El conocimiento de las disciplinas científicas intenta reproducir la naturaleza con la psiquis. Las disciplinas científicas, son diferentes formas de interpretación adquiridas por la curiosidad humana, que va dejando en su contemplación interesada de la naturaleza una de fenomenología del poder.
En la naturaleza, la persona y el orden social de las comunidades siguen las directrices del universo del que son parte, aunque su conocimiento sea un fragmento mínimo de él. El conocimiento es fruto de la experiencia y una vida humana tiene una cantidad insignificante de experiencias respecto de la magnitud infinita de las cosas. Hay dimensiones para las que el ser humano ni siquiera tiene sentidos con que percibirlas, aunque ocurran simultáneamente a su existencia.
Somos algo de volcán, de lago apacible, de selva, de desierto, de bestia, de arco iris. Y con toda crudeza, cuando las condiciones para ello se cumplen, surgen malas inspiraciones, que reclutan personas en cruzadas fanáticas, que terminan muchas veces en baños de sangre, cataclismos personales, de pareja, familiares o sociales.
Aceptarlo no es resignarse, ni estar contaminados por la animalidad. Por ser una especie natural –justamente- existe la agresividad (potencialidad de destruir) en nosotros, en el individuo, en la sociedad y seguirá existiendo. Sin embargo, no es el ejercicio o práctica de la agresividad, que sería la violencia o agresión, sino la sustitución de ella, la indispensable para una convivencia desarrollada, con su consecuencia de bienestar, paz personal y social.
La agresividad es indispensable para la vida, “potencialidad” de destruir, no así su “ejercicio” en la violencia y agresión. La agresividad apoya como hermano gemelo cada paso de vida. Siempre esta ahí aunque no siempre interviene, y cuando lo hace se transforma en violencia o agresión.
Podemos regular la “violencia o agresión” aunque no podamos suprimir la “agresividad”. Hasta en situaciones poco significativas y habituales de la vida diaria varias veces al día la podemos sentir: elevamos el volumen de la voz un calor nos recorre el cuerpo, abrimos más los ojos, apretamos las manos, echamos un garabato.
La agresividad florece como ira para librarnos de los tiranos. Está presente en lo histórico, en lo biográfico: hasta en el sistema inmunológico luchando, ya antes que la medicina intervenga.
¿Qué relación tiene la agresividad y el desarrollo? El desarrollo es paralelo a la sustitución progresiva de la violencia o agresión como medio para la subsistencia. Aunque la agresividad es inalienable al ser humano, por ser parte de su estructura biológica esencial, es posible hacer innecesario su ejercicio en violencia o agresión: favoreciendo la satisfacción de las necesidades básicas de la existencia y sus símbolos, evitando la frustración, haciendo innecesaria la traducción de la agresividad, en hechos o actos.
El desarrollo es paralelo a la sustitución progresiva de la violencia o agresión como medio para la subsistencia.
En distintas circunstancias la agresividad es parte de la pasión por vivir, constructora y destructora, cosa distinta es lo que desearíamos o imaginamos al idealizar. Si el amor no estuviera acompañado por la agresividad bastaría la oposición de un dedo para detener la maquinaria de la vida y antes de crecer, todo sucumbiría. Misterios que no comprende el pensamiento lineal del cerebro.
El desprecio por la agresividad, negarla, no refleja los hechos de nuestro mundo, es querer imponer, no comprender, es falso, lo que finalmente es violencia.
Héroes, próceres, adorados por las naciones, los “superhéroes”, muchos son ejemplos del supuesto buen uso de la agresividad. La agresividad está en los dioses de la guerra de las mitologías, los pueblos y naciones se forman en torno a acontecimientos bélicos que les han dado origen. Las fronteras no son más que la historia de los dibujos de guerra. ¿Habrá una excepción que se salve de eso, o se puede creer que será diferente alguna vez?
El desarrollo hace innecesario ejercer la violencia o agresión, para mantener la existencia, regula la agresividad, no la elimina. No esperemos que exista desarrollo con ejercer la agresividad: potencialidad destructiva. La agresividad, es para el dominio de una “parte sobre el todo”; aunque a veces al actuar por la parte rescata el todo; otro misterio de nuestro mundo depredador.
El camino auténtico de la no-violencia es el equilibrio de las necesidades intrínsecas a cada uno. Entonces hay placer, bienestar, amor por las personas cosas y circunstancias. Si hay frustración, una sociedad, un matrimonio, una familia, un equipo, o los países entran en crisis, se activa la agresividad dirigida como violencia o agresión contra los vínculos que los unen recíprocamente, y se produce mutilación de diferentes grados.
La agresividad defiende si las cosas no van bien, y sabemos cuándo las cosas van bien, por emociones de satisfacción que son diferentes a las emociones de la agresividad.
