Hace pocos días me encontré con la siguiente frase de Robert Putnam: “Estado y mercado sólo operan eficientemente en concordancia con comunidades cívicas. El contexto social y la historia condicionan profundamente la efectividad de las instituciones”. Es decir, esta eterna disputa entre más Estado o más mercado resulta inútil si no miramos el contexto social e histórico dentro de la que se enmarca.
Indagando en mayor profundidad encontré un artículo de José Eduardo Jorge de la Universidad Nacional de La Plata, donde hace referencia al mismo Robert Putnam y un estudio realizado en Italia, donde destaca que el grado de civismo de una comunidad tendría mayor impacto en el desempeño de un gobierno, incluso por sobre el diseño de éste.
Así, estudiando la realidad italiana descubrió que en las zonas más cívicas, es decir, con mayor participación ciudadana en asuntos públicos, mayores niveles de confianza y, por tanto, de respeto de las leyes, existían políticos más honestos, que creían en la igualdad política y la participación ciudadana. Por otra parte, en sectores menos cívicos, la estructura era mucho más jerarquizada, con poca participación ciudadana, donde los temas públicos “eran temas de los políticos”, existía mayor desconfianza y menor respeto a las leyes.Por otra parte, en sectores menos cívicos, la estructura era mucho más jerarquizada, con poca participación ciudadana, donde los temas públicos “eran temas de los políticos”, existía mayor desconfianza y menor respeto a las leyes.
Es decir, en la medida que las estructuras sociales eran más horizontales, se encontraba un mejor gobierno; a diferencia de sociedades verticales, con peores gobiernos. En otras palabras, la confianza, solidaridad, respeto, tolerancia y participación ciudadana, son las bases de un buen gobierno; y más allá de eso, el gobierno es resultado del grado de civismo de sus representados.
En el caso chileno, y aplicando este análisis, podemos llegar a algunas conclusiones. En primer lugar, podemos reconocer en Chile una estructura altamente jerárquica (la que proviene probablemente desde la colonización española entre colonizadores y colonizados, pasando por las estructuras mercantiles donde al exportar la mayoría de nuestros productos hacia España y Perú, generó una marcada diferencia entre los ingresos que percibían ciudades portuarias y el campo, donde finalmente se producía, y más actualmente en la concentración de la riqueza y del poder). Por otra parte, fuera de jerárquicos, también nos podemos reconocer como altamente desconfiados, y la última elección parlamentaria y presidencial dejó de manifiesto el enorme desinterés ciudadano.
Por lo anterior, y siguiendo con las conclusiones de los estudios de Putnam, la discusión en Chile no debería ser cuanto más Estado o mercado (discusión que por lo demás termina generalmente en empate y traba el avance), sino una discusión real y de fondo, de cómo incluir a la ciudadanía, de aumentar nuestros grados de civismo, construir una sociedad más solidaria, construir confianzas y hacer partícipe a todos en la construcción del futuro. Podemos intuir que no se podrá construir desde instituciones que no están validadas por la ciudadanía y que por lo demás, se les reconoce como fuente principal de desconfianza, no se puede construir desde las jerarquías que establecen y mantienen los mismos problemas que debemos mejorar.
Es por esto menester establecer un nuevo piso ciudadano, participativo, inclusivo, igualitario y solidario desde el cual podamos construir fuera de las estructuras jerárquicas y es por eso, que se hace imprescindible, una Asamblea Constituyente, una Nueva Constitución hecha y validada desde la ciudadanía donde construyamos con todos y entre todos nuestro propio futuro.
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