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Como ser Ministro y no morir en el intento

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Ser Ministro de Estado no es una tarea fácil. Cuando a usted le ofrezcan serlo piénselo dos, tres o más veces. Piense en quienes desempeñaron ese cargo, en esa cartera, antes; quienes son los Ministros íconos de cada área; piense porque hasta el día de hoy son recordados.

Así a la ligera, yo le diría que el principal secreto para que le vaya bien, y quizá quedar como aquellos que no pasaron al olvido, es que asuma que usted será el conductor de un proceso, de una idea contenida en el Programa de Gobierno que  a usted le hace sentido, el portavoz de una nueva o corrección de una política pública. En síntesis usted dejará de ser usted por un ratito, ya no será lo que es sino lo que representa.

Otro consejo es que trate, en lo posible, de hacer cosas diferentes a las que algunos Ministros del Presidente Piñera han hecho estos días.

Por ejemplo, no sucumba a la tentación intelectual de aparecer como brillante analista recomendando la inversión extranjera para sortear los vaivenes de la economía local, menos si es el Ministro de Economía. Su ocupación es, óigalo bien, generar confianza en los empresarios locales para que las sonrisas de ellos incluso animen a capitales extranjeros a invertir en Chile. A quién le importa que usted sea un tipo lúcido e informado, no haga ostentación de eso,… no , escuche, usted será juzgado por el impulso a la economía nacional no a cuántos empresarios, por más cara de clientes suyos que tengan, advirtió de la debacle.

Ahora, si es Ministro del Trabajo es bien feo que arme una mesa de trabajo para revisar y reformular el indicador de la cesantía. Menos si en el último tiempo han cerrado grandes fábricas dejando a miles de jefes de familia sin empleo. Se nota mucho pues, un Ministro debe tener algún decoro y tratar de ser un poco más refinado en sus operaciones; mal ahí,  feo, burdo y de mal gusto.

Otro consejo es que trate, en lo posible, de hacer cosa diferentes a las que algunos Ministros del Presidente Piñera han hecho estos días.

En caso de ser Ministro de Salud, bueno, sabe que pisa terreno complejo después de su incursión en esa forma subrepticia que tuvo de evitar la implementación de la Ley de Aborto en tres causales. Quedó dañado, usted debe ser aún más cuidadoso y no lo fue cuando adjudica 115 millones de pesos para “arrendar” una aplicación que compara precios de medicamentos, que el MINSAL tendrá en unos 9 meses más por un diseño propio, pero que arrendó ahora para que el Presidente tenga algo que anunciar en su cartera en la cuenta anual. Un buen Ministro es prolijo y se hace rodear de gente que lo protege, incluso de usted mismo.

Si es Ministro de Educación y está más allá de la coronilla no lo puede dejar en evidencia. No es propio de su cargo mandar a quienes piden que se les arreglen los techos de sus escuelas que hagan Bingos. No se ve bien, además que se nota mucho su corazón privatizador y recuerde que usted no es lo que es sino lo que representa. Otra cosa un Ministro buen padre de familia no expone a sus hijos diciendo que son unos “campeones” y que necesitan poco más y toneladas de preservativos.  Y cuando vuelva a hablar de la infraestructura de los colegios y los “excesivos” reclamos de las comunidades educativas, eche antes un vistazo a su nivel de ejecución presupuestaria en ese ítem, se dará cuenta que está muy por bajo de lo esperable. Así que antes de enojarse con alumnos y apoderados chicotee a su equipo en el ministerio.

Ser ministro no es fácil, parece que se fuera a perder la vida a la vuelta de la esquina, que están expuestos mucho públicamente; aunque en Chile por tradición los Ministros duran bastante en sus cargos y eso debiera traerle cierta clama; lo que está claro, con estos ejemplos, es que el mayor peligro está en usted mismo. Aún así, arriba ese ánimo,  recuerde que hay muchos casos exitosos, se puede ser Ministro y no morir en el intento.

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