No es la violencia o agresión la causa de las crisis, sino las crisis cursan con violencia y/o agresión, como es natural. Las causas son las frustraciones, la marginalidad, la enfermedad, la muerte. Lo que sugiere preguntar cuando las convivencias entran en crisis ¿cuál es la frustración, las necesidades insatisfechas? Ya se trate de personas, parejas, familias, grupos, comunidades o países.
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Jorge
No te entiendo , me refiero al comentario del otro lector.
Niño, excelente tu artículo
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No parece la gran cosa preguntarse eso. El tema es cómo lo resuelves, cómo sacas los elefantes de la sala de estar que provocan los tropezones en ellos y nos alteran con disconformidad, descontento y otras clases de verduras como esas… osea qué soluciones necesitas para evitar la agresividad, si es que eso fuera posible.
Es mi forma de verlo, dado lo que se entiende que representa el sitio. Al autor le cabe el dicho de una persona atareada al que le traen un problema. Él siempre preferira que le traigan las soluciones en vez de los problemas, como un buen empleado o funcionario debiera hacerlo, lo mismo que alguien que dicte cátedra sobre un tema. No sirve de mucho versar sobre la falencia, sino que es preferible enforcarse en la forma de resolverla.
Angelica Fuentes Ponce
Muy interesante el contenido de tu columna. A mí me permite no olvidar que la agresividad (y sus manifestaciones) es una emoción constituyente de nuestro ser, como lo son la alegría, el amor, el odio, etc. encuentro muy loable contar con una mirada más integral del ser humano que somos y de la naturaleza de la cual somos parte. Estoy un poco aburrida de los discursos, opiniones, miradas y análisis “Wuenitos” que dejan fuera la mitad (a veces más) de lo que realmente somos y del mundo que constituimos – en cual vivimos obviamente-. Así como las culturas del oriente (en la actualidad, un poco integrada en nuestra cultura) han vivido desde una filosofía de la naturaleza y sus hijos, observando y reconociendo “así como es arriba es abajo, así como es obscuro, es la luz, así como es la aceptación es el rechazo”. A nuestra sociedad (a nivel de personas, grupos y territorios, países) nos falta valentía y dignidad para reconocernos y reconocer el sistema del que formamos parte. Sistema en el que tenemos poder para construir y reconstruir diariamente. De esta conversación, un desafío surge, (para mi) no olvidar, estar atenta, en el momento de la acción, todas las posibilidades están disponibles, no solo aquellas que harían un mundo mejor, también las que podrían empeorarlo.
Lisandro Burgos
Saludos: Estimado Avelino, parece que imagina una relación geométrica entre agresividad y desarrollo, y que la supone inversamente proporcional; aumenta el desarrollo y disminuye la agresividad. Y considero que no es correcto. Esto se trata en realidad de una cuestión de conveniencias. Cuanto el costo de la violencia es inferior a sus resultados, la ejerceremos. O sea que el hombre más civilizado y desarrollado del mundo no es mi menos ni más violento, es más inteligente, más sutil, más preciso al establecer las circunstancias en que le conviene ejercerla.
Preguntarse: "¿cuál es la frustración, las necesidades insatisfechas?" que explicarán el por qué de la agresividad, no parece la gran cosa.
Si lo llevamos a la política, creo que lo tenemos claro. La mafia política se apoderó de las reglas y de la cancha y hace lo que quiere en esta dictadura de los partidos políticos. La gente, claro, responde con disconformidad, frustración y finalmente la suma de ellas en algún punto lo lleva a la agresividad, porque se dio cuenta que nada cambia gobernándose la política por medio de los intercambios de favores de los partidos políticos.
De la misma forma se explican todas las posibles respuestas a la pregunta que indique cuál es la frustración o necesidad insatisfecha que provoca agresividad de niños en el colegio, de madres en las reuniones, de choferes al volante, de alguien que descubre América en el mapa, o lo que sea.
Como este es un texto de razonamientos que representan filosofía, … mi experiencia y bagaje me hace analizarlo. Una de las cosas que analizo es de dónde viene o cuál es su base. Debe ser la vida con alguna educación algo sectorizada. No es de la Biblia, eso lo tengo claro, porque la Biblia expone razonamientos en torno a las palabras agresividad, disconformidad y frustración que, que,…. pero, espera, porque la Biblia no usa esas palabras. Usa los conceptos asociados con una forma propia de conjunto universo de palabras del lenguaje.
Así es que adivino que nunca leíste la Biblia, amigo. Ojalá lo hubieras hecho. Tus forma de razonar sería muy, muy distinta… De hecho, pienso que no harías los inventos gramaticales que haces.
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