Delincuencia y seguridad ciudadana desde una perspectiva de izquierda

“De parte de los políticos, hay llamados a desarrollar acciones para el enfrentamiento del fenómeno con medidas más o menos radicales en función de sus posiciones respecto del gobierno de turno.”(Arriagada et al.,1999,p.1).

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La acción debe ser coherente y debe ir acompañado de un proceso de disputas y luchas democráticas para liberar a aquellos oprimidos a lo largo de la historia, y que no existan más jóvenes, niños y adultos condenados a subsistir de una única manera

Cada vez que se aborda el tema de la seguridad se enfatiza en los medios materiales para enfrentarla, la respuesta suele estar siempre en el aumento del personal policial, mejorar los elementos de trabajo de las policías es decir, atacar la violencia con más violencia, la problemática se aborda como si sólo una disposición eficiente de recursos materiales y humanos resolviera el problema y además de esto y en desgracia, hoy nos enfrentamos a un discurso donde de lo material se ha pasado a la construcción de una postura, en donde la seguridad se aborda como trinchera, están ellos, los delincuentes, fundamentalmente extranjeros, distintos a nosotros, los ciudadanos decentes. Esta convicción de “lo ajeno”,y la desnaturalización, se utiliza para justificar una deriva cada vez más pronunciada hacia un autoritarismo policial peligroso y que cada vez se parece más a la discriminación y poco a la seguridad.

Aquellos que creemos en la centralidad de lo humano y sus consiguientes derechos y dignidades, estamos obligados a enfrentar este problema desde una perspectiva que logre equilibrar las acciones de corto plazo (como las policiales), con la reflexión compleja que impulse soluciones de fondo a este tema, desde una perspectiva humanista. En un país donde aparentemente resulta ser culpable de la falta de seguridad la poca “mano dura” que ha puesto el Estado o el habernos “llenado de migrantes”, claro que al parecer aquellos migrantes que vienen a delinquir deben ser de tez oscura, latinos, pues no hay manera que un estadounidense venga a aquello, o quizás un alemán, o por lo menos si roban, lo harán vestidos de terno y corbata así que nadie pondrá mayor énfasis. Pareciera cada vez más que los discursos se llenan de xenofobia y discrimiación gratuita, discursos ideológicos del odio que no abren la reflexión al trasfondo del problema, elitistas y que personalmente considero solo nos retratan de cuerpo entero. No es lo mismo un comentario al pasar de “el país cambió” o “estamos llenos de negritos” a partidos políticos que fundan su ideología y argumento en estos discursos de odio.

Como menciona Beyer y Vergara (2006) “El desempleo, la pobreza y la desigualdad habitualmente se indican como causas de la delincuencia” (p.4), no podemos dejar de lado el fondo de todo esto, un sistema que ha demostrado no ser funcional y no es necesario un gran análisis para darnos cuenta que vivimos en un país sumamente segregado y con grande brechas sociales que terminan exponiendo a los sectores más vulnerables de nuestra población, que por cierto es una mayoría, a la marginalidad, la violencia y la falta de oportunidades. No podemos caer en la incoherencia de un país que habla de libertades y funda su modelo en ésta creencia, pero que culpa a aquellos que deciden migrar en busca de ésta, de ser los culpables de unas de las grandes problemáticas que enfrentamos como sociedad, ¿no es acaso un derecho la migración? “ La migración es un derecho humano reconocido por la Declaración Universal de 1948.”Brito. (6 de diciembre de 2022). La migración es un derecho humano. Bio Bio Chile.

No podemos negar que las maneras de delinquir han “evolucionado” o más bien se ha producido una especie de fusión entre las formas que existen a lo largo de los países de origen de aquellas personas que llegan a nuestra tierra, pero de ninguna forma la conclusión de esto puede ser que fueron aquellos quienes llenaron de delincuencia el país, pues estamos frente a un suceso que ha estado presente desde siempre en Chile, e incluso en todas las sociedades a lo largo de la historia, por lo tanto creer que hay más culpables que otros dentro de una problemática que enfrentamos como sociedad es un arma de doble filo y una trampa a lo que debemos hacer como país.

Concentrémonos en aquellos que nos convocan al debate, migrantes venezolanos, colombianos, peruanos, entre otros. Latinoamérica (incluyendo por supuesto a Chile) ha sido víctima de un modelo donde vales lo que tienes, donde los bienes materiales parecen ser más importantes que la complejidad de la persona o sus capacidades y entusiasmos, modelo que convence de una meritocracia inexistente, con falta de oportunidades y poca movilidad social. Todos aquellos países de donde provienen los migrantes que han llegado en grandes volúmenes al país, son otra muestra más de la ineficacia del modelo neoliberal, que abandona a los sectores más pobres y vulnerables, donde al parecer para poder alcanzar las metas materiales que te plantea como éxito el mismo modelo que los condena, solo quedan dos opciones, o seguir siendo un marginado y excluido o sumarte por las malas al llamado “éxito”, y no hay que ir más allá, todo esto lo podemos ver sumamente patente en la cultura popular que nos rodea, la música donde se idealizan conductas delictivas y el consumo de sustancias ilícitas pareciera ser parte de una realidad sumamente normalizada, referentes de este mismo ambiente que nombran como meta y superación solo el alcance de vienes materiales (zapatillas, celulares, relojes, chaquetas, autos y casas).

Todo esto y por supuesto una suma de temas más nos alejan de los valores humanos que cada persona tiene, de la capacidad reflexiva y crítica presente en cada una de aquellos que no han tenido más opción en su vida, condenados por un mundo manejado por muy pocos, donde a nadie pareciera importarles, excepto cuándo hay que culparlos de algo.

En conclusión el debate respecto a este tema está manejado desde una perspectiva muy sesgada, que no ha permitido abrir el diálogo con una reflexión más profunda de lo que existe detrás de todo esto, donde claramente las medidas a corto plazo, materiales y físicas nos son la única respuesta al problema, y parecieran ser beneficiosas para solo algunos sectores, pues no sirve preocuparse de un pedacito si no queremos ser lo suficientemente autocríticos para solucionar la complejidad total del asunto. La izquierda debe defender los principios que la fundan y no permitir los pisoteos de aquellos poderosos con los que somos tan críticos en discursos, la acción debe ser coherente y debe ir acompañado de un proceso de disputas y luchas democráticas para liberar a aquellos oprimidos a lo largo de la historia, y que no existan más jóvenes, niños y adultos condenados a subsistir de una única manera, por un grupo minoritario de poder que ha decidido arreglarse los bigotes y darles la espalda.