Don Sebastián Piñera Echeñique:
En mi calidad de ciudadano me presento a usted, junto con algunas visiones y reflexiones sobre los acontecimientos sociales y políticos que han acaecido durante los últimos meses en nuestro país. La finalidad última de éste escrito no es más que intentar generar lazos de acercamiento de ésos que usted tan vehementemente llama a estrechar cada vez que tiene oportunidad de hacerlo frente a los medios de comunicación o a través de las vocerías de las distintas carteras ministeriales.
Soy oriundo de la Región de Valparaíso hace aproximadamente veintiocho años. Hijo de un matrimonio maravilloso y hermano de dos personas que, al igual que yo, posen la concepción de nunca hacer el mal a otro y en ninguna de las circunstancias de la vida. Cuatro de los miembros de nuestra familia hemos llevado la vocación por el servicio público en nuestra frente. Mi padre fue un joven bombero años atrás; mi madre profesora básica fiscal por más años de los que yo he respirado, destacada por su espíritu pedagógico y calidad profesional. Mi hermano es un ex-funcionario policial y yo, desempeñé labores administrativas para una corporación parlamentaria. Esto sin mencionar otros pedagogos en mi familia, funcionarios de fuerzas armadas y voluntarios de sistemas de salud, como lo fue antaño una de mis abuelas. Como podrá ver, provengo de una familia bastante pluralista, diversa, pero que principalmente, se ama.
Terminada mi breve presentación de origen, procedo a expresarle mi más profundo malestar y rechazo ciudadano ante la forma que ha manejado el conflicto social y político en los últimos meses. Permítame aclararle que no soy miembro de ningún partido político y que mi educación ha sido cristiana y laica. Cuando escucho al Presidente de mi República, mi primer mandatario, hablando sobre unión, acercamientos, diálogos y él no lo hace, definitivamente algo anda mal.
Desafortunadamente no existe contrato alguno que a usted ni a ninguno de sus predecesores los obligue o haya conminado a cumplir sus promesas de campaña, lo que desguarnece a la ciudadanía. Puedo entender, pues soy un técnico profesional bien educado, que no todas las deficiencias administrativas son responsabilidad suya. Mas si usted prometió el cambio, no puede traerlo después de su gobierno; la gente tiene necesidades ahora. En este preciso minuto decenas de jóvenes menores de edad, ¡niños aún! están en huelga de hambre, tres de ellos en situación crítica, Don Sebastián. Y usted, ¿dónde ha estado todo este tiempo? No quiero apelar ni a reglas ni leyes, le estoy hablando como hijo, hermano, nieto, sobrino, tío, es decir, como humano y uno chileno.
Exijo y demando que usted, con la envestidura administrativa más alta que nuestra organización social, política y estatal permite, se haga presente y constate en terreno la salud de nuestros niños. Sé que ésta no es una campaña y que tal vez ahora ‘hay menos tiempo’. En efecto, hay menos tiempo, pero para la vida de esos hijos de padres que tal vez votaron por un chileno que con camisa ‘arremangada’ recorrió Chile pidiendo votos y prometiendo cambios.
Soy ciudadano con derecho a sufragio, es por eso que me siento con todo el derecho de levantar la voz y exigirle, por un lado que se presente ante los huelguistas y sus familias, que abra los debates ciudadanos, referéndums o plebiscitos los cuales conozco muy bien. La sociedad chilena está preparada cívicamente para ello. Y que dentro de estos debates se incluyan temas como las reformas profundas a la Constitución (Educación, Sistema Binominal, Previsión Social y Salud) y las decisiones medioambientales que afecten o que tengan un alto rechazo ciudadano.
¿Difícil cumplir su programa de Gobierno? Imagínese como es vivir sin poder dormir porque uno de los hijos de la familia está en huelga de hambre y luchando con su vida ¡por mejor educación! ¿No cree que es un motivo más que loable? Yo, que nací en la década de los ochenta puedo dar fe de que los jóvenes no son los mismos y usted no puede gobernar sólo a sus votantes, que estadísticamente parecieran haberlo olvidado ¿Sabe por qué? Porque la imagen de campaña, de humano, de un ser cercano, desapareció. La gente no lo percibe como alguien que tenga un ‘feedback’ con sus necesidades, que no son sólo económicas.
Aprenda de nuestra juventud, se lo exijo, por el bien de Chile, de nuestra gente, de nuestras familias y de nuestro futuro.
Para terminar, me daré el mal e innecesario trabajo de recordarle de que Chile sí está en condiciones de acceder a las peticiones de los jóvenes. Tal vez no a todas, pero a la educación gratuita y laica sí. No todos somos ignorantes, ni menos inútiles subversivos, faltarle el respeto a la sociedad sin retractarse no es muestra de la fuerza para gobernar de su coalición sino de tozudez. Eso, sumado a los llamados de diálogo, demuestran una bipolaridad que en nada ayuda al diálogo.
Se despide, esperando ser leído y replicado
Álvaro Ignacio Arriagada Zanetta
15.070.478 – 2
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Foto: Radio El Sur
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