda del país y que hoy se manifiesta más fuerte que nunca, explicaba que la violencia no nace en las barricadas, sino previamente a ellas en el desdén de los unos hacia los otros, del individualismo imperante, y que la solución no podía implicar una respuesta parcelada o en contra de algunos, la respuesta debía nacer de la búsqueda de reponer la Comunidad.
Así recogía el diagnóstico conocido por todos, Chile es uno de los países más inequitativos del mundo, con un sistema fracturado en aspectos claves como la salud y la educación, con una gran segregación territorial y sobretodo social. El PNUD nos señala como uno de los países con mayor desconfianza de la región y lideramos en patologías como depresión, tabaquismo, consumo de alcohol y ansiolíticos, el suicidio adolescente ha tenido el segundo crecimiento más alto del mundo el último tiempo, todos signos de la actual crisis que vivimos, pero poniendo a la fraternidad como vía de solución.
El discurso da luces desde los hombres simples, como el mismo pescador determina, al hecho que las ideologías promotoras del igualitarismo y el liberalismo, no han entendido qué es la fraternidad, el valor que permite que los otros dos valores que revindicaba la Revolución Francesa bajo la consigna de “igualdad, libertad y fraternidad” se expresen verdaderamente.
Solo en lo fraterno la igualdad y la libertad son posibles. Lo fraterno a diferencia de los otros dos valores requiere del encuentro con un Otro, de un encuentro donde la igualdad se expresa y las libertades estallan. Es la fraternidad el valor que sustenta nuestra vida en sociedad.
Sólo en lo fraterno la igualdad y la libertad son posibles, porque lo fraterno a diferencia de los otros dos valores requiere del encuentro con un Otro, de un encuentro donde la igualdad se expresa y las libertades estallan. Es la fraternidad el valor que sustenta nuestra vida en sociedad.
Si no hay fraternidad la igualdad no es posible. La igualdad en un mundo diverso no sólo requiere de que un ente externo nos nivele, como pudiera ser el Estado, requiere ante todo que nosotros la deseemos y trabajemos para que el Otro se dignifique y sea feliz como un par nuestro por y desde su dignidad. La igualdad sin fraternidad es un mero igualitarismo.
Si no hay fraternidad la libertad no es posible. Para poder dimensionar el infinito de nuestra propia libertad debemos, como bien dice Emanuel Levinas, encontrarnos con el rostro de un Otro, y será sólo en ese encuentro que podremos dimensionar ante el hecho de que al otro nunca podremos contenerlo ni poseerlo, que es un ser impredecible, que es un universo infinito, nuestra propia infinitud y nuestra propia libertad. La libertad sin el Otro es una libertad a medias, porque puede ser infinita pero su verdadero sentido sólo puede alcanzarse en el amor fraterno.
El anhelo de la otrora vida de barrio, de tradiciones como los juegos de fútbol en la calle o las bancas fuera de la casa para conversar con quienes pasan, de las tardes de reuniones familiares y de compartir gratuito con los vecinos, del estadio como un espacio de encuentro familiar, que hoy aparecen recurrentemente, son las manifestaciones de la intuición de lo que hoy más nos falta y necesitamos, son demostraciones claras de nuestro anhelo de ser cardumen.
La propuesta de Iván Fuentes, recoge todas estas presunciones y enmarca el desafío mayor del comunitarismo como un camino para salir de la crisis actual que Chile vive y en que el neoliberalismo nos ha introducido. La inequidad en nuestro país no se resolverá si no mediante el encuentro y la sintonía de todos. La desconfianza y las enfermedades mentales no disminuirán sino se humanizan las relaciones. Chile sólo recuperará su confianza y alcanzará la calidad de vida si logramos poner la “sintonizarnos con otros” por “el bien de Chile”.
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Galia Martinez
Excelente partamos cada uno dando el ejemplo respetando DEBERES y luego los Derechos… por el bien del país y la sociedad.Solo unidos por el amor y respeto seremos verdaderamente «personas» .
Oscar Salgado Cea
Sí, Alberto, comparto tu pensamiento y he tratado de llevarlo a la práctica gran parte de mi vida.
Accionar en lo correcto, no es fácil.
El bombardeo de ideas nuevas es constante y es necesario hilar delgado.
Hay que revisarse también constantemente, para no perder el rumbo.
Revisarse en la verdad, en la corrección de nuestras propias acciones.
Deberíamos organizar una manifestación por la FRATERNIDAD.
Deberíamos accionar fraternalmente en nuestros pequeños espacios familiares y sociales.
Empezar por lo que nos es más cercano.
Un abrazo fraterno Alberto.
Oscar Salgado Cea