#Ciudadanía

A propósito del #Bencinazo: El tonto miedo

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Cuando cunde la psicosis colectiva, como anoche con el rumor “escasez de combustible” aparece “El tonto miedo”. Automáticamente, me frustra saber que fácilmente  salta el instinto gregario sin reflexión, si alguien denuncia, dicta, informa o elabora un discurso inmediatamente se acepta como una verdad irrefutable.

No solo se apodera de nosotros esa sensación a través de rumores, también pasa con la sensación de ayuda o rescate, vean lo que paso con campaña Koni  en 2012, varios compraron todo el concepto con solo mirar el video y sentían que con esto ayudaban a detener a este supuesto tirano Africano. ¿Se detuvo a Joseph Koni luego de esto?¿Pero cómo un rumor en base a conceptos a medias se convierte en una verdad?

Los que conocen los medios saben cuáles son las teclas que apretar para generar una reacción colectiva, neuromarketing le llaman. Por ejemplo, el radioteatro «La Guerra de los Mundos» dirigido por Orson Welles en 1938, que generó el caos en  Nueva York. Suprimiendo los comerciales y usando despachos en vivo que relataban cómo los marcianos invadían la ciudad esa noche (todo ficticio obviamente) fue suficiente para que los incautos sintieran los gases tóxicos de los alienígenas. ¿Resultado? colapsaron los llamados de emergencia, caos. Welles buscaba un efecto dramático para que su obra fuera potente, ciertamente lo consiguió.

Anoche pasó algo parecido, 20hrs. Un whatsapp, un Twitter, en menos de una hora parecía que se caía el mundo a pedazos, pasó mucho rato hasta que algún medio apareció para desmentirlo. Los que fueron presa del pánico, pensaban que hoy las bencineras estarían cercadas por barricadas y por la tarde habrían explosionado, hoy deben haber cambiado su sensación de miedo a una de rabia. Ambos sentimientos muy peligrosos cuando se gatillan de manera tan fácil, pero normales, cuando la sensación de que todo lo que se hace, en todo ámbito, está envuelto en intenciones dobles.

El discurso terrorista de todo está mal lo conocemos muy bien  los mayores de 35 años. Algunos lo llaman  “Doctrina del Shock”. En psicología social, en los 80 se corría el rumor de que la población vecina saquearía nuestras casas por que supuestamente teníamos más comida, ropa y artefactos que ellos. Se organizaban comités de vigilancia en distintos lugares durante la noche y el día. La otra población también presa del mismo rumor pero al revés, o sea,  nosotros íbamos a saquear sus casas, montaban los mismos dispositivos generando rencillas y desconfianzas mutuas. Divide y vencerás dice una máxima muy antigua, vivíamos en un “estado de emergencia”, cortes de luz, vigilancia, desapariciones y muerte. Nunca hubo una invasión de ninguna población, mientras tanto éramos constantemente registrados, intervenidos y controlados por la clase gobernante de la época , atendíamos al rumor y ante los hechos éramos ciegos.

Sin miedo a generalizar estoy seguro de que un porcentaje alto de los que salieron a tocar ollas la semana pasada, eran primeros en las filas anoche, los mismos que sienten que todo va mal, que hay que restaurar la detención por sospecha, que es muy buena  idea que los Jubilados hipotequen sus viviendas.

Sin miedo a generalizar estoy seguro de que un porcentaje alto de los que salieron a tocar ollas la semana pasada, eran primeros en las filas anoche, los mismos que sienten que todo va mal, que hay que restaurar la detención por sospecha, que es muy buena  idea que los Jubilados hipotequen sus viviendas. Actuamos en base a la ganancia económica a todo evento, si no eres un activo no existes. Las reformas sociales son miradas con asco, como si el avance social solo fuera directamente proporcional al mérito por el trabajo traducido en ganancia económica. Todos somos parte de este lumpen, actuamos como un grupo de mafiosos tontos que seguimos al Capo hasta que sea descabezado. ¿Quién se beneficia de todo esto? Irónicamente las bencineras, la federación de camioneros nunca pretendió generar esta acción, todo lo contrario, ¿quién perdió? usted que estuvo en la cola, usted que siente una sensación de caos, usted que piensa que todos somos terroristas, ladrones o violadores. El aire se contaminó. Quien sí necesitaba bencina tuvo que aguantar, mientras tanto usted  y yo seguimos enojados, irreflexivos  y ensimismados.

Ahora ¡A trabajar!

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Cristian Parragué Ortega

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