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De telescopios a microscopios: nuevas formas para entender la ciudad

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Estamos viviendo en un mundo globalizado que, con el tiempo, ha llegado a romper con las antiguas concepciones y barreras temporales y geográficas gracias al rápido desarrollo de la tecnología y el acceso a la información. Por su parte, los países con sus políticas, la economía y las sociedades hoy más que nunca se encuentran fuertemente ligadas debido a la intensificación de las relaciones internacionales, en donde los diferentes actores de poder son quienes toman posiciones estratégicas en los territorios para generar lo que hoy se requiere para el desarrollo regional, nacional y mundial. Así, el espacio se ha convertido en un recurso capital, limitado y global, en donde se empalman complejas redes de poder, y en donde las sociedades civiles son tomadas como piezas gravitantes y marginales en la toma de decisiones de sus propios lugares.

La producción de los espacios, desde tiempos antiguos, ha generado marginalidades e impactos negativos del hombre en relación con su medio ambiente, existiendo profundas desigualdades inscritas en las ciudades y localidades con el pasar del tiempo. Las crecientes y abismantes brechas entre los tomadores de decisiones y la sociedad han sido la pauta que ha marcado la producción socio-espacial desde los últimos siglos, erigiendo ciudades y lugares vacíos de identidad, reproducibles a cualquier contexto, y faltos de comprensión y habitabilidad para la sociedad que los vive. El desencadenamiento económico y políticos de poder unificado, han desarrollado la reproducción de espacios descontextualizados, impactados socio-ambientalmente y, en consecuencia, faltantes de un desarrollo integral con las sociedades.

Sin embargo, las barreras de marginalidad, desigualdad y vulnerabilidad socio-territoriales han intentado ser tratadas a través de diferentes herramientas y métodos de participación ciudadana, tales como las conocidas asambleas, encuestas, entrevistas, foros de discusión, entre otras, permitiendo que la misma sociedad sea capaz de entregar, junto con los tomadores de decisiones, las líneas de acción de sus propios lugares desde, idealmente, una etapa inicial. Con las ayuda de la tecnología, la información se encuentra disponible en nuevos formatos y de forma cada vez más inclusiva, permitiendo que la sociedad se informe, tome opinión y se empodere frente a los nuevos impactos e intervenciones en los espacios que habita, habiendo un creciente interés colectivo en participar y tomar posición sobre sus lugares.

De esta manera, el trabajo que permita la disminución de las brechas existentes entre los tomadores de decisiones y la sociedad civil, debe enfocarse hacia instrumentos y metodologías de participación ciudadana que permitan la comunicación entre ambos para una planificación estratégica e integrada de los territorios. El ordenamiento territorial debe ser contemplado bajo la integración de los contextos políticos, administrativos, científicos y sociales, habiendo una urgencia por nuevos métodos que permitan la mediación entre la ciudadanía y los actores de poder.

En el marco de esta mayor exigencia social, que demanda mayor transparencia e información por parte de los tomadores de decisiones, es que las disciplinas y organizaciones que piensan sobre las dinámicas socio-espaciales deben apoyarse a este contexto de cambios y tecnologías, habiendo una urgencia por la creación e implementación de nuevos métodos de participación que incluyan a las sociedades como piezas de mayor protagonismo e integración para las futuras acciones territoriales, rescatando los relatos de maneras más transparentes y activas.

Así se podrían disminuir las actuales brechas existentes y, por lo tanto, construir espacios a escalas humanas, integrados y con compromisos hacia la identidad.

La prisa por la creación e implementación de herramientas capaces de generar pertinentes análisis sobre las percepciones e imágenes que la sociedad tiene de sus lugares, radica en la importancia que se tiene en el posicionar a la población en un lugar más apegado a la mesa de decisiones, añadiéndole valor a los relatos y vivencias que la sociedad tiene de sus ambientes. Para lo anterior se debe trabajar en la disminución de las brechas entre los actores de poder y la sociedad a través de compromisos sistémicos entre los diferentes contextos que rigen y conforman los espacios, abriendo el paso a una producción y construcción de espacios más lúcidos, vinculantes y de mayor apropiación que permitan erigir una sociedad más justa.

Los ojos telescópicos con que se han mirado y entendido los sistemas territoriales, a nivel nacional, regional y provincial en el caso chileno, deben vincularse con una mirada de escala microscópica que se acerque a descubrir nuevos y modulares espacios. El bajar hacia el encuentro de menores espacios, debe ser tomado como un ejercicio y mecanismo a través del cual se permitan observar lugares que inscriben únicos y sectorizados relatos y maneras de habitar, siendo estos diferentes en cada barrio, comuna o localidad. La identidad territorial se encuadra de manera multi-escalar y las herramientas y métodos de participación ciudadana deben, por lo tanto, encausarse desde pequeñas a grandes escalas de análisis y comprensión socio-espacial, teniendo que ser capaces de obtener nuevas formas de medir, describir y pensar los complejos contextos espaciales. Así se podrían disminuir las actuales brechas existentes y, por lo tanto, construir espacios a escalas humanas, integrados y con compromisos hacia la identidad.

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