La aprobación de inscripción automática y el voto voluntario permite elegir cuando nos dispondremos a ejercer este derecho, pudiendo resguardarnos bajo una buena excusa para no hacerlo sin tener que pagar una multa. Esta libertad para ejercer el voto ha sufrido todo tipo de críticas, y a la vez, todo tipo de respaldo. No es de mi interés escribir una entrada más para abordar este tema, ya que existen muchas entradas y columnas que hablan de las bondades y beneficios que este nuevo sistema traerá a la representación ciudadana y a la política en general.
Lo que quiero proponer es un ejercicio distinto, uno que tiene que ver con la decisión y el entusiasmo de participar. Este ejercicio permite saber cuál es la distancia que nos separa de la clase política y su representación, además de las ganas reales que existen por participar.
Propongo analizar las recientes y publicitadas elecciones de la FECH. ¿Por qué? Porque si este movimiento y sus líderes han puesto en debate la crisis de representación que tienen los partidos y la clase política en general (asunto que comparto “en la idea”), debe evaluarse cómo se comporta el “padrón” electoral de su propia casa y qué tan “representativos” son los que ahora dirigen una de las federaciones más influyentes del país. Primero quiero aclarar que se busca una tendencia, por tanto las cifras tienen margen de error, que no necesariamente pueden afectar el análisis.
La Universidad de Chile tiene aproximadamente 23.400 alumnos, de los cuales votaron 13.280 (57%). La lista más votada obtuvo 4053 votos (17,3%) y la que le sigue, 3864 (16,5%). Las dos listas más votadas constituyen el 34% de todo el plantel. ¿Cómo los actuales dirigentes convencen al 43% de los que no votaron, que participen? ¿Puede ser este sistema de votación representativo del universo del plantel? Usted quizás con mayor conocimiento que yo, puede sincerar las cifras, y ponerlas en esta perspectiva; porque al menos para mí aquí existe también un problema de participación.
Otro punto que quiero exponer es la participación en las Juntas de Vecinos. La participación en las organizaciones que están más cerca de la gente es un punto clave para entender la compleja dinámica que gobierna los intereses de la participación ciudadana general. Voy a citar una parte de la investigación realizada por la Universidad Católica “Participación ciudadana en la comuna de San Felipe – Un estudio desde la perspectiva del municipio y de los dirigentes de Juntas de Vecinos”, de julio del 2007.
“…los dirigentes podrían estar más enfocados a la satisfacción de necesidades concretas que otorguen beneficios tangibles, que lo que podrían obtener a partir de una participación que enfatice en procesos educativos y de colaboración”.
Existen al menos tres puntos que no que no dejan de ser preocupantes,
1.- Participación de la municipalidad con las juntas de vecinos.
2.- Participación entre juntas de vecinos.
3.- Participación de los vecinos en estas organizaciones.
“Yo creo que, para mi punto de vista, y esto es un tema de discusión interna, para mi punto de vista, el grupo de participación, siendo que se hizo con mucho esfuerzo, con mucho tiempo, con mucha información, creo que el grupo de personas no es representativa de la comuna, por una razón sencilla… a mi me cuesta mucho, estamos hablando de 70 mil habitantes… Para mi punto de vista 150 personas en 5 localidades distintas, ¿es un número representativo de la opinión pública de 70 mil personas? “(Alcalde).
Estos ejemplos quizás representan dos realidades muy distintas: por un lado hablamos de los estudiantes de la Universidad de Chile, y por otro de la relación entre las Juntas de Vecinos y la Municipalidad de San Felipe; realidades que aunque distintas, tienen el mismo problema….la participación.
A veces al escuchar a los “actores sociales y políticos” que se afirman en una nueva constitución y del voto voluntario para solucionar la “crisis” de representación, me pregunto: ¿cómo puede alguien creer que puede solucionar los problemas organizacionales de un país, sin participar en la organización de su comuna, población, condominio, etcétera?
Para mí es como querer solucionar el problema de abastecimiento del sistema interconectado central y gastar horas debatiendo, y por otro lado no ponerse de acuerdo con el vecino para llamar a la compañía eléctrica y que cambien la ampolleta del poste de la esquina.
La participación es la primera consigna que debe tener cualquier intento de representatividad, y queda demostrado que aunque exista un sistema complejo de elección, siempre existirá un binominal que, aunque escondido detrás de subterfugios sofisticados, caerá bajo la sombra de la normalidad.
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